Etiopía: protestas por asesinato de músico dejan 81 muertos
1 de julio de 2020
Haacaaluu Hundeessaa, un símbolo de las protestas oromo, fue tiroteado en lo que se investiga como crimen por encargo. La sociedad etíope está profundamente dividida.
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El asesinato de un conocido cantante desató una ola de protestas en Etiopía, donde este miércoles (01.07.2020) las autoridades reconocieron que al menos 81 personas han pedido la vida y un número indeterminado ha quedado herido. El músico Haacaaluu Hundeessaa, de 34 años y de la etnia oromo, fue tiroteado la noche del lunes, en un ataque que la policía considera un crimen por encargo.
Un portavoz de Ambo, la ciudad donde nació Haacaaluu, explicó que la violencia estalló temprano el martes, cuando unos jóvenes nacionalistas oromo pidieron que el cantante fuera enterrado en Adís Abeba. Haacaaluu, cuyo funeral tendrá lugar este jueves, fue quien puso música a una generación de jóvenes manifestantes que estuvieron tres años en las calles hasta forzar la salida del primer ministro Hailemariam Desalegne en 2018, en un hecho sin precedentes en el país.
Entre los fallecidos hay 78 civiles y tres miembros de las fuerzas de seguridad, dijo el comisionado Bedassa Merdassa, citado por la Ethiopian Broadcasting Corporation. Estas cifras incluyen a las víctimas registradas en la región de Oromía, pero no a los que perdieron la vida en la capital, donde al menos un agente de seguridad y un número indeterminado de civiles fallecieron en tres explosiones.
Divisiones étnicas
Aunque la Policía abrió una investigación por el asesinato de Haacaaluu y varios sospechosos se encuentran detenidos, las protestas violentas de simpatizantes del cantante no han cesado. Una treintena de personas han sido detenidas, incluidos el dirigente opositor oromo Bekele Gerba y el conocido activista del mismo grupo étnico Jawar Mohammed.
Las protestas remarcan la profunda división étnica que afecta a Etiopía. Las manifestaciones que sacaron del poder a Hailemariam Desalegne y derivaron en la asunción de Abiy Ahmed, fueron impulsadas por un sentimiento de discriminación que históricamente afecta a los oromo. Con la llegada de Ahmed, los mayoritarios oromo acabaron así con décadas en las que la coalición gobernante multiétnica estuvo dominada por líderes de la minoría tigray.
Abiy, de 43 años, ha impulsado importantes reformas en Etiopía, entre las que figura el fin del estado de emergencia impuesto por su antecesor, la amnistía a miles de presos políticos, la legalización de partidos opositores y el compromiso de celebrar elecciones. El gobernante fue galardonado con el Nobel de la Paz de 2019 por su contribución a poner fin al conflicto de Etiopía y Eritrea.
DZC (EFE, AFP, Reuters)
El Premio Nobel no hace la paz
De Arafat a Abiy Ahmed: no pocos ganadores del Premio Nobel de la Paz han desatado olas de críticos. En DW, algunas de las decisiones más polémicas desde 1901.
Imagen: AFP/E. Soteras
Pioneros de la polémica
Ya en 1901, cuando el Premio Nobel de la Paz se otorgó por primera vez, la Comisión Nobel no apoyó unánimente la decisión de entregarlo al suizo Henry Dunant (izq.) y al francés Frédéric Passy. Dunant fundó la Cruz Roja Internacional. Junto con Passy, se les considera iniciadores de la Primera Convención de Ginebra. Se debatió si, al hacer "más humanas" las guerras, las volvían "más aceptables".
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Beligerante pacificador
El presidente número 26 de EE. UU., Theodore Roosevelt, nunca fue considerado un pacifista por su participación en la guerra hispanoamericana. Ayudó a los cubanos a liberarse del colonialismo español, pero pronto las tropas estadounidenses llegaron a garantizar su control en la isla. Recibió el premio, en 1906, por otra razón: sus esfuerzos de paz en la guerra ruso-japonesa.
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Pacificador racista
Woodrow Wilson, el presidente número 28 de EE. UU., también recibió el premio "por sus contribuciones al fin de la Primera Guerra Mundial y a la fundación de la Liga de las Naciones", considerada precursora indirecta de la ONU. A nivel nacional, no era conocido como defensor de la comprensión internacional: propagó la superioridad de la raza blanca, defendiendo la esclavitud y al Ku Klux Klan.
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Premio sin paz
El secretario de Estado de EE. UU., Henry Kissinger (izq.), y el jefe de acción militar vietnamita Le Duc Tho (der.), fueron claves para el fin de la guerra en Vietnam, con los acuerdos de paz de 1973, en París. Pero el norvietnamita Le Duc Tho no aceptó el premio, porque todavía no había paz en su país: las últimas bombas en Vietnam, Laos y Camboya cayeron solo dos años después.
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Golpista y Nobel de la Paz
Con el Acuerdo de Camp David, el presidente de Egipto, Anwar al-Sadat (izq.), y el primer ministro de Israel, Menachem Begin (der.), consiguieron la paz entre sus países en 1978, con mediación del entonces presidente de EE. UU., Jimmy Carter (c.). Ese año, Sadat y Begin fueron premiados, con revuelo: Sadat era considerado corresponsable del golpe militar contra el rey Faruq, en 1952.
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Fuerza de paz, entre innacción y abusos
Los cascos azules luchan por la paz en nombre de Naciones Unidas. Fueron galardonados con el Premio Nobel de 1988. Más tarde, estas fuerzas de paz permanecieron inactivas ante el genocidio en Ruanda (1994), así como en la ciudad serbia de Srebrenica (1995). Desde entonces, ha habido repetidos informes de cascos azules que se convirtieron en perpetradores por violar a mujeres o abusar de niños.
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Ángel caído
Cuando recibió el Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi era una luminaria: había luchado sin violencia por la democracia en su país natal, Myanmar. Sin embargo, en la década de 2010, perdió prestigio: fue acusada de no proteger contra el genocidio a la minoría musulmana rohinyá, en 2017. Aunque no se le había permitido hacerse con el poder, su partido tenía la mayoría en el Parlamento.
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Hombre de dos caras
Aunque fue considerado un defensor del apartheid antes de ser presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk fue esencial en la abolición de la segregación racial en su país. Liberó a Nelson Mandela y otros políticos del ANC de su encarcelamiento, hizo campaña por la libertad de prensa y derogó las leyes del apartheid. En 1993, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz junto con Mandela.
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Exterrorista Nobel de la Paz
En 1994 hubo un gran escándalo: El jefe de la OLP, Yasser Arafat (izq.), el primer ministro israelí Isaac Rabin (der.) y su ministro de Exteriores Shimon Peres (c.) recibieron el premio por sus esfuerzos de paz en el Medio Oriente. Luego, un político noruego renunció al Comité Nobel, por considerar a Arafat, como cofundador de Fatah, un "laureado indigno", corresponsable de ataques terroristas.
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Nobel impotente
En 2001, la ONU y su entonces secretario general, Kofi Annan, fueron honrados "por su compromiso con un mundo mejor organizado y pacífico". Los críticos ven en la ONU un tigre sin dientes, por su permanente bloqueo en el Consejo de Seguridad. Y Annan cometió serios errores como jefe de los cascos azules, durante el genocidio en Ruanda. "Debería haber hecho más", dijo el propio Annan en 2004.
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Entre la esperanza y los drones
Barack Obama había sido presidente de EE. UU. por nueve meses al recibir el premio. La razón: sus "esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Los críticos consideraron que era demasiado temprano. Más tarde, Obama ordenó ataques con aviones no tripulados, muy controvertidos, según el derecho internacional, matando a cientos de civiles.
Imagen: Reuters/C. Barria
Fortaleza y refugio
En 2012, la Unión Europea recibió el Nobel por "promover la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa". Pero su trato a los refugiados es considerado por muchos como inhumano: sus críticos se quejan de campamentos superpoblados, de vallas fronterizas, de falta de solidaridad y de la retirada completa del servicio de rescate marítimo en el Mediterráneo.
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Un poco de paz
Sin dudas, Abiy Ahmed ha movido montañas desde que se convirtió en primer ministro de Etiopía, en 2018. Especialmente, en relación con la disputa fronteriza con la vecina Eritrea, incluido el acercamiento diplomático y la apertura de la frontera. Pero el proceso de paz se detuvo hace tiempo, y aunque Abiy disfruta de la fama del Nobel, Isaías Afewerki sigue gobernando Eritrea con mano de hierro.
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