En silla de ruedas a Berghain: ¿clubes inclusivos en Berlín?
3 de julio de 2025
Cuando Felize entra en el vestíbulo de Berghain, no se siente como una extraña. Aunque está en silla de ruedas, aquí está en su salsa. Es una asidua del club tecno más famoso de Alemania. Conoce el pulso de sus bafles, las noches interminables, la estricta puerta de entrada, pero también la sensación de ser vista y aceptada entre desconocidos.
Clubes como Berghain se consideran, cada vez más, "espacios seguros" para personas queer o con discapacidad. Espacios inclusivos donde la gente puede divertirse con tranquilidad y seguridad.
Muchos clubes trabajan con equipos de concienciación, garantizan una programación y listas de invitados diversas y se posicionan contra la discriminación. Pero ¿qué tan accesibles son realmente estos espacios, física y socialmente?
"Quiero ser visible, incluso en el club"
Felize tiene 20 años, proviene de un pequeño pueblo de Sajonia y se mudó recientemente a Berlín. Usa silla de ruedas debido a una condición genética que le diagnosticaron de pequeña. Pero eso no le impide salir de fiesta con regularidad. Su club favorito: Berghain.
"No soy solo una persona en silla de ruedas; formo parte de este ambiente. No quiero quedarme en casa solo porque ir a un club me suponga un esfuerzo adicional", explica Felize a DW.
Y vaya si supone esfuerzo. La planificación comienza incluso antes de salir: "Siempre tengo que ir acompañada, para apoyarme, pero también porque la confianza es importante". Luego vienen las preguntas prácticas: ¿Hay un ascensor que funcione? ¿Puedo entrar por la entrada? ¿Hay escaleras? ¿Hay baños accesibles?
La mayoría de las veces, dice, es sorprendentemente difícil incluso encontrar esta información. Ir de fiesta en silla de ruedas no es un tema especialmente relevante para muchos.
Incluso la puerta más estricta está abierta para Felize
Sin embargo, Felize sale de fiesta, a menudo a Berghain, a veces a otros clubes. "Al principio, estaba muy nerviosa por si entraría o no", dice sobre su primera visita al famoso templo del tecno de Berlín.
"Es conocida su estricta política de admisión en la puerta y no sabía si me dirían: 'Lo siento, no se permite el acceso en silla de ruedas'. Pero fue sencillo: simplemente me dejaron entrar". Comparado con otros clubs, Berghain es, sin duda, el más accesible para ella.
Pero las barreras no se limitan a las escaleras y los baños estrechos. También están las personas. "Muchos no saben cómo interactuar conmigo. Algunos ponen sus botellas de vidrio vacías debajo de mi silla de ruedas. O ponen sus chaquetas encima, como si fuera un perchero", dice.
"Pero no soy un obstáculo ni nada por el estilo, mi silla de ruedas es parte de mí". Anhela más empatía y, al mismo tiempo, más normalidad. "No siempre quiero que me vean como alguien especial. Simplemente, soy una persona a la que le gusta bailar y salir de fiesta", dice.
"Mostrar quién soy"
Su estilo de vestir lo refleja: "Claro, el negro es parte del look de discoteca. Pero me gusta darle un toque especial con accesorios llamativos. Quiero sentirme cómoda y quiero mostrar quién soy". Durante mucho tiempo le preocupó mucho cómo la veían los demás. "Pero estoy trabajando en aceptar mi cuerpo y no estar intentando adaptarme constantemente. Es un proceso".
Su sueño de una noche perfecta es "festejar con amigos en una discoteca accesible con ascensor, un baño en condiciones y un público relajado que solo quiera bailar juntos, sin prejuicios". Festejar hasta el amanecer, luego comer algo en algún sitio y volver a casa: simplemente una típica noche de discoteca de verano.
¿Por qué a veces a pesar de todo se siente sola? "Hay poca gente en silla de ruedas que va a las discotecas. Creo que se debe en parte a la falta de accesibilidad, pero también a la falta de confianza en uno mismo. La gente te mira, es inevitable. Pero creo que necesitamos estar más presentes para cambiar eso. No quiero ser invisible. Quiero ser parte del todo", insiste Felize.
Y lo está consiguiendo cada vez más. Ha pasado la puerta, y no cuenta nada más. Porque ella también lo sabe: lo que pasa en Berghain, se queda en Berghain.
(lgc/rml)