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Europa también deja a los sirios en la estacada

Rainer Sollich
26 de octubre de 2019

No solo el presidente estadounidense Donald Trump, también su predecesor Obama y la UE han estado fallando a Siria durante años. Propuestas como la de Berlín son contraproducentes en este contexto, dice Rainer Sollich.

Symbolbild: Kurdenmiliz - Mitglieder der Kurdischen Volksverteidigungseinheiten
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Suna

¿Qué tan bajo puede caer moralmente un presidente de los Estados Unidos? Primero, Donald Trump traiciona a sus aliados kurdos y los abandona ante los bombarderos turcos y las masacres de los yihadistas, también financiados por fuentes turcas. Luego elogia hipócritamente un alto el fuego negociado entre Moscú y Ankara, que limita pero también legitima la invasión militar de Erdogan, y al mismo tiempo consolida el régimen de Bashar al-Assad y su protectorado ruso en casi toda Siria. Aparentemente, a Trump no le importa que la gente muera y se expanda un régimen de injusticia. Los kurdos tampoco son "ángeles", señaló recientemente lacónicamente. Más cínico no puede ser.

El cinismo de Trump

Fue Trump quien, a través de la anunciada "retirada" apresurada del ejército estadounidense de Siria, puso a Moscú en posición de amenazar a los kurdos con que el ejército de Ankara los aplastaría si no retiraban a sus combatientes y se ponían bajo la "protección" de Assad. Bashar al-Assad no es solo un dictador más entre los muchos de la región: es un más que "sospechoso" de crímenes de guerra. Assad ha demostrado a lo largo de los años que no ha tenido escrúpulos en arrojar bombas de barril sobre áreas residenciales enteras en su propio país y sobre los ciudadanos que allí viven. No ha sido únicamente Rusia, sino también la indecisión de la política exterior occidental, lo que ha apuntalado a Assad en su camino a la victoria en Siria. Incluso el predecesor de Trump, Barack Obama, tuvo miedo de poner al dictador en su lugar.

Reiner Sollich, de la redacción árabe de DW.

No menos cínico el último giro en la política de Trump: de repente, ahora, pero una gran parte de las tropas estadounidenses presentes en la zona y sus tanques se despliegan en torno a las instalaciones petroleras sirias, según informes de la prensa estadounidense, para protegerlas de Estado Islámico. El propio Trump se dignó a escribir en Twitter: "Tal vez es el momento de que los kurdos se acerquen al a región petrolífera". ¿Va a darles protección, después de todo? ¿O espera, por el contrario, dejar de nuevo los milicianos cercanos al PKK sean los que defiendan los intereses de Estados Unidos?

El fracaso de Europa

Es sorprendente lo cínicas que son sus palabras, pero sobre todo sus hechos y sus omisiones, que deciden no solo el destino de los kurdos, sino de prácticamente toda la población siria. Pero no son únicamente Trump y Obama los responsables. También Europa y países clave como Alemania y Francia, a los que se puede echar en cara que han presenciado los asesinatos en Siria sin desarrollar una estrategia común contra ellos ni plantearse seriamente un despliegue militar en ningún momento. Se dejaron y se dejan chantajear por Erdogan con la amenaza de nuevos "avalanchas de refugiados" sirios.

Europa, como los estadounidenses, no hizo nada para evitar que Rusia e Irán expandieran sistemáticamente su influencia en Siria y ayudaran a Assad a obtener nuevo impulso. Y cuando esta en realidad nunca abordada convenientemente "lucha" en Siria se pierde de facto, de repente surgen ideas improvisadas sin apenas posibilidades de éxito. Como, en particular, la propuesta de la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, que no estaba suficientemente coordinada ni en Berlín ni a nivel europeo, para instalar una fuerza de Naciones Unidas en el norte de Siria con la participación de Rusia y Turquía. Como si Moscú alguna vez permitiera a los europeos ser más que una fuerza auxiliar en Siria al servicio de sus propios intereses.

Con tales propuestas se suscitan entre las personas afectadas esperanzas que no se van a poder cumplir. Eso también resulta cínico y esconde la amarga verdad: si bien los europeos gozan de confianza y buena reputación en la región, en su condición actual, y sin un socio estadounidense fuerte a su lado, no tienen ninguna posibilidad de proporcionar la más mínima seguridad o protección militar a los kurdos u otros sectores de la población en Siria. Ahora solo Vladímir Putin puede hacer eso. Si quiere. Y si se ajusta a su propio cálculo estratégico.

(lgc/)

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