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“En Venezuela, la producción agraria no es rentable”

Evan Romero-Castillo (CHP)12 de julio de 2016

DW habló con Antonio Pestana, presidente de la Confederación Nacional de Asociaciones de Productores Agropecuarios (FEDEAGRO), sobre los factores que propician la dramática escasez de alimentos en Venezuela.

Pestana: “La sobrevaluación del dólar desestimula la compra de productos nacionales y le da impulso a las importaciones”.
Pestana: “La sobrevaluación del dólar desestimula la compra de productos nacionales y le da impulso a las importaciones”.Imagen: picture-alliance/dpa

Este lunes (11.07.16) el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la creación de un programa para poner coto a la escasez de alimentos que aflige a ese país caribeño desde hace meses. Todos los ministerios, institutos y empresas estatales estarán subordinados a la llamada “Gran Misión Abastecimiento Seguro”. Esta instancia será dirigida a cuatro manos por Maduro y por el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, quien ya administra a discreción las armas de la nación y la compañía petrolera CAMIMPEG.

Según Maduro, la meta es hacerle frente a la “guerra económica” que el empresariado libra contra su Gobierno al dejar de producir bienes de primera necesidad, acapararlos, especular con sus precios y propiciar tanto el contrabando de extracción como los altos índices de inflación. El mandatario dijo que este programa –que controlará al sector agroalimentario y también al farmacéutico y al industrial– le permitiría resolver la crisis de desabastecimiento “sin mendigar”, en alusión a lo ocurrido recientemente en la frontera colombo-venezolana.

Este 10 de julio, más de 35.000 personas aprovecharon la reapertura parcial del paso entre ambos países –bloqueado desde agosto de 2015– para comprar en comercios colombianos los bienes básicos que no se consiguen en los venezolanos. El político chavista Vielma Mora, gobernador del estado venezolano de Táchira, negó que se haya tratado de un “corredor humanitario”, como lo calificó el gobernador del estado colombiano de Norte Santander, William Villamizar. A los ojos de Mora, muchos venezolanos sólo fueron a Colombia a “divertirse”.

En Alemania, a muchos les cuesta comprender la magnitud de la escasez de alimentos registrada en Venezuela: sus 31 millones de habitantes cuentan con 916.445 kilómetros cuadrados de territorio y extensas superficies fértiles y cultivables. ¿A qué se deben estas estrecheces? Deutsche Welle entrevistó a Antonio Pestana, presidente de la Confederación Nacional de Asociaciones de Productores Agropecuarios (FEDEAGRO), quien explica que en Venezuela se tienen 35 millones de hectáreas de tierras con mucho potencial, pero apenas se utilizan 11 millones.

Deutsche Welle: Señor Pestana, ¿cómo le explicaría FEDEAGRO a una audiencia extranjera los factores que propician la escasez de alimentos en Venezuela?

Antonio Pestana: Las principales causas de la dramática situación que vivimos son la falta de garantías económicas, de seguridad jurídica y de seguridad personal; la escasez de insumos y de personal capacitado; serios problemas de desarrollo tecnológico y de financiamiento; y la falta de competitividad de la producción nacional frente a las importaciones. Férreos controles hacen que el precio de muchos de los bienes esenciales tienda a estar por debajo de los costos de producción. En otras palabras, la producción agraria no es rentable.

La integridad de nuestras unidades de producción tampoco está garantizada. Según las cifras oficiales, el Gobierno ha confiscado 5,2 millones de hectáreas en 1.200 unidades de producción en la última década. Hoy día, las tierras confiscadas producen menos de lo que lo hacían con sus propietarios originales o no producen. A eso se suma la inseguridad personal: la violencia delictiva –los robos y los secuestros, por ejemplo– hace estragos en los campos agrícolas del país. En algunos casos, nos impide ir a nuestras unidades de producción.

Exceptuando al fertilizante nitrogenado, en Venezuela no se producen agroquímicos; éstos deberían ser importados. Pero, como tenemos un control de divisas muy severo y los dólares se asignan de manera discrecional, el sector agrario no ha podido honrar sus compromisos con empresas extranjeras; ya se nos percibe como deudores morosos y se nos ha cerrado toda línea de crédito. Ahora dependemos de lo poco que importa el Estado y esas limitaciones hacen que las superficies cosechadas se reduzcan considerablemente.

La empresas privadas que solían importar maquinaria, implementos y repuestos ya no lo hacen. También en ese caso dependemos totalmente de las adquisiciones que haga el Estado. La vida útil del 65 por ciento de nuestros tractores y del 85 por ciento de las cosechadoras ha caducado. Ese grado de obsolescencia y la falta de repuestos llevaron nuestra capacidad para producir al mínimo. Por otro lado, el Gobierno no le ha dado la importancia que se merece la capacitación, la generación de conocimiento y su transferencia.

En Venezuela, un índice de inflación de tres dígitos hace que la cartera agrícola obligatoria aumente su valor en términos nominales; pero, en términos reales, ésta pierde valor con cada día que pasa y eso limita la capacidad de invertir. Por si fuera poco, la sobrevaluación del dólar desestimula la compra de productos nacionales y le da impulso a las importaciones, muchas de las cuales han sido llevadas a cabo de manera oportunista por algunos empresarios y miembros del Ejecutivo.

Antonio Pestana, presidente de la Confederación Nacional de Asociaciones de Productores Agropecuarios (FEDEAGRO).Imagen: Prensa-Fedeagro

¿Qué propuestas ha hecho FEDEAGRO para superar la actual situación de baja productividad y desabastecimiento de alimentos? ¿Y cómo le ha hecho llegar sus propuestas al Gobierno venezolano?

De todos los sectores económicos del país, es probable que FEDEAGRO sea la federación que mayor nivel de comunicación tiene con el Gobierno. Sin embargo, un diálogo que no conduzca a acciones concretas no sirve de mucho. Entre otras cosas, FEDEAGRO propuso un marco legal con miras a garantizar la seguridad jurídica, económica y personal de los productores, y planes de inversión en formación tecnológica y en adquisición de maquinarias, implementos agrícolas y repuestos para aumentar nuestros niveles de productividad.

En enero de 2016, el Consejo Nacional de Economía Productiva –integrado por voceros del Gobierno central y del empresariado– hizo alusión al “motor productivo agroalimentario”. ¿Estuvo FEDEAGRO presente?

Nuestros portavoces fueron juramentados para que FEDEAGRO estuviera al frente del ‘motor agroalimentario'. Ellos han asistido de manera proactiva y protagónica a las 22 reuniones del Consejo Nacional de Economía Productiva celebradas hasta el día de hoy. Pero, a pesar de la riqueza de las discusiones y del alto nivel de propuestas hechas en ese contexto, los resultados importantes brillan por su ausencia. Las decisiones tomadas por el presidente no tienen ni la celeridad ni el alcance necesarios para resolver los problemas.

Algunos industriales se mostraron optimistas cuando el empresario Miguel Pérez Abad fue nombrado titular de la Vicepresidencia Económica y del Ministerio de Economía Productiva. ¿Ha hecho él una buena labor?

En FEDEAGRO creemos que, por venir del sector privado, Pérez Abad intenta promover soluciones. Pero el presidente Maduro está atendiendo los consejos de otra instancia –que yo desconozco– y sus decisiones diarias no acompañan las propuestas que salen del Consejo Nacional de Economía Productiva.

Francisco Martínez, presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (FEDECÁMARAS), aseguraba en enero que si se toman las medidas adecuadas, Venezuela podría recuperarse de la escasez en un año. ¿Comparte esa estimación?

Estamos de acuerdo. Si lográramos recuperar la confianza de los empresarios nacionales, de los inversionistas extranjeros y de nuestros acreedores; si el Gobierno dejara de ser el actor principal de la economía nacional; si se fijara una sola paridad cambiaria que fluctué con la economía; si realmente lucháramos contra la corrupción; si se devolvieran todas las propiedades confiscadas, Venezuela podría exhibir, en menos de un año, una economía muy distinta a la que hoy tiene.

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