Donald Trump quiere volver más segura la frontera con México, mediante más controles y un muro. Un equipo de DW que hacía un reportaje en la región cayó en la mira de nerviosos guardias fronterizos.
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La joven funcionaria del control de fronteras nos mira incrédula. "¿De dónde vienen? Qué hicieron en México?”, pregunta reiteradamente, mientras revisa nuestros pasaportes. "Somos periodistas. Regresamos de Matamoros, donde entrevistamos a un hombre de negocios sobre las ventajas y desventajas del NAFTA”, responde el camarógrafo de DW Florian Kroker.
La funcionaria parece desconcertada e insegura. Llama a un colega que, tras dar una mirada a nuestros pasaportes, nos conmina a dirigirnos a un estacionamiento. En un instante, nuestro auto arrendado se vio rodeado por otros guardias de fronteras. "¡No se bajen!”, ruge uno de ellos. Le explico que somos corresponsales venidos de Alemania y que tenemos una acreditación para Estados Unidos. En lugar de responder algo, nos ordena esta vez bajar del auto y acompañarlo.
Órdenes en lugar de explicaciones
Pocos minutos más tarde nos encontramos en el interior del puesto fronterizo. Cuento 10 guardias, la mayoría de los cuales parece tener origen latino. Entre ellos hablan castellano. Nos registran. Nos dicen que saquemos el dinero de nuestras billeteras. Tenemos que entregar todo lo demás, incluyendo los celulares. Una uniformada me hace pasar a una pieza contigua. "Celda número 3”, leo en el letrero de la puerta. Me dice que me siente. "¿Estuvo en Afganistán?”, pregunta. Le explico que hice allí un reportaje sobre una unidad estadounidense que capacita a soldados afganos. "¿Cuánto tiempo hace que trabaja para ese medio? ¿Cómo era que se llamaba? Deme la dirección y el número de teléfono”. La mujer es amable pero muy tajante. Quiere saber más datos personales y laborales. ”Usted estuvo en Irak. Valiente. No suelo ver pasaportes como el suyo. Quizás debería trabajar en un aeropuerto”, dice, y sonríe.
"Pensamientos suicidas”
Al terminar mi interrogatorio, Florian Kroker es llevado a otra habitación. Un guardia de apariencia desconfiada lo interroga. Le plantea una y otra vez las mismas preguntas, sobre los viajes de Florian en el marco de su trabajo para DW y las grabaciones en México. Vuelve a preguntar, tratando de encontrar contradicciones. Cuando abandona brevemente la pieza, otro guardia se asoma y le pregunta al camarógrafo. "¿Deberíamos quitarle el cinturón?” "¿Por qué?”, quiso saber Florian. Respuesta: "Bueno, lo tenemos detenido aquí y quizás esté desesperado. ¿No tendrá pensamientos suicidas, o sí”?
Ha transcurrido entretanto casi una hora y media y todavía no sabemos por qué se nos retiene. Florian permanece en la sala de interrogatorios, yo afuera, sentada en un banco. Escucho a unos guardias murmurar: "¿Tenemos algo? "¿Qué hacemos con estos dos?” Lentamente comienzo a ponerme nerviosa y a enojarme.
"¿De qué se nos acusa? ¿Qué se supone que hemos hecho?”, le pregunto al uniformado que interrogó a Florian. "Si hubieran hecho algo, estarían en una verdadera celda”, responde.
De pronto, inesperadamente, nos devuelve los pasaportes. "Pueden irse”, dice lapidariamente. Quise saber qué significaba todo esto. "Nada especial. Es el procedimiento estándar”, afirma alzándose de hombros.
Regresamos al auto, nos cercioramos de que no faltara nada y partimos. "Quizás están tan nerviosos porque Matamoros es conocido por el narcotráfico”, presume Florian Kroner. "Quizá fue por los múltiples timbres en nuestros pasaportes”, supongo yo. O, simplemente, no les gustan los periodistas.
Los muros del mundo
Donald Trump quiere construir un muro "grande y hermoso" en la frontera con México, para frenar la inmigración y el narcotráfico. También en otros lugares del mundo se levantan muros para tratar de resolver problemas.
Imagen: Getty Images/J. Moore
La muralla estadounidense sigue creciendo
Ya Bill Clinton mandó poner cercos en algunos lugares de la frontera con México. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, George W. Bush impulsó su prolongación. Entretanto, cerca de 1.100 kilómetros de la línea fronteriza ya cuentan con muros de concreto, planchas de acero u otros obstáculos.
Imagen: Getty Images/D. McNew
"Muro de separación"
Desde el año 2000, Israel construye un muro en la Cisjordania. El proyecto es muy controvertido y a menudo se lo llama "Muro de separación". La Corte Internacional de Justicia determinó hace ya más de 10 años que la construcción viola el derecho internacional. No obstante, Israel continúa levantando el muro que, al final, ha de tener un largo de 759 kilómetros.
Imagen: A. Al-Bazz
"Línea de control"
India y Pakistán están separados desde 1971 por una línea de control militar de más de 700 kilómetros en la región de Cachemira. Conocida como "Línea de control", está resguardada en muchos tramos por alambradas de púas y minas. La alambrada, que llega a tener en algunos puntos hasta tres metros de altura, puede ser electrificada.
Imagen: Getty Images/AFP
Frontera de clases
También hay muros que marcan la frontera entre la pobreza y la riqueza. En Lima (foto), una muralla de concreto de tres metros de altura separa un barrio pobre de uno mejor situado. Los peruanos lo llaman el "muro de la vergüenza".
En la capital iraquí hay un muro de cemento de unos cuatro metros de altura y cinco kilómetros de largo. Lo construyó el Ejército estadounidense en 2007 en el barrio de Sadr, de cuño chiíta. También en otras partes de Bagdad hay muros de concreto, que separan sectores sunitas de barrios chiítas.
Imagen: Getty Images/W. Kuzaie
¿Murallas para la paz?
En Irlanda del Norte, el gobierno británico comenzó a erigir en 1969 las llamadas "Murallas de la paz", para separar a católicos de protestantes. En ellas hay pórticos que permiten el paso, que eran cerrados cuando había disturbios. Algunos lugareños afirman que esos muros cimentaron adicionalmente la división en las cabezas de la gente.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Smiejek
Entre el norte y el sur
Desde el término de la guerra de Corea, una zona desmilitarizada separa al norte comunista del sur capitalista. La franja, de unos cuatro kilómetros de ancho y casi 250 kilómetros de largo, se cuenta entre las zonas de exclusión militar más custodiadas del mundo. En algunos puntos hay también un muro a lo largo de la frontera de facto entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Jones
La fortificación europea
También Europa se fortifica. Hungría cierra sistemátiamente su frontera al paso de refugiados desde 2015. Al comienzo, la valla era aún permeable, pero entretanto casi nadie consigue atravesarla. Hungría levanta además un segundo cerco, que ha de discurrir, junto a las instalaciones ya existentes, a lo largo de la frontera con Serbia.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Ujvari
Ceuta y Mellila
En los exclaves españoles de Ceuta y Melilla hay fortificaciones especiales. Quien quiera cruzarlas desde Marruecos, debe superar hasta tres rejas. El paso se ve dificultado además por sensores de movimiento, cámaras infrarrojas y alambradas de púas. Pese a todo, de tanto en tanto se producen asaltos masivos que suelen dejar muchos heridos.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Sempere
Fortificación turca
Turquía se propone construir una fortificación de 511 kilómetros de largo en su frontera con Siria. La mitad ya está lista, según anunció Ankara a fines de febrero de 2017. El muro, de tres metros de altura, estará provisto de alambre de púas y torres de vigilancia.