México se ha convertido en un callejón sin salida para migrantes. Los albergues están saturados, y muchos acampan en la calle. El Estado mexicano los deja a la intemperie y a merced del crimen organizado, según oenegés.
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Desde Tapachula, en la frontera de México con Guatemala, hasta Tijuana, en la zona limítrofe con Estados Unidos, la situación para los migrantes es desesperante: No hay lugar en los albergues ni citas con las autoridades migratorias para obtener visa humanitaria. Muchos tienen que plantar sus tiendas de campaña en plazas públicas, como en la alcaldía Tláhuac de Ciudad de México, a pesar del frío invernal. "No les llevan alimentos, ni baños, ni agua", crítica Belinda Haro, experta en Estudios de Migración Internacional por el Colegio de la Frontera Norte, en una entrevista con DW.
A veces, cuando las quejas de los vecinos abundan, llegan con buses, y flanqueados de agentes de seguridad para llevarlos. "No hay voluntad del gobierno en ayudarles, ni hay presupuesto", añade Haro, que también es coordinadora de servicios legales en Programa Casa Refugiados.
La cantidad de migrantes que intentan llegar a territorio estadounidense ha aumentado a pasos agigantados este año. Por la frontera sur ingresan a diario más de 8.000 personas. Muchos de ellos vienen caminando desde América del Sur, y han cruzado la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá, un territorio bajo control del grupo criminal conocido como Clan del Golfo.
Menores apátridas: resultado del éxodo de los migrantes
El Servicio Nacional de Migración de Panamá estima que, en lo que va del año, más de 417.000 personas han cruzado el Darién en su camino hacia Estados Unidos. "La mayoría son venezolanos, seguidos de haitianos y ecuatorianos", comenta a DW Elías Cornejo, de la oenegé Fé y Alegría Panamá. Le preocupa sobre todo que cada vez haya más menores migrantes, que representan actualmente un 25 por ciento del total.
Muchos de ellos son apátridas porque nacieron en el errante camino de sus padres, quienes no les han podido sacar documentos. Una gran mayoría de migrantes vienen de países como Perú, Chile o Colombia, donde han intentado instalarse, pero cuyos gobiernos han endurecido últimamente sus políticas migratorias.
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México, el embudo migratorio
Todos ellos pasan por México, que se ha convertido en el mayor obstáculo en la de por sí peligrosa ruta. "Más de 5.000 migrantes están varados en toda la frontera norte”, dice a DW Altagracia Tamayo, activista social y directora de la Posada del Migrante, en Mexicali.
La abogada de migrantes denuncia: "Es un cochinero. Las autoridades están haciendo el carrusel, los sacan en buses de Chiapas, los mandan a Veracruz, luego a CDMX y luego de regreso, todo con el pretexto que en alguno de esos lugares les van a dar la visa humanitaria".
La visa humanitaria permite el tránsito legal (y más seguro) por México, pero pocos la consiguen. Algunos migrantes han denunciado, que, incluso cuando presentan ese papel en un control migratorio, los mismos agentes se lo rompen. Ni siquiera están seguros los migrantes que ya tienen una cita con autoridades migratorias en Estados Unidos.
A mediados del año, el gobierno de Estados Unidos lanzó el programa "Movilidad segura” para ciudadanos de Venezuela, Haití y Cuba. Tienen que sacar, desde la Ciudad de México, una cita con las autoridades migratorias estadounidenses a través de una aplicación.
Algo que es difícil de lograr, ya que solo se otorgan 1.400 citas por día, que suelen agotarse en pocos minutos.
1.500 pesos de cuota extra para los cárteles
"Pero aún con el comprobante de la cita, las compañías de autobuses no les venden boletos hacia el norte", observa Haro. Ante esa negativa, floreció un mercado negro en la misma Terminal de Autobuses del Norte.
La investigadora del fenómeno migratorio apunta: "Hay empresas que les ofrecen llevarlos, pero a la hora de subir, les quieren cobrar 1.500 pesos mexicanos adicionales por persona, supuestamente para pagarle a la delincuencia organizada y garantizarles un pasaje seguro".
Pero esas son promesas vacías, según han observado las activistas, ya que los secuestros de migrantes van en aumento en todo el territorio mexicano.
Presa fácil de los secuestradores
Esos secuestros se perpetran, sobre todo, entre Oaxaca y Veracruz, y en el norte del país, una situación que encendió las alarmas de instituciones de derechos humanos, como Amnistía internacional, y de las propias autoridades.
En noviembre, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana indicó que el 90 por ciento de los secuestros que se registran en México son contra personas migrantes.
"Las autoridades están exponiendo a los migrantes a la desesperación, a la psicosis y a los carteles", critica Tamayo. Ella ha observado que los que llegan a su albergue vienen lastimados y golpeados.
Haro coincide: "No hay voluntad del gobierno para que lleguen a salvo al norte. No hay logística de protección humanitaria, y le dejan todo el trabajo a la sociedad civil."
La reciente cumbre de países de origen de la migración, celebrada a finales de octubre pasado en Palenque, y convocada por México bajo el lema "Por una vecindad fraterna y con bienestar", apenas ofreció un catálogo de buenas intenciones para atender un éxodo incontenible.
(cp)
El Tapón del Darién: la ruta migratoria más letal de las Américas
El Tapón del Darién es una selva indómita. Este istmo, que une a Suramérica con el resto del continente, es la última alternativa para los migrantes que arriesgan perder la vida, antes que perder la esperanza.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
La selva que ni los españoles ni los ingenieros lograron vencer
Durante siglos, pocos se atrevían a cruzar el Tapón del Darién, la selva que conecta a Suramérica con Centro y Norteamérica. Pero, desde 2004, tras la fundación de Frontex, la guardia que blinda la UE, migrantes asiáticos y africanos descubrieron el Darién para llegar a EE.UU. En 2021 la cruzaron 95.000, en su mayoría haitianos, cubanos y venezolanos. Hasta septiembre de 2022, ya eran 158.000.
Imagen: Lee Dalton/Avalon/NHPA/picture alliance
Mejor parques naturales que autopista Panamericana
La Panamericana recorre 25.750 kilómetros de Tierra del Fuego hasta Alaska, pero un tramo de 100 kilómetros impide la conexión. Ni Panamá ni Colombia han cedido a construir autopista o carrilera. Hoy la opción es ecológica. La región alberga dos parques naturales: Katíos en Colombia, y Darién, en Panamá, con 5790 km², Patrimonio de la Humanidad y mayor Reserva Biosfera de América Central.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
El Tapón del Darién es también territorio de indígenas
La selva entre Colombia y Panamá no es un territorio de nadie. Le pertenece también a diversas etnias indígenas, como los Emberá-Wounaan (en la imagen) y Guna Yala que viven en dos decenas de comunidades. A su lucha por la defensa de su territorio y la deforestación para el cultivo de coca, se agrega la incursión de miles de migrantes y refugiados. Y, detrás de ellos, los traficantes de personas.
Imagen: Sergi Reboredo/picture alliance
El Darién, una joya de la biodiversidad en las Américas
El continente americano duró 60 millones de años separado. El geofísico alemán Alfred Wegener basó su teoría de la deriva continental en el estudio de la unión del Istmo de Panamá que produjo el Gran Intercambio Biótico Americano. Gracias a este, hay llamas y jaguares en Suramérica, colibríes en Centroamérica y pumas en EE.UU. El Darién alberga más de 2.300 especies de árboles. Norteamérica mil.
Imagen: Avalon.red/NHPA/picture alliance
Necoclí: el número de refugiados supera al de habitantes
Una familia haitiana acampa en la terraza de una casa de familia en Necoclí. Los refugiados huyen de sus países y llegan hasta aquí por muchas razones: islamistas en África, terremotos y el asesinato del presidente en Haití, las dictaduras en Cuba y Venezuela y el regreso de los talibanes en Afganistán. Necoclí tiene 20 mil habitantes y más del doble de aspirantes a sobrevivir el paso del Darién.
Imagen: Ivan Valencia/AP Photo//picture alliance
Países de tránsito, superados por la crisis y sin solución a la vista
Colombia recibe a los refugiados de Ecuador y el Caribe y les concede un salvoconducto para cruzar el país rumbo a Panamá. El 6 de agosto, la canciller panameña, Erika Mouynes, y su homóloga y vicepresidenta colombiana, Marta Lucía Ramírez, acordaron que el puerto de Necoclí solo podía vender 500 pasajes diarios hacia Capurganá, la antesala de la selva. Una restricción que ha empeorado el atasco.
Imagen: Ivan Valencia/AP Photo//picture alliance
La opción que obliga a huir: "Morir en Haití, o morir fuera de Haití"
Una madre con su bebé en brazos cruza un río, ya rezagada. A los haitianos solo les queda dos opciones: “Morir dentro o morir fuera de Haití”, dice a DW el científico colombo-haitiano, Wooldy Edson Louidor. Además, la pandemia dejó sin sustento a miles de los 200.000 refugiados haitianos en Chile y 80 mil en Brasil. Louidor pone la crisis en una frase: "Esto es una estampida de la desesperación".
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
Al límite de tirarse al mar en cualquier objeto que flote
Debido al límite de embarques diarios exigido por Panamá a Bogotá, la situación en Necoclí es cada vez más precaria. El pueblo está desbordado y la mayoría tiene que esperar hasta un mes para conseguir un cupo en un bote. Pero como tienen que cubrir los costos de alojamiento y comida, muchos se quedan varados, o buscan cruzar el golfo en cualquier cosa que flote.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
Capurganá, de paraíso caribeño a puerta de entrada al "infierno verde"
Capurganá era un caserío que vivía de sus playas y la brisa del mar Caribe que atraía a los turistas que prefieren un bohío de la etnia kuna a los resorts de cadenas hoteleras. Hoy, Capurganá y su vecina Acandí, conocida por las tortugas Carey, reciben a los migrantes que cruzan el golfo de Urabá en bote, procedentes de Necoclí, camino a internarse en la selva. Con sus bellezas y amenazas.
Imagen: Migración Colombia
Pies secos sobre el primer río, pero falta una veintena
Migrantes pasan con los pies secos el primer río de la travesía iniciada en Acandí. Las carretas tiradas por caballos se devolverán una vez los dejen en la otra orilla. Los refugiados tendrán que cruzar a pie una veintena de ríos más. La travesía dura entre 6 a 10 días. Quienes se internan en la selva, se precian de haber sobrevivido a los numerosos naufragios en el golfo de Urabá.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
El Darién no es una jungla tropical como el Amazonas
El Darién forma parte del istmo de Panamá que divide el océano Pacífico y el mar Caribe. Esta selva no es una llanura como el Amazonas sino una quebrada serranía con alturas de hasta 1.340 metros y decenas de caudalosos ríos que arrastran a mujeres, niños y hombres. La desesperación en Haití, Venezuela, Cuba, Palestina, Afganistán y Somalia es mayor al temor a perecer en el Darién.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
A muchos, lo que les espera al otro lado del Darién es una sepultura
No importa si las víctimas fatales durante la travesía del Tapón del Darién eran musulmanes, budistas o ateos, en todo caso reciben una sepultura católica. Un acto de misericordia del sacerdote de Agua Fría, en Panamá, aquí en el cementerio. La OIM ha reportado 50 muertes este 2021, socorristas parten de 200 víctimas por agotamiento, los ríos, las caídas, las serpientes y los depredadores humanos.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
A los migrantes también los persigue el coronavirus, la malaria, el dengue y el zika
La pandemia sigue expulsando a muchos migrantes de países que los acogían, pero el coronavirus los persigue en su ruta. Tras varios casos de COVID-19 en Necoclí, Colombia lanzó una campaña para vacunar a los migrantes contra el coronavirus. Pero en el Tapón del Darién les esperan los mosquitos que transmiten malaria, dengue, chikungunya y zika. La emergencia es también sanitaria.
Imagen: Migración Colombia
“Ruta humanitaria” a través del continente
Un cubano llega herido a Panamá. El 12 de octubre de 2021, otro naufragio en el golfo de Urabá dejó 8 muertos y otros tantos desaparecidos. Oenegés humanitarias piden crear urgentemente una "ruta humanitaria", porque la crisis es "una bomba de tiempo". Desde que a Necoclí llegó la noticia de que Biden está deportando a haitianos, muchos quieren devolverse, pero el flujo de los que llegan no para.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
¿Cumbre de las Américas para atender la crisis migratoria?
Un joven recupera fuerzas en Meteti, Panamá. La presión en el Tapón del Darién sube y amenaza con cobrar muchas más vidas. Por ello, diversas oenegés proponen una “Cumbre de las Américas para la migración” con todos los países de tránsito y destino, y también con los gobiernos que causan el éxodo. Autor: José Ospina-Valencia