España envió de vuelta a Marruecos a 1.500 de los 6.000 migrantes que desde el lunes han ingresado al vecino enclave español de Ceuta, anunció este martes el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
En declaraciones a la televisión pública española, el ministro adelantó que continuarán las devoluciones para "revertir la situación".
En relación a los alrededor de 1.500 menores que se encuentran entre los inmigrantes llegados a Ceuta, Grande-Marlaska dijo que para su protección se aplicarán "la ley, los tratados internacionales y nuestros convenios con Marruecos".
También explicó que llegarán a la ciudad norteafricana 200 efectivos, 150 policías nacionales y 50 guardias civiles, para complementar la plantilla de 1.100 que se encuentran allí con carácter ordinario.
Asimismo, destacó que se ha organizado la intervención en patrullas conjuntas con las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad ciudadana.
Presión migratoria constante en Ceuta
La presión migratoria fue constante a lo largo de toda la jornada del lunes en Ceuta y las autoridades de la ciudad están realizando con el Gobierno español todas las "acciones necesarias" para "revertir la actual situación y volver cuanto antes a la normalidad", según fuentes oficiales.
Unidades del Ejército español de Tierra trabajan ya en coordinación con otras fuerzas de seguridad, Policía y Guardia Civil, en el control de las entradas de migrantes, que llegaron a nado o bordeando a pie los espigones fronterizos con Marruecos.
A lo sucedido en Ceuta se une además las decenas de inmigrantes subsaharianos que esta madrugada saltaron la valla fronteriza entre España y Marruecos en Melilla, también ubicada en el norte de África.
El presidente autonómico de Melilla, Eduardo de Castro, ya expresó el lunes la preocupación de su gobierno por la entrada masiva que se estaba produciendo en Ceuta.
Sin planes de vacunación para los refugiados a las puertas de Europa
02:54
A lo largo de 2021 se han registrado entradas a nado desde Marruecos, la más reciente el pasado 27 de abril, aunque desde hacía 15 años no se producía una llegada masiva como la de ese lunes en una sola jornada y ante la falta de vigilancia costera por parte de las autoridades marroquíes.
Sin embargo, la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, aseguró el mismo día que no le consta que lo ocurrido pueda ser una medida de presión de Marruecos por la presencia del líder del Frente Polisario Brahim Ghali en un hospital español.
Publicidad
Pedro Sánchez cancela un viaje a París por la situación migratoria en Ceuta
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, canceló un viaje a París que tenía previsto para este martes por la situación en el enclave español de Ceuta, según anunció el gobierno.
Por "los últimos acontecimientos ocurridos" en Ceuta, Sánchez canceló su viaje a París para participar en una cumbre sobre África y "hará una declaración institucional" luego de un consejo de ministros en la mañana del martes, informó en un comunicado el gobierno español.
CP (efe, afp)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.