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Escándalo de espionaje en la Deutsche Telekom

Luna Bolívar Manaut30 de mayo de 2008

Cuando anunció que despediría a 50.000 trabajadores, a René Obermann, el director de la Telekom, le costó defender la moralidad de su empresa. Ahora, con un caso de espionaje a lo Gran Hermano, la cosa se pone difícil.

La Deutsche Telekom: acusada de espiar a sus propios directivos.Imagen: AP

Parece que las empresas insignia alemanas no quieren dejar de producir escándalos. El pasado 14 de febrero, el entonces jefe de la Deutsche Post, Klaus Zumwinkel, recibió una inesperada visita: no era San Valentín, sino la fiscalía de Bochum, que le inculpaba de estar envuelto en uno de los mayores casos de evasión de impuestos que jamás se haya destapado en Alemania.

Mientras la ex directiva de Siemens se sienta en el banquillo, acusada de haberse gastado 1.300 millones de euros en sobornos, esta semana le ha tocado a la Deutsche Telekom. La fiscalía de Bonn investiga si la compañía de telecomunicaciones por excelencia del país, antiguo monopolio y todavía con participación del Estado, espió a sus propios directivos, y a los periodistas que mantenían contactos con ellos.

Nada que envidiarle a Hollywood

René Obermann llegó en 2006 a la dirección de la Telekom.Imagen: Picture-Alliance /dpa

Quizás, entre 2005 y 2006 al consorcio se le fue un poco la mano, ha reconocido el director de la Telekom, René Obermann. Él personalmente llegó al cargo en 2006 y se enteró de que la compañía espiaba a sus trabajadores en 2007. Obermann no dijo nada. No informó a los afectados, no denunció los hechos, y seguramente habría callado si no fuera porque el pasado fin de semana la revista Der Spiegel le dedicó al asunto un extenso artículo.

“Estoy profundamente consternado. Esta cuestión nos la tomamos muy en serio”, declaró Obermann acto seguido. Al parecer, en su espionaje a lo Hollywood la compañía iba en busca de “zonas permeables”, es decir, del lugar por el que se filtraba información interna a la prensa. Alguien en la Telekom encargó a una empresa de Berlín que comparara los números de teléfonos marcados por sus directivos con los de conocidos periodistas.

La Telekom buscó entre las llamadas de sus directivos los teléfonos de periodistas.Imagen: picture-alliance/ dpa

Y, sin embargo, ésta parece ser sólo la punta del iceberg. El Financial Times Deutschland denunció que ya en el año 2000 uno de sus redactores estuvo en el punto de mira de la Telekom. Según el diario, la compañía habría contratado los servicios de un ex agente secreto de la desaparecida República Democrática Alemana, que no se limitó a analizar la factura telefónica del periodista, sino que le seguió los pasos e intentó grabar con una cámara oculta lo que sucedía en el interior de su despacho.

El periódico Süddeutsche Zeitung suma igualmente nuevos delitos a la lista de acusaciones contra la Telekom. El rotativo publica que la empresa vigilaba las cuentas bancarias de los informadores y sus informantes, y que encargó la elaboración de un software con el que poder determinar, gracias al teléfono móvil, el lugar exacto en el que se encontraban sus espiados. Quedaban así localizables en todo momento.

¿Quién dio las órdenes?

Kai-Uwe Ricke, ex jefe de la Telekom, uno de los principales sospechosos.Imagen: AP

Pero, ¿quién es “la Deutsche Telekom”? Las empresas no espían solas. El detalle no se le ha escapado a la fiscalía, que investiga a ocho posibles culpables. Entre ellos están el predecesor de Obermann en el cargo, Kai Uwe Ricke y, de nuevo, Klaus Zumwinkel: hasta que se descubrió que escondía su dinero en el pequeño principado de Liechtenstein para no tener que contribuir a las arcas del Estado, Zumwinkel, además de jefe de la Deutsche Post, era presidente del Consejo de Administración de la Telekom.

Obermann no se encuentra entre los sospechosos, aunque no falta quien recuerda lo difícil que resulta creer que el espionaje nunca llegase a sus oídos.

Especialmente sensibles

¿Hasta dónde llegarán las consecuencias de este escándalo?Imagen: picture-alliance / dpa

Los escándalos en el mundo de los grandes consorcios caen en Alemania sobre suelo abonado para la más profunda indignación. La inmoralidad en la cultura empresarial se ha convertido desde hace unos años el tema de debate preferido, sólo equiparable a lo mucho que se discute sobre cómo preservar la esfera privada de intrusiones indeseadas, en una época en la que la técnica puede tantas cosas.

En ambas discusiones se ha visto envuelta la Telekom: en la primera cuando Obermann anunció que habría despidos, en la segunda ahora. La compañía que tiene acceso a todos los datos telefónicos y las conexiones de Internet de millones de clientes ha demostrado el valor que le concede al derecho a la intimidad.

Obermann se esfuerza por mostrarse colaborador con la Justicia, en un intento por limitar los daños y achacarlo todo a un pasado oscuro. Y, sin embargo, las consecuencias que este escándalo va a tener para la Telekom no son medibles todavía: no sólo porque la empresa esté perdiendo la cara ante la clientela, sino porque entre sus ámbitos de negocio se encuentran algunos especialmente sensibles, como los servicios de radiotelefonía que ofrece a la policía o los terminales para las tarjetas de los seguros de salud. ¿Se le querrán confiar tales datos?

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