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Escudos humanos por la paz en Bagdad.

26 de marzo de 2003

Los últimos alemanes que han quedado en Bagdad participan en el movimiento de los escudos humanos contra la guerra en Irak.

Las pesadillas acechan cada noche en BagdadImagen: AP

Fred Klinger, activista del movimiento católico Pax Christi, partió hace dos semanas desde Berlín con cinco compañeros más para aportar su granito de arena al movimiento contra la guerra en Irak. Fletaron un autobús para ir a Bagdad en calidad de escudos humanos. Tras saber que su misión solo podía realizarse siempre y cuando se mantuviesen alejados de los edificios militares, sedes de comunicaciones y refinerías de petróleo, cuatro de los compañeros retornaron defraudados a su tierra. Fred Klinger se quedó en Bagdad con un amigo. Su misión personal, ayudar y documentar lo que pasa en Bagdad.

Panorama desolador

"Lo más terrible es la facilidad con la que uno se acostumbra al día a día de la guerra" dice Klinger. Desde hace cuatro días, duermen en un bunker construído bajo el Hotel Andalus en Bagdad. Pasan las noches con un sueño intermitente, interrumpido por los ataques. En la noche del domingo 23 de marzo al lunes, contó entre 20 y 30 impactos de misiles. "Te despiertas subitamente, y cuando te das cuenta de que todavía vives y no te ha pasado nada, vuelves a sumirte en un sueño profundo", cuenta Klinger.

El voluntario no se reserva cuando describe la situación en Bagdad: "La ciudad está ahora mismo cubierta por el humo que desprenden los pozos de petróleo que arden en los alrededores. Los intervalos entre los bombardeos de los aliados son cada vez más cortos y ya no sólo atacan en la noche sino que los misiles caen también durante el día. Los alimentos están cada vez más racionados pero todavía hay un mercado donde se pueden cambiar alimentos. El agua es el gran problema. Los iraquíes excavan en cualquier sitio en busca de agua, temiendo que se acabe.

Aguantan la situación estoicamente pero esta actitud sólo es una máscara. Los hospitales están llenos de niños nacidos prematuramente y los hombres padecen de insomnio y estrés. Ya quedan pocos medicamentos y los que hay sólo se pueden conseguir en el mercado negro."

Alemán en Bagdad

Klinger se siente como una estrella en Bagdad. Según cuenta, una vez fue detenido en las cercanías de un edificio destruido y acusado de ser un espía estadounidense. Cuando el militar iraquí supo que era alemán, se disculpó . "Cuando digo que soy alemán, todo el mundo me rodea y me muestran su júbilo. Me invitan a tomar té y se deshacen en abrazos" dice el voluntario alemán.

Como escudo humano siente mucho miedo. Incluso los militares de Irak temen que lo peor todavía está por venir pero el no se echa atras en su decisión: "Cuanto peor se ponga la cosa, más importante es mi labor aquí. Alguien tiene que estar aquí para contar de primera mano lo que pasa en la guerra." Su motivación es su fé en Dios. Es católico creyente. "Lo que más echo de menos cuando estoy en el bunker, es el hogar. Ahora no hay ninguna posibilidad de huir de Irak pero aun así, creo que mi decisión de venir aquí, fue correcta".

Actualmente quedan unos 200 escudos humanos en Bagdad. Jóvenes y mayores que quieren protestar contra lo que consideran una injusticia. Italianos, turcos, franceses, australianos, austriacos y demás nacionalidades que se han unido con un objetivo común. Parar la guerra.