Europa hace equilibrio entre China y EE.UU.
14 de julio de 2025
La reunión entre el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, fue un encuentro inusual, considerando que China impuso estrictas sanciones desde hace cinco años contra Rubio, cuando era miembro de la Comisión Congresional-Ejecutiva sobre China (CECC) del Congreso estadounidense, y elaboró un duro informe contra Pekín por reprimir el movimiento democrático en la Región Administrativa Especial china de Hong Kong y, más tarde, por restringir drásticamente los derechos civiles en la provincia occidental china de Xin-jiang, habitada mayoritariamente por musulmanes.
Aún con este contexto, la primera reunión cara a cara entre los dos ministros de Asuntos Exteriores tuvo lugar a puerta cerrada el pasado viernes (11.7.25). Las conversaciones fueron "positivas, pragmáticas y constructivas", según informaron medios estatales chinos. En la rueda de prensa final del sábado (12.7.25), Wang resumió los resultados más importantes a sus ojos con cuatro ideas clave: mantener el contacto, evitar juicios equivocados, gestionar las diferencias y ampliar la cooperación. Sin embargo, no mencionó si Rubio seguiría siendo sancionado.
El siglo del Pacífico
Aunque la región atlántica siguió teniendo una gran influencia en la política mundial en el siglo XX, ya es previsible que esa influencia se desplace a la región del Pacífico. Por ello, los politólogos llaman al siglo XXI el "Siglo del Pacífico", en el que Estados Unidos seguirá siendo la superpotencia, y el presidente Xi Jinping apuesta a que China se convierta en una "nación fuerte, democrática, civilizada y armoniosa del socialismo" para 2049, centenario de la fundación de la República Popular.
En un estudio realizado a principios de 2025, la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC) predice que China superará a Estados Unidos en los próximos 30 años y se convertirá en la nación económicamente más poderosa del mundo. La competencia por el primer puesto como potencia mundial dominante ya está configurando nuestro mundo actual. Washington y Pekín son rivales. Las consecuencias son una guerra comercial, un rearme mundial y un aumento de la tensión geopolítica.
La UE entre la espada y la pared
Estados Unidos está utilizando la ley de la selva para obligar a todos los países económicamente más débiles a transigir en materia comercial. El sábado pasado (12 de julio), el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció aranceles del 30% a las importaciones procedentes de la UE a partir del 1 de agosto.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reaccionó rápidamente para tomar "todas las medidas necesarias" para proteger los intereses de la UE, incluidas contramedidas.
¿Estados Unidos también es socio, competidor y rival de la UE?
Ahora se plantea la cuestión de en quién se puede confiar. ¿En el viejo aliado EE.UU., que ahora pone obstáculos a la globalización de sus aliados afines en Europa, o en la China en ascenso, que busca estrechar lazos con Europa y Alemania a pesar de sus diferencias ideológicas?
¿Es ahora Estados Unidos también un "socio, competidor y rival” para Europa? Los expertos en China Paula Oliver Llorente y Miguel Otero-Iglesias, del think tank español Real Instituto Elcano, se han tomado la libertad de plantear esta provocadora pregunta. "Sin embargo, la UE tiene dificultades para vincular esta definición conceptual con medidas concretas y estandarizadas", escriben ambos investigadores. "La incertidumbre se ha convertido en el factor determinante del posicionamiento estratégico de la UE en el contexto de la rivalidad entre EE.UU. y China”.
Llorente y Otero-Iglesias creen que la UE y EE.UU. tienen percepciones de amenaza muy diferentes en relación con China. EE.UU. lucharía contra "un competidor hegemónico” y "una amenaza existencial”. "La UE, en cambio, busca una relación equilibrada con un actor global”. Por ello, Europa necesita desarrollar estrategias diferenciadas para minimizar los riesgos y reducir así las dependencias críticas de China.
"Desafío histórico" para Alemania
En este contexto, "la política de Donald Trump y el conflicto entre Estados Unidos y China suponen un desafío histórico para Alemania", afirman los expertos en China Claudia Wessling y Bernhard Bartsch, del think tank sobre China MERICS, con sede en Berlín. Se ha tambaleado la certidumbre que se tenía desde hace tiempo de una cooperación de confianza con EE.UU. Ya no es posible seguir como siempre.
Sin embargo, es obvio que si Alemania se acerca demasiado a China, molestaría a Washington. Estados Unidos sigue siendo insustituible en la construcción de la seguridad europea de posguerra. Tras la guerra de agresión rusa contra Ucrania, la importancia de la presencia militar estadounidense en Europa quedó aún más clara. Wessling y Bartsch creen que el gobierno alemán está sometido a una presión sin precedentes para encontrar su camino en un mundo configurado geopolíticamente, mientras que la sociedad interna está cada vez más polarizada.
La Estrategia China 2023 del gobierno alemán preveía una reducción de los riesgos bajo la palabra clave "de-risking" (des-riesgo). Como consecuencia, muchas empresas han invertido no sólo en China, sino también en Estados Unidos. Sin embargo, las empresas alemanas han reconocido que esta doble estrategia "es contraria a los intereses de la economía alemana y podría desembocar en una crisis caracterizada por el descenso de las exportaciones y la pérdida de puestos de trabajo", escriben los expertos Wessling y Bartsch.
¿Un nuevo comienzo entre Bruselas y Pekín?
A finales de julio se celebrará en Pekín la cumbre UE-China. Pekín espera un nuevo comienzo en las relaciones con Europa. Llorente y Otero-Iglesias piden que todos los Estados de la UE se unan para reducir la dependencia. Los Estados miembros mantienen relaciones diferentes con EE.UU. y China. Su interdependencia económica con la mayor y la segunda economía es diferente. Esta "heterogeneidad inherente" conduce también a rumbos distintos en política exterior.
"Las asociaciones son esenciales para la UE, también con China", resumen los dos expertos españoles. "China debe abrir su mercado a las empresas europeas. Y esto requiere medidas concretas y no sólo promesas".
(mn/el)