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La flor atrapada en ámbar más grande alguna vez descubierta

19 de enero de 2023

Una flor descubierta hace unos 150 años ha sido identificada como una nueva especie y podría dar pistas sobre los ecosistemas y climas del pasado. Se estima que quedó capturada hace casi 40 millones de años.

Flor en ámbar
La flor estuvo durante unos 150 años con una clasificación errada.Imagen: Carola Radke/Museum für Naturkunde Berlin

Dos investigadoras determinaron que la flor atrapada en ámbar más grande alguna vez encontrada pertenece a una especie diferente a la que se creía, según detallan en un reciente estudio publicado por la revista Scientific Reports.

Hace unos 150 años, el botánico Robert Caspary la clasificó como una flor del género Stewartia, por lo que recibió en ese entonces el nombre de Stewartia kowalewski.

Sin embargo, desde entonces, el especímen de casi 40 millones de años hallado en los bosques bálticos del norte de Europa no ha sido investigado ni analizado con las herramientas modernas.

Dudas sobre su clasificación

Las investigadoras Eva-Maria Sdowski y Christa-Charlotte Hofmann tenían sus dudas sobre la clasificación de esta flor, que estuvo durante más de 100 años en el Museo de Historia Natural de Berlín.

La flor atrapada en ámbar, que tiene unos 28 milímetros de ancho, se encuentra sorprendentemente muy bien conservada. Por eso fue posible extraer restos de polen y examinarla en detalle.

Luego de sus observaciones, las especialistas determinaron que no se trata de una planta del género Stewartia, sino que pertenece a las Symplocos, de una rama familiar diferente que puede encontrarse en Asia.

Una forma de entender el clima y botánica del pasado

Por lo tanto, las expertas sugieren cambiar su nombre a Symplocos kowalewski, aunque las implicaciones de la investigación podrían ir más allá de su simple clasificación.

Los científicos creen que su hallazgo podría ayudar a comprender mejor cómo era el clima y la diversidad de la vegetación hace más de 30 millones de años en esta parte de Europa.

Estos fragmentos son "registradores naturales de climas y ecosistemas pasados que pueden ayudarnos a medir cuánto ha cambiado nuestro planeta en el pasado debido a causas naturales", explicó al New York Times Regan Dunn, paleobotánico que no participó en la investigación.

"Esto nos permite comprender mejor hasta qué punto nuestra especie está impactando en el planeta", agregó.

Editado por José Ignacio Urrejola

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