Etiopía es el país con más desplazados internos en 2018
12 de septiembre de 2018
Etiopía encabeza la lista mundial de desplazados internos, con casi un millón y medio de personas obligadas a huir de sus casas a causa de la violencia étnica en la primera mitad de 2018.
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"Resulta increíble que 1,4 millones de personas huyendo de la violencia no ocupan titulares en los periódicos. El mundo le ha hecho la vista gorda a Etiopía", lamentó el director regional del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Nigel Tricks, en un comunicad, tras conocerse un estudio realizado por el Centro de Seguimiento del Desplazamiento Interno (IDMC).
En el último año y medio, el número de desplazados internos en Etiopía ha aumentado un 75 %, según informes de organizaciones humanitarias.
Se trata de la crisis de desplazados que más rápido crece en el mundo, debido en gran medida a los recientes enfrentamientos étnicos en las regiones de Gedeo y Guji Oeste, en el sur de Etiopía, que han provocado un millón de desplazados.
Otros 200.000 desplazados son fruto de la continua violencia en la región fronteriza entre Oromía y Somalia, y alrededor de otras 200.000 han tenido que abandonar sus hogares por diferentes incidentes de inseguridad, según IDMC.
Las agencias de ayuda humanitaria están teniendo dificultades para suplir las necesidades de alimento, agua y atención médica de estas personas acogidas en refugios comunitarios superpoblados, una situación agravada por la actual estación de lluvias.
Retornos "voluntarios”
"La gente nos dice que están ansiosos por regresar a sus hogares, pero tras huir sin nada necesitan saber que recibirán apoyo para reconstruir sus vidas", explicó Tricks. "Es importante -agregó- que los retornos sean voluntarios y sostenibles. Las familias deben saber con certeza que las áreas son seguras antes de regresar".
El Gobierno de Etiopía está trabajando para encontrar una solución duradera a esta crisis. Para ello, los "Aba Gadas" (líderes tradicionales) de las zonas de Guji Oeste y Gedeo están realizando conferencias de paz y reconciliación desde el pasado 28 de julio para facilitar el retorno voluntario de desplazados a sus lugares de origen, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
JOV (efe, nrc)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.