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¿Está América Latina preparada para el cambio climático?

Diego Zúñiga | Kira Schacht
26 de agosto de 2024

Las catástrofes generadas por el cambio climático van en ascenso, y las ciudades latinoamericanas están especialmente expuestas. ¿Qué se puede hacer para enfrentar este desafío?

Un poste del alumbrado público pende sobre una avenida en Santiago.
A comienzos de agosto de 2024, vientos de más de 100 kilómetros por hora causaron estragos en Santiago de Chile. Imagen: Esteban Felix/AP Photo/picture alliance

Vientos de hasta 124 kilómetros por hora, lluvia y caos en la ciudad. A comienzos de agosto de 2024, Santiago de Chile vivió una de esas jornadas que difícilmente se olvidan. Una tormenta como pocas veces se habían visto azotó a la capital chilena, dejando cientos de miles de hogares sin luz y una sensación rondando en el ambiente: si el cambio climático depara este tipo de sorpresas, ¿estamos realmente preparados para enfrentarlo en las urbes latinoamericanas?

La pregunta es legítima porque la realidad de la región, con sus vaivenes, tiende a ser similar. Y las sequías, los deslizamientos de tierra, las inundaciones, las altas temperaturas y otros fenómenos seguirán golpeando, y cada vez con más frecuencia. "El caso reciente de Santiago se explica por varios factores, pero efectivamente demuestra que debemos prepararnos mejor frente a eventos más extremos que podrían seguir sucediendo", dice a DW Elizabeth Wagemann, directora del Laboratorio Ciudad y Territorio (LCT) de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, en Chile.

"Por un lado, fue un evento climático más agudo de lo que se acostumbra en la región. Y, por otro lado, dejó en claro la necesidad de robustecer la revisión constante del estado de los árboles, así como atender a la fragilidad del sistema eléctrico. En ese sentido, es importante mejorar la planificación frente a este tipo de eventos, lo que debe ir acompañado no sólo de normativas, sino también de importantes inversiones para hacer nuestras ciudades más resilientes", explica la especialista.

Las ciudades verdes son la respuesta

"Hace años se sabe que adaptar nuestras ciudades es clave para estar lo mejor preparados posible frente a los escenarios que plantea el cambio climático. Esta, sumada a sistemas de alerta temprana, es la mejor manera de proteger la vida de los habitantes y de evitar pérdidas millonarias ante cada evento extremo", explica a DW Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace para Colombia.

Según datos de la Universidad del Ruhr, de la ciudad de Bochum, en Alemania, las ciudades de Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, México, Venezuela y toda Centroamérica tienen un alto grado de exposición a distintos tipos de catástrofes naturales, la mayoría de ellas agravadas por el cambio climático. A la vez, Perú, Colombia y México son especialmente vulnerables a estos escenarios debido a carencias en la capacidad adaptativa de sus urbes.

"Las ciudades verdes favorecen la infiltración del agua en el suelo, disminuyendo el riesgo de inundaciones. La vegetación urbana desempeña un papel fundamental como medio de interacción social, recreación y ocio, así como de salud y bienestar emocional. La naturalización de las ciudades es una herramienta dentro de las estrategias que impulsan la transición hacia modelos de ciudad más compactas, saludables, resilientes, sostenibles e inclusivas", sostiene Gonzalo de la Fuente de Val, ecólogo paisajista y doctor en Ciencias Biológicas español.

Las amenazas silenciosas

Desde Chile, Wagemann señala que el nivel de exposición de las ciudades a las catástrofes depende de numerosos factores. "Las ciudades costeras se pueden ver afectadas por marejadas y subidas del nivel del mar, las ciudades en zonas más secas y calurosas podrán enfrentar sequías y olas de calor, mientras otras se verán afectadas por incendios forestales, por lluvias intensas e inundaciones. Incluso hay ciudades que podrán verse afectadas por más de una de estas amenazas". La especialista sostiene que, si bien se han realizado progresos, muchas veces la magnitud de los hechos sobrepasa cualquier planificación.

Un estudio de Instituto de Recursos Mundiales publicado a fines de 2023, por ejemplo, muestra cómo el cambio climático impactará en las temperaturas de las ciudades, y cuánto aumentarán los días con máximas superiores a 35 grados en la región. Con un aumento global de 2 grados, amplias zonas de Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela tendrán recurrentes oleadas de calor, un fenómeno que afectará principalmente a los estratos más vulnerables, que cuentan con menos capacidad de reacción ante estos fenómenos.

Este escenario es el de una amenaza que Wagemann llama "silenciosa" porque "afecta de manera importante tanto a infantes como a personas mayores". También la escasez hídrica entra en esa categoría, sostiene. Para ella, la región está prácticamente forzada a invertir en hacer más resilientes sus ciudades: "La preocupación sobre la resiliencia ya no es un debate académico, porque las personas se han visto afectadas" ya por las catástrofes, sostiene. 

Por ello, De la Fuente de Val cree que es necesario que las autoridades entiendan que las ciudades verdes son imprescindibles para enfrentar los peores escenarios. "Los espacios verdes urbanos públicos actúan como barreras naturales que amortiguan los impactos climáticos. Estos espacios reducen la temperatura mediante la absorción de CO2 y la creación de áreas de sombra, lo que mitiga el efecto isla de calor, característico de las zonas urbanas densas", explica.

(rml,ers)

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