Fatou Bensouda ha investigado presuntos crímenes de guerra cometidos por las tropas estadounidenses en la guerra de Afganistán.
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El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, anunció este miércoles (02.09.2020) sanciones contra la fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI), Fatou Bensouda, por las investigaciones sobre el papel de las tropas estadounidenses en la guerra de Afganistán.
"Estados Unidos nunca ratificó el Estatuto de Roma que creó esa corte y no toleraremos ilegítimos intentos de someter a estadounidenses a su jurisdicción", afirmó en una rueda de prensa el jefe de la diplomacia estadounidense.
Pompeo también anunció sanciones contra el jefe de la División de Jurisdicción, Complementación y Cooperación de la Oficina del Fiscal de la CPI, Phakiso Mochochoko, por haber trabajado con Bensouda en las pesquisas sobre soldados estadounidenses.
Ya en junio, el presidente de EE. UU., Donald Trump, autorizó sanciones económicas contra los funcionarios que investigasen a tropas de su país o sus aliados.
Pompeo lanzó una dura advertencia contra quienes respalden a Bensouda y Mochochoko: "Los individuos y entidades que continúen dando apoyo material a esos individuos se arriesgan también a ser sancionados", avisó. Y especificó que el Departamento de Estado ya ha restringido la emisión de visados para quienes están implicados en las investigaciones de la CPI contra tropas estadounidenses.
El desencadenante de las sanciones tiene como origen el papel de las tropas estadounidenses en la guerra de Afganistán. El pasado marzo, los jueces autorizaron una investigación que había solicitado Bensouda por supuestos crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por el ejército estadounidense, grupos talibanes y autoridades afganas.
Estados Unidos nunca ha aceptado la jurisdicción de la CPI, con sede en La Haya (Países Bajos) y fundada en 1998. Sin embargo, hasta ahora Washington se había limitado a ignorarla y nunca antes una Administración había adoptado una actitud tan beligerante con la imposición de sanciones. Desde su llegada a la Casa Blanca, en enero de 2017, Trump ha impulsado una agenda exterior de marcado nacionalismo y aislacionismo, así como un rechazo explícito al sistema multilateral.
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Preocupación en la ONU
La ONU dijo este mismo miércoles que ha tomado nota “con preocupación” del anuncio de EE. UU. y avanzó que se están analizando las posibles consecuencias.
“Continuamos siguiendo de cerca los desarrollos en este asunto”, señaló a los periodistas el portavoz Stéphane Dujarric, que apuntó que en concreto se está estudiando “cualquier posible implicación” para el acuerdo que regula la cooperación entre la CPI y Naciones Unidas, un documento aprobado en 2004 por la Asamblea General.
Dujarric dijo que la organización confía además en que cualquier restricción impuesta por EE.UU. a personal de la Corte con sede en La Haya se implemente respetando las obligaciones que el país tiene como anfitrión de la ONU. Entre otras cosas, esos convenios señalan que las autoridades estadounidenses deben facilitar el acceso a la sede central de Naciones Unidas en Nueva York.
eal (efe, reuters)
La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Hossaini
Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
Imagen: Reuters
La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
Imagen: Getty Images/AFP/B. Smialowski
Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Shirzad
Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
Imagen: DW/H. Hamraz
El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
Imagen: Reuters/O.Sobhani
Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.