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España, la ultraderecha no avanza

Santiago Saez
31 de mayo de 2017

A diferencia del resto de Europa, la ultraderecha española no ha logrado convencer al electorado. La eurofilia, la cultura de integración y las lecciones del pasado parecen frenar el avance político del ultraderechismo.

Spanien | Demonstration der rechtsextremen Vereinigung Hogar Social Madrid
Imagen: Getty Images/AFP/C. Manso

El 22 de marzo de 2016, horas después de que el mundo estuviese consternado por los dos ataques terroristas en Bruselas que se cobraron la vida de 35 personas, los ultranacionalistas del Hogar Social Madrid hicieron detonar granadas de humo fuera de la mayor mezquita de Madrid con pancartas, donde se podía leer: "Hoy Bruselas, ¿mañana Madrid?”.

Pero este ataque no se extendió a otras mezquitas o a centros de refugiados en ningún otro lugar de España. El grupo incluso negó en el juzgado que había sido un ataque, sino una manifestación pacífica contra "un centro usado para reclutar terroristas”.

Meses antes, el partido de extrema derecha  Vox se desplomó en las elecciones generales, una época de gran fragmetación política. En las encuestas, los españoles mostraban su insatisfacción con los partidos tradicionales, la corrupción y el desempleo.

Sin embargo, Vox, ni tan siquiera obtuvo un escaño, solo logró el 0,23 por ciento de los votos. España sigue siendo una excepción ante la propagación de partidos de ultraderecha en muchos países de Europa, incluyendo a los muy progresistas, como Holanda y Dinamarca.

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La desigualdad persiste

No es por la carencia de racismo. España es tan racista como cualquier otro país de la UE, dice Moha Gerehou, un periodista y activista de los derechos de los inmigrantes y presidente de SOS Racismo Madrid, una ONG que trabaja para erradicar la xenofobia en la capital y sus alrededores.

"Las señales son las mismas, desde el perfil racial hasta las dificultades para alquilar un casa o conseguir trabajo”, dice a DW. Las encuestas, sin embargo, reflejan un descenso del sentimiento xenófobo desde que el desempleo y la crisis económica ahuyentaron a un gran número de trabajadores extranjeros.

Se trata de un modelo exitoso de integración de los gitanos, una de las etnias que más se enfrenta a la discriminación en Europa, dice Sara Giménez, de la Fundación Secretariado Gitano. El país ha estado cosechando los frutos de años de políticas efectivas.

"La desigualdad persiste, pero nuestra situación es mucho mejor que en otros países europeos. Esto tiene que ver con que se ha hecho algo bien durante años. Hemos tenido excelentes políticas de inclusión social durante décadas y estamos viendo ahora cómo funcionan”.

En España hay también menos islamofobia que en sus países vecinos, dice Carmen Gonzáles-Enríquez, investigadora del Real Instituo Elcano, un think-tank. Los marroquíes, por ejemplo, han sido una de las comunidades más grandes de inmigrantes en España durante décadas y, aunque sufren discriminación, no se les asocia con el terrorismo.

Moha Gerehou, presidente de SOS Racismo.Imagen: DW/S. Sáez

España aislada

Los españoles parecen indentificarse con la Unión Europea o por los menos parecen valorarla. Mientras que el euroescepticismo aumenta, los españoles son unos de los seguidores más entusiasmados del sistema en Bruselas en Europa.

González-Enríquez cree que la razón radica en el pasado: "Durante la dictadura franquista, España estaba internacionalmente aislada y la mayoría de los españoles anhelaba formar parte de Europa. Consideramos que la globalización es positiva, mientras que un gran número de franceses piensa que es perjudicial”.

La ditactura de Franco tuvo otro efecto que entorpece el desarrollo de los partidos de ultraderecha, dice: el régimen sobreutilizaba símbolos nacionales y de identidad, "originando un contramovimiento que persiste en la actualidad”. Esto se expresa a través de una reacción social contra el uso de símbolos, como la bandera.

La población española parece no sentirse atraida por la ultraderecha, como el partido Hogar Social Madrid.Imagen: Getty Images/AFP/C. Manso

No hay lugar para la ultraderecha

Otra razón que impide que Vox y otros partidos se conviertan en una fuerza política a tomar en cuenta es el partido conservador Partido Popular (PP). Xavier García Albiol, líder del PP en Cataluña y alcalde de Badalona, llamó la atención por sus comentarios xenófobos hacia los gitanos rumanos, diciendo que eran una "plaga”.

Este tipo de expresiones no deja más espacio para partidos de orientación más de derecha que el PP, cuyo líder es el presidente de España, dice Moha Gerehou. "El discurso racista ha sido asumido por el PP. Mientras que los líderes del PP no son tan directos como Marine Le Pen, muchas de sus políticas podría fácilmente estar firmadas por el Frente Nacional”.

Carmen Gonzalez-Enriquez está de acuerdo, pero piensa que los votantes de ultraderecha no representan una masa crítica: "La gente con estas ideas o se abstienen o votan a los conservadores, pero no son tan fuertes como para influir en la política del PP”.

Sin embargo, esto podría cambiar. Para los que están trabajando sobre el terreno, la ultraderecha es una verdadera amenaza, representada por grupos de neonazis, como el Hogar Social Madrid, pero también en las oficinas de bienes raíces, donde a los blancos se les ofrecen mejores tratos que a los negros, y en el discurso de líderes como Xavier García Albiol.

 

Santiago Saenz (RMR/EL)

 

 

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