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Europa en guardia

9 de junio de 2002

El escándalo de los alimentos contaminados con nitrófeno en Alemania, adquiere dimensiones europeas. Bélgica se dispone a prohibir la importación de productos ecológicos germanos.

Agricultores ecológicos temen que su imagen sufra graves daños.Imagen: AP

La ministra alemana de Agricultura y Protección del Consumidor, Renate Künast, se ha cansado de repetir que el llamado "eco-escándalo" no es tal. Es decir, que no tiene su origen en la producción agropecuaria ecológica, ni afecta sólo a ese sector.

Los residuos de nitrófeno, encontrados en productos de granjas ecológicas, plantearon durante días un enigma a los expertos. Ahora se sabe que provienen de forraje que había estado almacenado en silos en Malchin, donde antiguamente se guardaban residuos químicos en la entretanto desaparecida República Democrática Alemana.

Aunque objetivamente los hechos dan razón, la ministra del partido de Los Verdes no ha conseguido que la opinión pública deje de hablar de un "escándalo ecológico". Peor aún: el problema ha rebasado las fronteras germanas.

Más allá de las fronteras

Desde que se reveló que más de mil toneladas de cebada, procedentes de los mismo silos, habrían sido vendidas tiempo atrás al extranjero, también suenan las campanas de alarma en los países vecinos.

Tal es así que Bélgica se propone impedir la entrada de productos ecológicos alemanes, a menos que un certificado acredite que están libres de nitrófeno -un herbicida cancerígeno, prohibido en el ámbito de la Unión Europea-. Tampoco se descarta que la propia UE tome cartas en el asunto.

Según las autoridades alemanas, no se justificaría una prohibición a las exportaciones ecológicas alemanas, dado que se ha identificado el orinen de la contaminación: el depósito de Malchin. Sin embargo, resulta difícil descartar con absoluta certeza toda otra posibilidad. Denuncias en ese sentido fueron las que pusieron en guardia a la Comisión Europea.

Consumidores desconcertados

Una prohibición de exportar, podría asestar un golpe fatal al sector de la agricultura ecológica, que Renate Künast está tratando de fomentar en Alemania. De hecho, la imagen del área ya se ve perjudicada.

El desconcierto es grande. Sobre todo entre aquellos que, tras escándalos como el de la encefalopatía bovina espongiforme, se habían inclinado por los productos ecológicos, pensando que estaban fuera de toda sospecha. De poco consuelo les sirve saber que la cebada con residuos de nitrófeno también puede haber ido a parar a la agricultura convencional.

Muchos se preguntan, a estas alturas, qué es lo que se puede comer sin temor. Los consumidores se sienten inseguros y quieren claridad. En Alemania, al igual que en el resto de Europa.

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