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Europa- Cuba: ¿La era del deshielo?

Emilia Rojas Sasse3 de abril de 2007

España reanudará la cooperación con Cuba tras cuatro años de interrupción. Es el fruto de la visita del ministro de RR.EE. hispano a La Habana, que podría marcar también el inicio de un acercamiento a la UE.

Fidel Castro Díaz-Balart, hijo del líder cubano, saluda a Miguel Angel Moratinos en La Habana.Imagen: AP

A comienzos de marzo, Granma, el diario del Partido Comunista de Cuba, acusaba a la Unión Europea de "promover la subversión" y de subordinar su política a la de Washington. Un mes más tarde, el mismo periódico afirma que Cuba desea "relaciones más amplias con la UE", si bien éstas deben tener como base "el respeto mutuo, la no injerencia en los asuntos internos y el reconocimiento del derecho de cada país a escoger libremente su sistema económico y social". El cambio de tono es más que notable. Y refleja el clima de distensión que ha imperado en la primera visita de un ministro de Relaciones Exteriores europeo a la isla desde que las relaciones entre la UE y La Habana llegaran casi al cero absoluto en 2003.

La clave española

El viaje de Miguel Angel Moratinos a Cuba da cuenta, en primer lugar, del "deshielo" que se ha producido en las relaciones hispano-cubanas desde la llegada al poder del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en Madrid. Los frutos de esta tímida primavera diplomática se traducen, desde ya, en que el ministro español haya podido tratar con sus interlocutores el tema de los derechos humanos, sin que La Habana reaccionara como una ostra al jugo de limón. Es más: el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, afirmó que su país está dispuesto a hablar del asunto con España, lo cual ya es bastante decir, aunque todavía los cubanos se resistan a abrir un diálogo al respecto con la Unión Europea.

Ciertamente, España no es la UE. Pero tampoco se puede entender la diplomacia hispana como una instancia ajena al conglomerado europeo, por mucho que los lazos económicos, culturales, sociales e históricos con la isla tengan un carácter muy especial. Madrid es el nexo natural entre La Habana y Bruselas y, en este contexto, resulta lógico que el gobierno español marque en gran medida la pauta de las relaciones de Europa con Cuba. Así ha sido siempre. Si el gobierno anterior de José María Aznar tuvo un papel clave en el enfriamiento, el de Rodríguez Zapatero podría marcar un acercamiento con el Viejo Continente, y así lo ven también los cubanos, a juzgar por las declaraciones realizadas durante la visita de Moratinos.

Las razones de Europa

Sin embargo, pese a todas las señales de distensión, no se debe olvidar la raíz del problema. Fue la detención de disidentes cubanos lo que llevó a la UE en 2003 a aplicar sanciones contra La Habana, y no un mero capricho del conservador Aznar. El hecho de que dichas sanciones estén suspendidas, pero no borradas definitivamente del mapa, da cuenta de que el conflicto de fondo subsiste. De hecho, sale a colación periódicamente en la esfera europea. No en vano, el Parlamento Europeo galardonó en su momento a las "Damas de Blanco" (organización de esposas y familiares de los disidentes encarcelados) con el Premio Sajarov de Derechos Humanos.

La Unión Europea, de seguro, no cesará de reclamar el respeto de los derechos humanos en Cuba, como en cualquier parte del mundo. Es parte de su ideario y un imperativo de su propia esencia política. Eso no quiere decir que no se puedan encontrar formas de diálogo respetuosas y quizá fructíferas, como lo demuestra la visita de Moratinos. Por lo pronto, esta experiencia probablemente contribuirá a matizar la discusión en marcha dentro de la UE acerca de la actitud que se debe sostener frente a La Habana y tal vez incline la balanza europea a favor de los partidarios del diálogo, más que nunca ahora que la enfermedad de Fidel Castro ha puesto en marcha una suerte de transición de facto en la isla.

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