España: vuelven a casa los últimos soldados desde Afganistán
7 de mayo de 2021
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Los últimos 24 militares destacados en Afganistán volverán el próximo jueves a España tras 19 años de misión en el país asiático, una operación en la que han participado un total de 27.100 efectivos españoles y que ha costado la vida a 100 militares y 2 policías.
El Ministerio de Defensa explicó que para recibir a estos 24 militares, a los que acompañarán dos intérpretes locales, se organizará el próximo jueves 13 por la tarde un acto en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), donde aterrizará el avión que les transportará desde Afganistán, poniendo fin así a la operación internacional más larga en la que ha participado España.
Allí se celebrará un homenaje a los caídos con la asistencia de la ministra Margarita Robles, que rendirá tributo a los 100 militares, 2 policías y 2 intérpretes fallecidos en el país. Las tropas españolas llevaban en Afganistán ininterrumpidamente desde enero de 2002, cuando llegaron los primeros 350 militares a Kabul, en ese momento bajo la operación Libertad Duradera, liderada por Estados Unidos para luchar contra los talibanes tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, y en la coalición Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) aprobada por la ONU.
En agosto de 2003, la OTAN asumió el mando de la ISAF y en 2011 comenzó a traspasar la seguridad del país a las fuerzas afganas. Dos años después, España asumió el mando de la base de la localidad de Herat, donde puso en marcha un hospital de campaña Role 2E, y se hizo cargo del equipo de reconstrucción provincial en Qala-i-Naw.
La mayor aportación de España a la ISAF se alcanzó en 2010, tras la aprobación por el Congreso de un despliegue máximo de 1.549 efectivos. Un total de 50 países llegaron a integrar la misión, que en 2011 contó con el máximo de soldados desplegados, 140.000.
El grueso de las tropas españolas salió del país la última semana de octubre de 2015, tras casi 14 años de misión. Después del arriado de bandera el 24 de octubre en la base de Herat, en un acto presidido por la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, permanecieron en el país 95 militares que, en abril de este año, habían reducido su número a 24 efectivos.
Estos efectivos estaban desde 2018 bajo el Mando de Operaciones Especiales y se dedicaban a adiestrar a los afganos en este tipo de operaciones y a prestar protección y seguridad al personal desplegado. (EFE)
La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Hossaini
Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
Imagen: Reuters
La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
Imagen: Getty Images/AFP/B. Smialowski
Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Shirzad
Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
Imagen: DW/H. Hamraz
El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
Imagen: Reuters/O.Sobhani
Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.