¿En qué gasta su dinero Europa?
22 de noviembre de 2012 La Unión Europea se rige por un presupuesto que se debate cada siete años, a diferencia de los estados miembros de la comunidad, que siempre calculan sus presupuestos de forma anual. Esta idea de períodos más extensos fue del ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, que de esta forma distanció en el tiempo el siempre agrio debate sobre la cantidad y forma de distribuir los fondos.
El presupuesto se financia en gran medida con los aportes de los miembros de la Unión, y las proyecciones para el período 2014-2020 dicen que la caja financiera de la Comunidad debiera contar anualmente con 150 mil millones de euros. Esto corresponde aproximadamente al 1 por ciento de la producción económica común. Proyectado a siete años, esa suma da la inmensa cifra de un billón de euros.
Alrededor del 80 por ciento de ese dinero se va en subvenciones y programas de apoyo a los mismos países. El 20 por ciento restante se utiliza para asuntos como política exterior, pago de autoridades, etcétera. Los dos mayores gastos son, en todo caso, los subsidios a la agricultura y los fondos estructurales para promoción, es decir subvenciones para proyectos y programas. La UE quiere invertir más en innovación, investigación y empleo, pero eso no siempre es posible.
El poder de la agricultura
Reimer Böge, experto de presupuesto de la CDU en el Parlamento Europeo, explica a la DW por qué: "Nuestro compromiso político fue: congelamos el gasto en agricultura y el Fondo de Cohesión para, de ese modo, generar posibilidades en otros frentes”. Pero este cambio seguramente no se llevará a cabo, aunque sea necesario, por el enorme peso que tiene la agricultura. Ahí, los agricultores reciben subsidios directos a sus ingresos. Este subsidio es vital para la agricultura europea. "El 30 o 40 por ciento de los ingresos de los agricultores depende de esos pagos directos", dice Böge a DW.
De otra forma se opera con el financiamiento de carreteras, puentes, parques industriales o proyectos de investigación. En esos casos, la UE complementa las inversiones en forma de cofinanciamiento: la mitad del dinero sale del bolsillo de la UE, la otra es pagada por el país beneficiado por el programa. Böge dice que todo eso está bien, pero que hay que mirar también otros frentes. "No sólo necesitamos los medios, sino también los programas a la medida de las necesidades. Por ejemplo en España, donde el desempleo juvenil supera el 50 por ciento. Ahí no se necesitan más proyectos de infraestructuras, sino algo contra el desempleo, como calificar y formar a la gente, etcétera".
Los británicos no quieren más gastos
Uno de los más agudos críticos del proyecto presupuestario es el primer ministro británico, David Cameron. Ya antes de siquiera sentarse a negociar, amenazó con un veto, insistiendo en el que presupuesto debe reducirse. "Sería bueno tener un acuerdo, pero no sería aceptable un aumento en el gasto mientras que otros presupuestos se recortan". Camenron ha solicitado a la Comisión Europea que empiece a ahorrar, y pone como ejemplo lo insensato que le parece a él que el 16 por ciento de los funcionarios de la UE que trabajan en Bruselas ganen 100 mil euros al año. "Ese es mi número favorito en esta discusión", dice Cameron.
Otros países también hablan de vetos, aunque para Böge eso no es tan dramático. "Si no hay acuerdo, no estamos ante una crisis. Solo hay que cambiar los números del contrato". Se refiere a que si el nuevo presupuesto no se aprueba, el anterior se actualiza de forma sencilla, tal como está previsto en el Tratado de Lisboa sobre el funcionamiento de la UE.
Ahorrar en tiempos de crisis es, en principio, algo correcto, dice el presidente de la Comisión Europea, José Barroso. Por lo mismo, el incremento presupuestario solicitado fue también moderado. Básicamente, sostiene, la UE debe trabajar más para que los ciudadanos vean en ella también un proyecto social. "Los gobiernos ahora quieren mayor disciplina presupuestaria y una mejor coordinación económica", dijo Barroso en un debate realizado en Bruselas. Eso está bien, pero "cuando se trata de la solidaridad a nivel europeo, ya no piensan tan parecido. Eso lleva a una falta de cercanía y apoyo al proyecto europeo", lamenta el funcionario.
Autor: Bernd Riegert / DZ
Editora: Emilia Rojas-Sasse