Europa del Este busca una presencia más fuerte de la OTAN
Monika Sieradzka
9 de junio de 2018
Representantes de nueve países de Europa del Este piden una presencia más fuerte de la OTAN en Europa del Este y del Sur. Esperan una mejor protección contra el terrorismo y Rusia.
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El "fortalecimiento del poder de combate y la movilidad militar" de la Alianza es de gran importancia "en el contexto de la disuasión y defensa en el flanco oriental de la OTAN". Eso dice la Declaración de Varsovia de los llamados Estados B9, un grupo de Estados de Europa Oriental miembros de la OTAN. La declaración también aborda la situación aún no resuelta en Ucrania y los peligros planteados por Rusia.
Los signatarios son los presidentes de Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y los tres Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania. República Checa, por su parte, solo envió a un representante parlamentario a la cumbre del B9 de Varsovia. La iniciativa regional, constituida en 2015 en Bucarest, busca ser la voz unificada del flanco oriental de la OTAN y poner en la mesa los problemas de la región en las principales cumbres de la alianza militar intergubernamental.
La OTAN debería prever las crisis
En la Declaración de Varsovia, los políticos piden "un enfoque de la OTAN más estratégico, centrado y coherente en el Sur, que incluya la mejora de la capacidad de la Alianza para anticipar las crisis". Además, esperan "nuevas decisiones" en la próxima cumbre de la OTAN en julio en Bruselas.
Entre otras cosas, se trata de hacer que las fuerzas navales y los sistemas aéreos estén más presentes en la región del Mar Negro, dijo el presidente polaco, Andrzej Duda, en una conferencia de prensa conjunta con el presidente de Rumania, Klaus Iohannis.
Europa del Este quiere cumplir con las obligaciones de la OTAN
Para el presidente rumano, Klaus Iohannis, las conexiones euroatlánticas son mucho más importantes que cualquier relación bilateral. También espera que la Alianza brinde asistencia para enfrentar las amenazas híbridas y combatir el terrorismo en el este y el sur de Europa, según expresó Iohannis. Rumania está preparada para mantener el gasto en defensa al nivel requerido por la OTAN del dos por ciento del PIB, agregó. Polonia también cumple con esta obligación y, por lo tanto, es una de las pocas excepciones entre los miembros de la Alianza.
Más OTAN en el Este
El hecho de que los nueve socios orientales de la OTAN hayan firmado una declaración conjunta no es novedoso. En noviembre de 2015, los jefes de Estado de los nueve países se reunieron en Bucarest para solicitar a la OTAN medidas adicionales para fortalecer el flanco oriental, a la luz de la crisis de Ucrania. En la cumbre de la OTAN en Varsovia en 2016, se decidió enviar batallones de la OTAN a Polonia y los tres Estados bálticos. Según el presidente polaco, Andrzej Duda, esta decisión fue respaldada por la entonces Declaración de Bucarest.
Ahora los países de Europa del Este quieren extender aún más hacia el este la zona de seguridad vinculada con la OTAN. La Declaración de Varsovia de los países B9 le ha ofrecido a Georgia, la República de Moldavia, Ucrania y los Balcanes Occidentales asistencia en cooperación con la OTAN.
Por su parte, Moscú ve tales aspiraciones de manera crítica. En la versión de la doctrina militar rusa adoptada en 2010, la OTAN todavía es señalada como una amenaza militar para Rusia.
Autor: Monika Sieradzka (FEW/DZC)
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La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
Imagen: Eric Feferberg/AFP/GettyImages
El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
Imagen: picture-alliance/dpa
Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
Imagen: U.S. Navy/Getty Images
Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
Imagen: Joel Robine/AFP/GettyImages
Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.