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"Erdogan quiere provocar a Europa”

Marc Saha
20 de marzo de 2017

El gobierno alemán reaccionó con cierta cautela ante el conflicto con Turquía. ¿Demasiada? No, cree el politólogo Josef Janning. Lo correcto es no dejarse provocar.

Türkei Tayyip Erdogan in Istanbul
Imagen: Reuters/M. Sezer

DW: Sr. Janning, el presidente turco, Erdogan, acusó personalmente a la canciller Angela Merkel de usar métodos nazis. Como experto en política exterior, ¿qué le parecen las reacciones del gobierno alemán a las acusaciones de Turquía?

Josef Janning: En mi opinión, se trata de una reacción calculada en ambos sentidos. En el debate político interno de Alemania, el gobierno federal no quiso que el problema siguiese escalando. Aun así, rechazó las acusaciones. Tuvo que hacerlo porque, de lo contrario, su reputación quedaría dañada. Esas reacciones hacia Turquía estaban calculadas, pero dicha reacción tan tibia provocó aun más a la contraparte turca. Es obvio que Erdogan y su gobierno buscaban provocar una reacción dura desde Alemania y por eso recurrieron a comentarios e insultos.

Desde la perspectiva alemana, esa respuesta comedida está justificada. Si los alemanes o los europeos contestan con dureza a Turquía, ayudarían a Erdogan. Y Berlín no quiere hacerle ese favor. Sin embargo, tampoco se quiere que Ankara actúe precipitadamente en lo referente al acuerdo sobre los refugiados con la UE. Europa necesita este acuerdo y, básicamente, Turquía también.

 

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¿Sería entonces esta postura de contención la mejor estrategia para el gobierno federal hasta que se celebre el referéndum constitucional en Turquía el próximo 16 de abril?

Estas opciones no son particularmente atractivas pero, relativamente hablando, son la mejor estrategia. Tampoco es recomendable trazar líneas rojas en tales situaciones de conflicto, cuando todavía no estamos realmente preparados para acarrear las consecuencias.  El gobierno alemán ha tenido buenos asesores para no replegarse. Hay que mantener el control sobre la escalada en este tipo de conflictos, incluso aunque desde la parte alemana no haya un interés real en dicha escalada.

Josef Janning.

Un país como Alemania debe tener la estabilidad suficiente como para mantener una línea y no dejarse ofender. Declaraciones como las comparaciones nazis que vienen de Ankara terminan volviéndose en contra de su autor. Ningún país de la Unión Europea cree que estas acusaciones contra Alemania sean ciertas.  Se trata de un proceso en curso que aleja a Turquía aún más de su adhesión a la UE. Después del referéndum constitucional se verá si Turquía se aleja todavía más.  Entonces tendrá que ser calificado por la Unión Europea y el siguiente paso sería que se le negara la entrada a la UE.

¿Se ofendería Turquía si se cancelan las negociaciones para su entrada en la UE?

Sí, porque entonces ellos mismos tendrían que sacar una conclusión. Creo que Turquía ya no se esfuerza por entrar en la UE. Pero en cuanto se aparte formalmente, tampoco podrá mantener el acuerdo aduanero con la UE. Entonces se darán los siguientes pasos de cara al cierre de fronteras y eso tendrá importantes consecuencias para Turquía. Su economía necesita al mercado europeo, tener acceso a él y las inversiones que llegan de Europa. Nada puede sustituir a eso, ni siquiera sus estrechas relaciones con Rusia.

Las reacciones más duras vinieron de políticos de segunda fila de la CDU. ¿Son ellos los que pueden expresar lo que Merkel piensa pero no puede decir?

La canciller es la jefa de gobierno y para ella siempre rige la razón de Estado. Los intereses alemanes en política exterior tienen preferencia. Por eso, no es extraño que los políticos del gobierno se muestren más cautos que otros políticos que no están vinculados de esa forma.

¿En qué condiciones podrían Alemania y Turquía volver a una relación normal y quién se debería mover para ello?

Sin duda, una oportunidad es el hecho de que ambas partes estén interesadas en el acuerdo sobre los refugiados. Turquía soporta una carga enorme, y Europa y Alemania quieren ayudarla. Hay un interés complementario sobre el que construir. Pero antes que nada, Turquía tendrá que dar pasos firmes para volver al Estado de derecho. Incluso si Erdogan gana el referéndum y establece un sistema presidencial, eso no significaría el final de las relaciones, siempre y cuando cesen las persecuciones a periodistas, logre controlar la escalación de conflictos internos y recupere la división de poderes. Todo estará más tranquilo después del 16 de abril si Erdogan consigue lo que quiere. Si no lo consigue, Turquía seguirá moviéndose en un estado de excepción mental.

El politólogo Josef Janning es el jefe de la oficina de Berlín del ThinkTank Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

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