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España no quiere perder a Cuba... otra vez

22 de noviembre de 2018

Descartado ya un encuentro entre Pedro Sánchez y la oposición cubana en la isla, esta visita focaliza la búsqueda de acuerdos en el terreno económico para favorecer a las 250 empresas españolas con negocios en Cuba.

Spanien Sozialisten bestimmen Pedro Sanchez zum neuen Parteichef
Imagen: Getty Images/AFP/C. Quicler

Las estrategias de Cuba y España para esta visita de dos días del presidente español Pedro Sánchez a La Habana son muy claras: Madrid, según acaba de informar al Senado esta misma semana el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, pretende  "pasar página" y recuperar el diálogo político y económico bilateral roto en 1996 durante el primer mandato presidencial de José María Aznar.

Quienes consideran que esta visita es un espaldarazo al régimen cubano, ya se sienten dueños de la verdad desde que se anunció que el mandatario español no se reunirá con ninguna figura de la oposición, justificándose en que ningún otro mandatario europeo lo ha hecho en los últimos años. Estos críticos se sienten burlados: el ejecutivo español dice que su interés es mantener una "actitud dialogante y una presencia activa, pero también exigente y crítica", y sin embargo persiste en el viejo discurso de que aunque resulta negativo que el gobierno cubano no respete la pluralidad de partidos, sí posee avances considerables en sanidad y educación. La Moncloa también se manifiesta esperanzada de que la nueva Constitución cubana cambie definitivamente el panorama en la isla y está dispuesta a esgrimir el espinoso tema de los derechos humanos sólo cuando se adecuen las relaciones bilaterales porque, según Borrell, es prioritario resolver el "gran desequilibrio entre la importancia de nuestros intereses y la carencia de instrumentos para defenderlos".

Este mismo año, Alfredo Bonet, director internacional de la Cámara de Comercio de España, aseguraba en una feria en La Habana que "Cuba  es un mercado y un país de futuro, y cuando se integre finalmente en el mercado global, las empresas españolas tenemos que estar en primera línea". Y Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana y tradicional vocero intelectual del gobierno cubano, en un mensaje a quienes se oponen en España a cualquier tipo de acercamiento con el gobierno cubano, escribía que "en 1898 España perdió Cuba, pues en vez de otorgarle la soberanía al pueblo cubano, como debió ser, se la cedió a EEUU. Eso nunca debió ocurrir. Se decía: más se perdió en Cuba. Todavía muchos se lamentan por haberla perdido y esa es la causa por la que también la quieren suya... España no debe perder Cuba por segunda vez".

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Los intereses económicos de España desde 1959 han puesto en último lugar la situación social en la isla. Eso explica las buenas relaciones que siempre existieron en esos ámbitos entre Fidel Castro y el general Franco. También explica que, mientras el gobierno revolucionario expulsaba a miembros de la Iglesia católica por sus críticas a la Revolución, La Habana tendía puentes comerciales con Madrid, solicitaba la asesoría en el terreno de la explotación agrícola, marítima y urbanística, y sentaba las bases para la utilización del desarrollo económico que comenzaría a tener España tras la caída del franquismo, inicialmente como una especie de plataforma comercial en Europa de los productos cubanos. 

Tema recurrente en los últimos encuentros entre representantes del sector empresarial español y sus socios en la isla, ha sido la necesidad de superar la desconfianza de los inversores debido a las deudas no pagadas por el sector público cubano a muchas de las empresas peninsulares, algo que podría seguir siendo un problema por la profunda crisis que atraviesa Venezuela, el principal socio de Cuba en la región. En 2015, en virtud de los Acuerdos de París, el gobierno español perdonó a La Habana 400 millones de dólares de esa deuda, dinero que a través del instrumento financiero COFIDES serviría para ofrecer préstamos a empresas españolas interesadas en invertir en la isla. En esta visita se prevén nuevos convenios en ese ámbito.

España es el tercer socio comercial de Cuba, después de China y Venezuela, al exportar a la isla alrededor de 900 millones de euros anuales en diversos productos, desde alimentos hasta piezas y maquinaria. Es muy simbólico que Pedro Sánchez se hospede en uno de los hoteles que Washington acaba de sancionar por ser gestionados por la cúpula militar cubana. Pero aún más que esa "señal de rebeldía", incluso la agenda del mandatario español ofrece señales claras que priorizan el interés económico: a las 250 empresas asentadas en la isla y a los programas ya firmados para el 2018/2019 por el Comité Bilateral de Cooperación Hispano-Cubano, ambos gobiernos ya han anticipado la firma de convenios en la actividad turística, comercial y las comunicaciones, porque "España debería ser el primer socio de Cuba", dijo María Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo, que acompaña a Sánchez en este viaje.

Las cercanías históricas entre ambas naciones tienen peso. El 52% de la población cubana es de origen español y pronto serán 200.000 los cubanos/españoles viviendo en la isla, una vez que se resuelvan los restantes expedientes de petición de nacionalidad. España podría volver a ser, como antes de 1959, el "socio más querido" y Cuba recuperaría su condición de "perla más preciada de la Corona".

(er)

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