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Vienen con la esperanza de ganar suficiente dinero para ayudar a sus familias. Pero una vez en Singapur, están a merced de la suerte. A muchas les quitan su pasaporte. Más de 200.000 sirvientas trabajan detrás de brillantes fachadas en Singapur, viven como en la cárcel: a disposición las 24 horas del día, los 7 días de la semana, las vacaciones no existen.