Etiopía: combates en Tigray se extienden y rebeldes avanzan
22 de julio de 2021
El Frente de Liberación del Pueblo del Tigray tomó tres distritos en la región vecina. La entrega de ayuda alimentaria se ha suspendido. Al menos 20 civiles han perdido la vida en los enfrentamientos.
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Al menos 20 civiles murieron y decenas de miles fueron desplazados en intensos combates entre rebeldes y fuerzas progubernamentales en la región de Afar, fronteriza con Tigray, en el noreste de Etiopía, informó este jueves (22.07.2021) un funcionario etíope. Los insurgentes parecen buscar una expansión de la guerra, que ha dejado miles de muertos y cientos de miles de desplazados, hacia regiones fronterizas.
Los rebeldes habían reconocido el domingo operaciones limitadas en la región de Afar, pero Mohammed Hussen, un funcionario regional de la Agencia Nacional de Protección Civil, dijo esta jornada que las acciones habían sido a gran escala, con fuerzas rebeldes "cruzando la frontera hacia la región de Afar y atacando a comunidades pastoriles inocentes".
"Continúan los intensos combates. Cerca de 70.000 personas se han visto directamente afectadas y están desplazadas (...) Más de 20 civiles han sido asesinados", añadió, acusando a los rebeldes de querer "someter a los Afar". Los ataques han obligado al programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas a interrumpir la distribución de ayuda, luego de que 10 de sus vehículos fueran blanco de disparos.
Graves acusaciones
Los combatientes del Tigray, que buscan forzar al gobierno etíope a aceptar sus condiciones antes de comenzar conversaciones para un cese de las hostilidades, tomaron el control de tres distritos de Afar esta semana. Esta región es estratégica para el gobierno central, pues une a la capital, Adís Abeba, con Yibuti, país con salida al mar que es vital para el flujo comercial etíope.
De acuerdo con algunos refugiados, los combatientes rebeldes han incendiado casas, destruido propiedades y asesinado a civiles. Debretsion Gebremichael, líder del Frente de Liberación del Pueblo del Tigray, aseguró que el objetivo de sus fuerzas era atacar a combatientes de la región de Amhara, que han apoyado a las tropas leales al gobierno central.
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, Premio Nobel de la Paz en 2019, envió al Ejército federal a Tigray en noviembre de 2020 para deponer a las autoridades regionales, en respuesta a ataques a posiciones del Ejército por parte de fuerzas tigreñas. Abiy declaró la victoria a finales de noviembre de 2020 tras la toma de la capital regional, Mekele. Pero los combates han continuado y recientemente se han vuelto en contra de los intereses del gobierno.
DZC (AFP, Reuters)
El Premio Nobel no hace la paz
De Arafat a Abiy Ahmed: no pocos ganadores del Premio Nobel de la Paz han desatado olas de críticos. En DW, algunas de las decisiones más polémicas desde 1901.
Imagen: AFP/E. Soteras
Pioneros de la polémica
Ya en 1901, cuando el Premio Nobel de la Paz se otorgó por primera vez, la Comisión Nobel no apoyó unánimente la decisión de entregarlo al suizo Henry Dunant (izq.) y al francés Frédéric Passy. Dunant fundó la Cruz Roja Internacional. Junto con Passy, se les considera iniciadores de la Primera Convención de Ginebra. Se debatió si, al hacer "más humanas" las guerras, las volvían "más aceptables".
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Beligerante pacificador
El presidente número 26 de EE. UU., Theodore Roosevelt, nunca fue considerado un pacifista por su participación en la guerra hispanoamericana. Ayudó a los cubanos a liberarse del colonialismo español, pero pronto las tropas estadounidenses llegaron a garantizar su control en la isla. Recibió el premio, en 1906, por otra razón: sus esfuerzos de paz en la guerra ruso-japonesa.
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Pacificador racista
Woodrow Wilson, el presidente número 28 de EE. UU., también recibió el premio "por sus contribuciones al fin de la Primera Guerra Mundial y a la fundación de la Liga de las Naciones", considerada precursora indirecta de la ONU. A nivel nacional, no era conocido como defensor de la comprensión internacional: propagó la superioridad de la raza blanca, defendiendo la esclavitud y al Ku Klux Klan.
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Premio sin paz
El secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger (izq.), y el jefe de acción militar vietnamita Le Duc Tho (der.), fueron claves para el fin de la guerra en Vietnam, con los acuerdos de paz de 1973, en París. Pero el norvietnamita Le Duc Tho no aceptó el premio, porque todavía no había paz en su país: las últimas bombas en Vietnam, Laos y Camboya cayeron solo dos años después.
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Golpista y Nobel de la Paz
Con el Acuerdo de Camp David, el presidente de Egipto, Anwar al-Sadat (izq.), y el primer ministro de Israel, Menachem Begin (der.), consiguieron la paz entre sus países en 1978, con mediación del entonces presidente de EE. UU., Jimmy Carter (c.). Ese año, Sadat y Begin fueron premiados, con revuelo: Sadat era considerado corresponsable del golpe militar contra el rey Faruq, en 1952.
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Fuerza de paz, entre innacción y abusos
Los cascos azules luchan por la paz en nombre de Naciones Unidas. Fueron galardonados con el Premio Nobel de 1988. Más tarde, estas fuerzas de paz permanecieron inactivas ante el genocidio en Ruanda (1994), así como en la ciudad serbia de Srebrenica (1995). Desde entonces, ha habido repetidos informes de cascos azules que se convirtieron en perpetradores por violar a mujeres o abusar de niños.
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Ángel caído
Cuando recibió el Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi era una luminaria: había luchado sin violencia por la democracia en su país natal, Myanmar. Sin embargo, en la década de 2010, perdió prestigio: fue acusada de no proteger contra el genocidio a la minoría musulmana rohinyá, en 2017. Aunque no se le había permitido hacerse con el poder, su partido tenía la mayoría en el Parlamento.
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Hombre de dos caras
Aunque fue considerado un defensor del apartheid antes de ser presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk fue esencial en la abolición de la segregación racial en su país. Liberó a Nelson Mandela y otros políticos del ANC de su encarcelamiento, hizo campaña por la libertad de prensa y derogó las leyes del apartheid. En 1993, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz junto con Mandela.
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Exterrorista Nobel de la Paz
En 1994 hubo un gran escándalo: El jefe de la OLP, Yasser Arafat (izq.), el primer ministro israelí Isaac Rabin (der.) y su ministro de Exteriores Shimon Peres (c.) recibieron el premio por sus esfuerzos de paz en el Medio Oriente. Luego, un político noruego renunció al Comité Nobel, por considerar a Arafat, como cofundador de Fatah, un "laureado indigno", corresponsable de ataques terroristas.
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Nobel impotente
En 2001, la ONU y su entonces secretario general, Kofi Annan, fueron honrados "por su compromiso con un mundo mejor organizado y pacífico". Los críticos ven en la ONU un tigre sin dientes, por su permanente bloqueo en el Consejo de Seguridad. Y Annan cometió serios errores como jefe de los cascos azules, durante el genocidio en Ruanda. "Debería haber hecho más", dijo el propio Annan en 2004.
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Entre la esperanza y los drones
Barack Obama había sido presidente de EE. UU. por nueve meses al recibir el premio. La razón: sus "esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Los críticos consideraron que era demasiado temprano. Más tarde, Obama ordenó ataques con aviones no tripulados, muy controvertidos, según el derecho internacional, matando a cientos de civiles.
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Fortaleza y refugio
En 2012, la Unión Europea recibió el Nobel por "promover la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa". Pero su trato a los refugiados es considerado por muchos como inhumano: sus críticos se quejan de campamentos superpoblados, de vallas fronterizas, de falta de solidaridad y de la retirada completa del servicio de rescate marítimo en el Mediterráneo.
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Un poco de paz
Sin dudas, Abiy Ahmed ha movido montañas desde que se convirtió en primer ministro de Etiopía, en 2018. Especialmente, en relación con la disputa fronteriza con la vecina Eritrea, incluido el acercamiento diplomático y la apertura de la frontera. Pero el proceso de paz se detuvo hace tiempo, y aunque Abiy disfruta de la fama del Nobel, Isaías Afewerki sigue gobernando Eritrea con mano de hierro.