La guerra en Irak, un conflicto no resuelto, cuyas perspectivas de resolverse parecen lejanas. La violencia terrorista ataca una y otra vez. El último golpe: contra el Parlamento, en la zona supuestamente más segura de todo Bagdad. Y la guerra no sólo produce muerte y terror, sino también refugiados.

Son pocos los iraquíes que logran alcanzar las fronteras de Europa, pero su número va en aumento. Sobre lo que significa ese camino hasta Occidente, y sobre el modo en que son acogidos, habló DW-WORLD con Karl Kopp, representante ante la Unión Europea de la ONG alemana Pro Asyl.

DW-WORLD: ¿Cómo transcurre el viaje hasta Europa de los refugiados iraquíes?

Karl Kopp: Dentro de Irak hay más de dos millones de personas buscando refugio que no pueden salir del país. Otros dos millones de iraquíes se encuentran en los países vecinos, en Siria, Jordania, Turquía, Irán… A Europa llega sólo una parte insignificante de esos refugiados: el año pasado, 20.000 a la Unión Europea, algo más de 2.000 a Alemania.

El camino hasta Europa es caro, peligroso e ilegal. Para llegar a la Unión Europea, los iraquíes tienen que hacer un recorrido difícil, en el que muchos mueren. Además, estas personas no reúnen los requisitos para poder viajar legalmente a Europa. No tienen visado. A veces, en Turquía o en Grecia se les obliga a regresar.

DW-WORLD: Y los que consiguen llegar a Europa, ¿qué encuentran?

K. K.: Los pocos que consiguen llegar, por ejemplo, a Alemania, tienen que enfrentarse a un duro proceso de petición de asilo. En 2006, sólo el 8,3% de las peticiones de asilo, 189 iraquíes, fueron aceptadas.

En nuestra opinión, estas personas son refugiados y están protegidas por el Estatus del Refugiado, reglamentado en la Convención de Ginebra. Si no se les reconoce ese estatus, por lo menos que reciban una mínima seguridad de que no van a ser deportados. Los iraquíes que llegan aquí, según el derecho internacional, deberían recibir, por lo menos, protección. Pero eso no sucede en Alemania ni tampoco en la mayoría de los países europeos.

DW-WORLD: ¿Cuál es la situación de los refugiados iraquíes en Alemania?

K. K.: En Alemania hay 10.000 iraquíes "consentidos". Viven en el país gracias al consentimiento de las autoridades. Eso no es un estatus. Se les amenaza con la expulsión. Se les impide formar parte de esta sociedad. Y con ello se les está negando un derecho básico del exiliado: tener la oportunidad de construirse un futuro, de volver a disponer de la vida propia. El cálculo cínico de los políticos alemanes consiste en mantener alejado ese futuro.

DW-WORLD: ¿Qué significa ese consentimiento?

K. K.: Residir "consentido" significa que no tener ningún tipo de derechos sociales, no poder trabajar, no poder moverse libremente. Por lo general, no se permite al refugiado "consentido" salir de la ciudad en la que vive. Muchas veces no le queda más remedio que alojarse en centros comunes. Si se está "consentido" por un periodo corto de tiempo, sus hijos no tienen derecho a ir al colegio. Pero lo peor es que carece de seguridad alguna para planificar el futuro. No tiene estatus. No sabe lo que va a pasar mañana. Se le quita toda perspectiva y se le amenaza constantemente con la expulsión.

Europa ignora sus propias directivas. ¡Siga leyendo!

DW-WORLD: Pero teniendo en cuenta las imágenes que a diario nos llegan desde Irak, ¿con qué justificación se les niega a los iraquíes el derecho de asilo?

K. K.: En los países europeos, la situación en Irak se relativiza. Al contrario de lo que vemos todos los días en las noticias, en el proceso de petición de asilo las condiciones que reinan allí no se toman en serio.

Dice una directiva de la Unión Europea que cualquier persona que huye de su país como consecuencia de una situación de "violencia descontrolada provocada por un conflicto interno", tiene derecho, como mínimo, a recibir protección y a no ser expulsado. Si la directiva europea se aplicase como es debido, los iraquíes podrían encontrar refugio en Europa en un número mucho más elevado.

DW-WORLD: ¿Y cómo se explican los políticos europeos hagan caso omiso de esa directiva?

K. K.: En el mismo momento en que una persona por miedo se ve obligada a abandonar su país, se convierte en un refugiado. Cuando se acerca a las fronteras de Europa, es un refugiado. Pero si intenta entrar, las autoridades del país lo califican inmediatamente de ilegal y así se facilita el que se le niegue sus derechos o se le expulse.

DW-WORLD: La semana que viene se celebra una Conferencia Internacional para trata el tema de los refugiados iraquíes, ¿qué le pediría a Europa?

K. K.: Lo que esperamos de Europa es que le conceda a estas personas la oportunidad de acceder a una vida en su territorio sin tener que correr peligros, y que se actúe de manera solidaria con los países de origen.

Especialmente, hay que ayudar a los débiles, los niños, las mujeres, víctimas de la tortura… Estas personas deben poder encontrar refugio en los países occidentales. Hay que acabar con políticas como la alemana. Y no sólo en Alemania, sino en toda Europa, especialmente con los refugiados iraquíes, hay que poner punto y final a las expulsiones, porque se convierten en una amenaza constante que les impide hacer una vida normal. El mecanismo del miedo tiene que finalizar.

Hasta ahora, Europa mira para otro lado y trata de ignorar lo que está sucediendo, y eso es vergonzoso.