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Es la hora de los países emergentes en el G20

16 de noviembre de 2022

Indonesia salva una cumbre del G20 que estaba condenada al fracaso por la guerra de Ucrania. Bali demuestra que los países emergentes exigen más peso a nivel mundial, opina Alexandra von Nahmen.

Narendra Modi y Joko Widodo.
Los jefes de gobierno de India e Indonesia, Narendra Modi y Joko Widodo, en la cumbre del G20 en Bali.Imagen: Kominfo KTT G20 - 2022

"Debemos terminar la guerra". El presidente indonesio, Joko Widodo, abordó la agresión de Rusia contra Ucrania justo al comienzo de la cumbre, marcando el tono de la reunión en la isla de Bali. "Si la guerra no termina, será difícil cumplir nuestra responsabilidad con las generaciones futuras". Su llamado sonó dramático, pero estuvo precedido por meses de mediación diplomática entre bastidores.

Widodo viajó a Moscú y Kiev antes de la cumbre. Se resistió a excluir a Rusia del Grupo de las 20 principales economías, a pesar de que era precisamente lo que muchos en Occidente pedían. Indonesia, que preside el G20 hasta el miércoles (16.11.2022), quería que el encuentro de Bali fuera un éxito.

Indonesia, un anfitrión inteligente y astuto

El hecho de que, en contra de las expectativas, la cumbre haya terminado con una declaración conjunta, una declaración que afirma explícitamente que la mayoría de los miembros del grupo condenan la guerra de Rusia, es un mérito de Indonesia. Los diplomáticos dicen que los anfitriones prepararon bien la reunión y la moderaron con gran habilidad. A pesar de una mala posición de partida.

Se temía que no se acordara nada, porque los frentes estaban muy endurecidos, que Rusia y China  iban a bloquear todos los esfuerzos, y que la mayoría de las economías emergentes rehuirían cualquier crítica al Kremlin. Se temía, en definitiva, que el G20 -un foro que surgió como respuesta a la crisis financiera asiática de los años 90- iba a ser un formato obsoleto. 

Los europeos hablan de éxito

El hecho de que esos temores no se hayan cumplido es algo que también los europeos reivindican como un éxito propio. De hecho, desde el comienzo de la guerra, han tratado de convencer a los países emergentes de que la invasión rusa de Ucrania no fue provocada ni justificada. No se han cansado de señalar que esta guerra es la razón por la que los alimentos escasean y la inflación y los precios de la energía aumentan.

Alexandra von Nahmen es directora del estudio de DW en Bruselas y acompañó la cumbre del G20 en Bali para DW.

Pero los esfuerzos de los europeos, por sí solos, no habrían sido suficientes para cerrar filas en Bali. Las mentiras de Rusia, que afirma que Occidente y sus sanciones tienen la culpa de todo, siguen calando en algunas partes del mundo. Sobre todo en aquellos lugares donde Rusia aprovecha la debilidad de Occidente y el resentimiento antiamericano para expandir su influencia, y Vladimir Putin sigue siendo visto como el hombre fuerte.

Bali como escenario de la reunión de alto nivel entre Xi y Biden

Sin la capacidad negociadora de Indonesia y su ambición de desempeñar un papel importante a nivel internacional, la Declaración de Bali no habría sido posible. Indonesia también preparó el terreno para la reunión de alto nivel entre China y Estados Unidos, que tuvo un efecto desestabilizador y puede haber debilitado un poco el apoyo de Pekín a Moscú. Al menos por el momento.

Ciertamente, al final la declaración es tan solo un trozo de papel. Y, por supuesto, en Bali también se trataba de intereses nacionales tangibles. Los de Indonesia, pero también las de India y otras economías emergentes que liderarán el G20 en los próximos años: India toma el relevo en 2023, Brasil en 2024 y Sudáfrica en 2025. Y ellos quieren que el grupo de grandes economías industrializadas y emergentes adquiera mayor importancia, no que la pierda. Además quieren hablar de igual a igual con las naciones industriales establecidas.

Las mentiras de Rusia siguen atrapando

Esto probablemente no impedirá que India siga aprovechando los descuentos de Rusia en el suministro de energía o que compre armas rusas. Pero el canciller alemán, Olaf Scholz, tiene razón cuando afirma que nuestro mundo será más multipolar en el futuro. Si las naciones industrializadas quieren defender el orden basado en valores, tendrán que cooperar con otras democracias, aunque no coincidan con nuestras ideas en todos los aspectos.

Países emergentes como Indonesia o India han demostrado en Bali que están preparados para ello. Parecen dispuestos a asumir más responsabilidad global. Y esto también ofrece muchas oportunidades para el Norte global.

(gg/ms)

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