El auge del nacionalismo español en el contexto del desafío independentista en Cataluña no es para todos un síntoma de unidad del país.
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Cualquiera diría que Madrid está de celebración nacional. Los balcones de la capital española lucen estos días tantas banderas que cualquier persona ajena a la actualidad política del país podría pensar que alguna selección deportiva española acaba de ganar un importante trofeo internacional. Sin embargo, a veces aparece alguna bandera catalana (no independentista), como la de la calle Toledo del madrileño barrio de La Latina, que aclara al transeúnte despistado la razón de tal exhibición de orgullo patrio: el desafío independentista en Cataluña.
El problema es que, en España, los símbolos nacionales son para muchos todo lo contrario a un emblema de unidad social y política. La historia de la guerra civil, el franquismo y la transición pesan sobre símbolos como la bandera o instituciones como la monarquía. Es raro, por ejemplo, ver a la izquierda ondear la bandera rojigualda. Por eso no son pocos, entre la ciudadanía de a pie, los que se sienten incómodos cuando pasan junto a la gigantesca bandera que cubre la fachada del céntrico Teatro Barceló.
"Tengo la sensación de que lo que esos dos nacionalismos, el español y el catalán, están haciendo es separarnos cada vez más y que haya menos posibilidades de diálogo”, explica Rocío, estudiante andaluza en la capital.
De acuerdo con una reciente encuesta publicada por el diario El Mundo, el 57,4% de los españoles está a favor un referéndum pactado en Cataluña sobre la secesión. Ahora mismo, sin embargo, esta opción parece más lejana que nunca, tras la declaración de independencia catalana y la aplicación del polémico artículo 155 de la Constitución. Ambos, para Rocío, son reflejo de la "postura inamovible y radical” por parte de Madrid y Barcelona.
El discurso de "nosotros contra vosotros”
"Se está manipulando intencionadamente lo de abrir brechas y ensalzar el discurso de nosotros, los españoles, frente a vosotros”, opina Carmen, una madrileña que trabaja en el ámbito de la comunicación. Ella cree que, en el fondo, "todo esto sirve para tapar corrupción por ambos lados, tanto en Cataluña como aquí”.
En su opinión, la clase política no ha estado a la altura de la situación. "Hay un movimiento de exhibir que todos los buenos están a un lado, ya sean independentistas o ‘constitucionalistas', y los demás son el enemigo”. La consecuencia, explica, es que el gobierno de Mariano Rajoy está "más reforzado que nunca”. Y añade: "No sé cuál es el precio que vamos a pagar”.
Cierto es que no todos piensan que una posible brecha social, cada vez más clara en Cataluña, esté trasladándose a otras partes de España. "Creo que hay más unidad ahora que antes”, afirma Diego. Aunque reconoce que el gobierno central ha actuado de manera "inadecuada”, él está convencido en que el grueso de la culpa recae sobre los políticos independentistas: "Ellos son los verdaderos culpables, porque han generado un discurso en torno a la mentira sobre datos económicos, históricos, etcétera”.
Para este joven jurista, es difícil aventurar una solución al desafío que afronta el país. "Yo creo que la solución pasa por una reforma constitucional”, subraya, pero agrega: "Ahora bien, tampoco vale decir, como hace el Partido Socialista, reforma constitucional y ya está”. A su juicio habría que poner sobre la mesa qué artículos del texto constituyente se quieren modificar y cómo.
Una brecha entre España y Cataluña
A muchos les preocupa que un auge nacionalista español abra un hueco a la extrema derecha, que ha protagonizado algunos incidentes en las últimas semanas en diferentes ciudades españolas. El escritor Luisgé Martín, por su parte, cree que esa ventana se ha cerrado a tiempo, pero que sí se ha abierto una brecha entre Cataluña y el resto de España.
"La reconstrucción de los afectos, que es algo que parece muy tonto y sentimental, pero que no lo es, va a tener mucho trayecto”, analiza Martín. "Ojalá me equivoque, pero yo diría que esto es una cosa de generaciones”.
Ahora las esperanzas están enfocadas en las elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre. Este escritor madrileño confía en que empiece a haber "proposiciones razonables” por parte de la clase política, a quienes acusa de haber llevado a España a la situación actual. "En todos estos meses no hemos sabido de qué estábamos discutiendo exactamente”. E ironiza: "Se ha hablado del sexo de los ángeles”.
Una solución a largo plazo, sin embargo, requerirá probablemente algo más que unas elecciones regionales. Quizás lo más difícil sea reparar la convivencia. Y, por esta razón, a españoles como Rocío les incomoda este desfile de banderas: "Parece un partido de fútbol en el que cada uno va con su equipo y nadie está dispuesto a mezclarse con el otro, a hablar con él. O simplemente a entenderlo y respetarlo”.
Enrique Anarte (er)
Origen histórico del independentismo en Cataluña
Ante la escalada de tensión en torno al movimiento independentista de Cataluña, repasamos los momentos históricos de esta comunidad autónoma española en los que ha contado con distintos grados de autonomía.
Imagen: Reuters/A.Gea
Cataluña: concentración de población
Cataluña es la segunda comunidad autónoma más poblada de las 17 comunidades autonónomas de España. Situada en el nordeste de la península Ibérica, tiene una población de más de 7 millones y medio de habitantes que viven en las cuatro provincias que la componen: Barcelona, Girona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona, y su área metropolitana, aglutina a dos tercios de la población catalana.
Pasado colonial diverso
Cataluña vivió la colonización de los pueblos fenicio, etrusco y griego. Los griegos se establecieron en Rosas y también en Ampurias (foto), que tuvo una gran influencia en el territorio hasta la llegada de los romanos. Estos levantaron infraestructuras y ciudades, tal como hoy las entendemos. Fue una posesión del Imperio hasta que pasó a manos de los visigodos.
Imagen: Caos30
Condados catalanes, dominio independiente
Cataluña fue conquistada por los musulmanes que fueron expulsados con el apoyo de Carlomagno. Los llamados condados catalanes se convirtieron, con el tiempo, en un dominio independiente y se confederaron en 1137 con la Corona de Aragón, a raíz de una unión dinástica entre Aragón y Cataluña. En el siglo XIII y principios del XIV la Corona se expande con las conquistas de Mallorca (foto) y Valencia.
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Conservando autonomía hasta la Sucesión
En el siglo XIII surgen instituciones como la Diputación del General (Generalitat de Cataluña), las Cortes Generales y administraciones locales, como el Consejo de Ciento de Barcelona. La Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla en 1476, pero conservó sus instituciones autónomas de gobierno hasta el final de la Guerra de Sucesión Española (1714), posterior a la de los Segadores (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Cada 'Diada' se celebra una derrota
Con la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, el rey Felipe rey promulgó el Decreto de Nueva Planta y se abolieron los privilegios nobiliarios, los fueros locales y las instituciones de autogobierno que eran respetadas por la Casa Austria en todos los reinos declarados austracistas. Cada 11 de septiembre (foto) se recuerda la abolición de las instituciones y libertades civiles catalanas.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Gene
Falta de apoyo a la figura monárquica
El Sexenio Revolucionario trajo el fin del reinado de Isabel II de España y la restauración de la dinastía borbónica en 1875. Con la redacción de la Constitución de 1869 surgió el problema de en qué figura debía recaer la monarquía española. Amadeo de Saboya fue elegido como Monarca constitucional en 1871. Lo fue hasta el 1873, al abdicar por falta de apoyo y la tercera guerra carlista (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Un federalista al frente de la Primera República Española
Tras la abdicación de Amadeo I, el 10 de febrero de 1873, se proclamó la Primera República Española que apenas duró un año. El republicanismo estaba dividido entre aquellos que querían una República unitaria (con un único gobierno para todo el país) y una federal (en la que los estados autónomos se ponen de acuerdo para crear un Estado de rango superior) como Francisco Pi y Margall (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Intento de creación de un Estado Catalán
La República tuvo que hacer frente a dificultades como las confrontaciones entre los republicanos unitarios y los federalistas, así como el intento de Cataluña de crear un Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 restableció la Monarquía Española y la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII de España (foto).
Imagen: picture-alliance/Quagga Illustrations
El catalanismo republicano en lucha
Entre 1923 y 1930, la dictadura del General Primo de Rivera se instauró en España, con el apoyo del rey Alfonso XIII, el Ejército, de la burguesía, los terratenientes y la Iglesia. No obstante, Cataluña se convirtió en uno de los focos más activos de oposición a la dictadura con el crecimiento del catalanismo republicano cuyo líder, Francesc Macià, (foto), fue el luchador más comprometido.
Guerra Civil, consecuencia de poner fin a la Segunda República
En la Segunda República, diputados catalanes elaboraron el Estatuto de Núria que fue aprobado en las Cortes Españolas en 1932. Ese año, Macià fue ratificado como presidente en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Luego fue sucedido por Lluís Companys en el cargo hasta el final de la Guerra Civil (1936-1939) que se produjo tras el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno de la II República.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Pérdida de libertades
El franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos no afines al régimen, la supresión del Estatuto de Autonomía (que ya había sido suspendido por el Gobierno de España entre octubre de 1934 y febrero de 1936) y sus instituciones derivadas y la persecución de la lengua y la cultura catalanas.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Recuperando autonomía con un nuevo estatuto
Después de las primeras elecciones generales tras el término de la dictadura, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat con José Tarradellas al frente. Este formó un gobierno de concentración (1977-1980) con doce consejeros para redactar el estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y convocó elecciones al Parlamento de Cataluña (foto) donde fueron elegidos los primeros 135 diputados.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que define a Cataluña como nacionalidad y reconoce el catalán como lengua propia, era superior al de 1932 en aspectos como enseñanza y cultura, pero inferior en otros, como justicia, finanzas y orden público. Tras su promulgación, se celebraron las primeras elecciones catalanas en 1980. Jordi Pujol estuvo al frente de la Generalitat hasta el 2003.
Imagen: Jose Gayarre
El auge de una reivindicación
El independentismo creció en los últimos años debido a los recortes del Tribunal Constitucional al nuevo Estatuto aprobado en 2006 y que establece una nueva
relación prácticamente federal con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal que sufre Cataluña con un sistema similar al concierto vasco.
Imagen: Reuters/A.Gea
Primer intento: 9N
Las manifestaciones multitudinarias a favor de la independencia siguieron creciendo en 2013 y 2014 y forzaron a Artur Mas, que firmó un acuerdo de gobernabilidad con ERC, formación política que quedó segunda en escaños por primera vez en la historia posfranquista, a convocar una consulta sobre la independencia en el 2014. La votación se llevó a cabo finalmente el 9 de noviembre de 2014.
Imagen: Reuters/G. Nacarino
Duelo de titanes
En enero de 2016, a raíz del acuerdo entre Juntos por el Sí (formado por Convergencia Democratica de Cataluña y Esquerra Republicana de Cataluña, entre otros) y la CUP, Mas fue sustituido por Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Puigdemont ha continuado el proceso independentista convocando un nuevo referéndum para el domingo 1 de octubre, rechazado por el gobierno de Rajoy.