El índice de transformación publicado por la Fundación Bertelsmann muestra una imagen desoladora. Cada vez más países limitan los derechos de los ciudadanos y la libertad, y no solo son los regímenes autocráticos.
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La sentencia de la Fundación Bertelsmann es dura. En la quinta parte de los países analizados ha caído claramente la calidad de la democracia, la represión avanza y cada vez hay menos participación política. La fundación realiza ese informe cada dos años, analizando el desarrollo de 129 países en evolución bajo la perspectiva económica y política. Se estudian tanto los principios del Estado de derecho como la política social.
Cada vez más Estados autocráticos
El estudio divide en su última edición entre 74 países democráticos y 55 bajo regímenes autoritarios. En relación con el análisis de 2014, en los autoritarios aumentó notablemente la represión y únicamente en 15 de ellos hay una protección rudimentaria del ciudadano, concluye el estudio. Las tres cuartas partes de esos Gobiernos limitaron las libertades de tal forma que se podrían calificar como un sistema “duramente autocrático”. Entre ellos, muchos países del norte de África, pero también es preocupante el retroceso de la libertad de prensa y opinión en países como Egipto y Tailandia. Sobre el tema “elecciones libres”, el estudio destaca la situación de Burkina Faso y Libia. Y en cuanto al derecho de reunión, Libia, Egipto y Tailandia salen mucho peor parados con la represión de unos derechos que, con frecuencia, se hace bajo el manto de la lucha contra el terrorismo.
También las democracias
Aparte de los estados autocráticos, la situación afecta también a los derechos y libertades de ciudadanos en los estados democráticos. Sobre todo en el centro de Europa, en países que en estudios anteriores habían sido calificados como bastante estables. El ejemplo más relevante de estas “democracias no liberales” sería Hungría donde, según el estudio, el régimen de Orban limita fuertemente la libertad de prensa, tendencia también presente en Macedonia y Eslovenia. El análisis no llega a contemplar las últimas reformas del Gobierno conservador de Polonia, pero la fundación indica lo mismo que temen muchos observadores: que los logros democráticos quedarán enterrados en el futuro.
Sobre Turquía, el texto la denomina como una “democracia defectuosa”. El aumento de la influencia del Gobierno de Erdogan sobre la justicia es una prueba de ello, así como la violencia y la persecución penal contra periodistas y la limitación del derecho de reunión en aras de la legislación antiterrorista. Según el estudio, el Gobierno turco va camino de transformarse de un sistema parlamentario a un sistema presidencialista. Además, Turquía pertenece al grupo de 42 países donde se observa una gran influencia religiosa. Junto a muchos estados de la zona de influencia árabe, también están en este grupo otros como Nigeria, Senegal, Indonesia y, para sorpresa de muchos, Rusia, con una iglesia ortodoxa cada vez más instrumentalizada por el Gobierno. Muchos rusos identifican su iglesia como defensa de los valores tradicionales ante las ideas liberales occidentales.
Causas en los problemas sociales
La base para las crisis y conflictos en muchos de estos países en transformación es, en casi todos los casos, una política social fallida. La pobreza, desigualdad y las pobres perspectivas económicas provocan la división y generan las protestas. Pero también la estabilidad política ha caído en muchos países. Entre ellos, en más de la mitad de los países del G20 como Brasil y Rusia. En este contexto, es difícil implantar las “urgentes medidas de política social”, aclara la fundación Bertelsmann.
Como colofón, se plantea la pregunta: ¿Qué hacer para enfrentarse a este déficit democrático global? La receta del estudio es fomentar la participación y el diálogo, implantar reformas y luchar contra la corrupción. Al final es necesario un consenso entre gobernantes y gobernados para saber en qué dirección ir. Todo lo demás llevaría a más populismo y una radicalización mayor. Y el próximo estudio sobre el índice de transformación de 2018 podría ser todavía peor.
Tiempos duros para los periodistas (mayo 2014)
Un estudio reciente revela que, en la última década, la libertad de prensa nunca se había visto tan coartada como ahora. Más de cuatro quintos de la población mundial viven en países donde no se respeta este derecho.
Imagen: picture-alliance/dpa
Países sin libertad de prensa
Existen países donde la cobertura mediática de los hechos es balanceada, la seguridad de los periodistas está garantizada y el grado de influencia del Estado sobre los medios es pequeño. Pero, en 2013, solo el 14 por ciento de la población mundial –el valor más bajo desde 1996– vivía en esos lugares, según la ONG Freedom House, que describe a Turquía y Ucrania como países sin libertad de prensa.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Agresiones contra periodistas
En Turquía se han registrado numerosas agresiones contra periodistas. Gökhan Biçici (en la imagen), por ejemplo, fue detenido ilegalmente durante las protestas a favor de la conservación del parque Gezi en Estambul. Otra amenaza contra la libertad de prensa en Turquía es la reiterada y sistemática adquisición de medios por parte de empresarios cercanos a funcionarios de alto rango del Gobierno.
Imagen: AFP/Getty Images
Atención indeseada
Los profesionales de la prensa también han sido objeto de agresiones en Ucrania, sobre todo durante las protestas contra el Gobierno de Víktor Yanukóvich. La periodista Tetiana Chornovol, quien informó sobre el lujoso estilo de vida del mandatario, cree que el otrora hombre fuerte de Kiev está detrás de un ataque perpetrado en su contra.
Imagen: Genya Savilov/AFP/Getty Images
Por las buenas o por las malas
La crítica situación de la libertad de prensa es motivo de protestas en China y Rusia (foto). Los Gobiernos de estos países ejercen sutil influencia o agresiva presión sobre los medios, recurriendo a herramientas legales para poner coto a las opiniones que les son desfavorables. En Rusia se cerró la agencia de noticias RIA Novosti para luego reabrirla, convertida en un órgano del Estado.
Imagen: picture-alliance/dpa
Las paredes tienen oídos en EE. UU.
En Estados Unidos, el valor de la libertad de prensa sigue teniendo peso, pero su Gobierno le atribuye un rango menor que a la seguridad nacional. Eso está poniendo en peligro el ejercicio periodístico. Hace poco se supo que los teléfonos de la agencia AP habían sido intervenidos y con cada vez más frecuencia se le pide a los comunicadores que revelen la identidad de sus fuentes de información.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
De regreso a la “era Mubarak”
Tras el derrocamiento del presidente Mursi, que muchos percibían como enemigo de la libertad de prensa, la labor periodística se ha dificultado mucho en Egipto. Numerosos comunicadores fueron detenidos al calor del golpe militar de 2013; cinco murieron a manos de militares, asegura Freedom House. Ahora, los medios se congracian con el Gobierno y las informaciones independientes son raras.
Imagen: AFP/Getty Images
Mali se recupera
Pese a todo, también hay sucesos esperanzadores. En Mali, el orden ha sido parcialmente restablecido tras las elecciones presidenciales y la expulsión de los rebeldes islamistas. Muchas de las rotativas que se detuvieron después del golpe de Estado de 2012 han entrado en marcha de nuevo. Solo el asesinato de dos periodistas franceses en Mali, en noviembre de 2013, empañó este panorama.
Imagen: AFP/Getty Images
Tendencias positivas
La situación de la libertad de prensa también mejora en Kirguistán (foto) y Nepal: en el primero, se redujo el número de agresiones contra periodistas en 2013 y, en el segundo, la influencia del Estado sobre los medios. Y en el informe más reciente de Freedom House Israel vuelve a ser descrito como un Estado con libertad de prensa.
Imagen: AFP/Getty Images
Asia Central causa preocupación
Freedom House analizó la situación de la libertad de prensa en 197 países, diseñando un cuestionario y un sistema de puntuación del 0 al 100 para las respuestas. 0 era la mejor puntuación que un Estado podía sacar cuando los investigadores preguntaban si la libertad de prensa estaba legalmente protegida o si existía censura. Turkmenistán, Uzbekistán y Bielorrusia obtuvieron la puntuación más alta.