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Evo Morales: indígena, cocalero, presidente de Bolivia

16 de octubre de 2019

El mandatario se enfrenta a su mayor desafío político desde que asumió el poder, en 2006: convencer a los bolivianos de que él debe gobernar el país hasta cumplir 19 años como jefe de Estado.

Bolivien Präsident Evo Morales im DW Interview mit Diego Gonzalez
Imagen: DW

Amante del fútbol, líder innato, trompetista y poseedor del récord de ser el hombre que más tiempo ha gobernado Bolivia. Esos son algunos de los atributos que pueden definir a Evo Morales Ayma (octubre de 1959), el político que pasó de dirigente deportivo a líder cocalero, de diputado expulsado del Congreso a jefe de la oposición, de candidato a la presidencia derrotado a primer mandatario indígena de la historia de su país. Una generación entera de bolivianos no conoce a otro presidente, a diferencia de sus padres y abuelos, que cada dos años veían una cara nueva ingresando al Palacio Quemado.

Hablar de Evo Morales es hablar de un hombre nacido en un pueblo perdido en la geografía boliviana, a casi 3.800 metros de altura, y marcado por una vida llena de vaivenes. Hijo de una familia pobre de Isallavi, Morales creció trabajando la tierra, cuidando llamas y liderando clubes de fútbol, actividades deportivas y todos los sindicatos que se le fueron cruzando en el camino. Hay al menos dos personas, separadas por el tiempo y el espacio, que relatan anécdotas en las que un joven Evo les dice a sus rivales circunstanciales que, en el futuro, él será presidente y tendrán que respetarlo.

Una de ellas data de 1995, cuando Morales, entonces líder cocalero que se oponía a la política acordada por La Paz y Estados Unidos para combatir los cultivos de coca como estrategia para luchar contra el narcotráfico, se encontraba detenido en una base militar. La relató el abogado peruano Ricardo Soberón, presente en el lugar, a la BBC: uno de los guardias dijo, apuntando a Evo, que "ese indio de mierda” era un problema para el gobierno. Y Morales le respondió "este indio de mierda va a ser tu presidente”.

Seguidoras de Morales celebran su triunfo en las presidenciales de diciembre de 2005. Imagen: picture-alliance/AP/J. Karita

El largo camino al éxito

Y lo ha sido durante 14 años. Pero antes, Morales, como un cohete, debió quemar distintas etapas. En 1997 fue candidato a diputado, y obtuvo un asiento con el 70 por ciento de los votos. En 2002, sin embargo, fue expulsado del Parlamento, por haber cometido "graves faltas” contra la ética. Los familiares de dos uniformados asesinados en medio de manifestaciones cocaleras acusaron a Morales de ser el autor intelectual de dichos crímenes. Evo se declaró en huelga de hambre, alegando absoluta inocencia. "Cocalero expulsado del Congreso”, tituló la prensa de la época.

Tras perder por estrecho margen las presidenciales de 2002, Morales se convirtió en el principal dirigente de la oposición al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Masivas protestas por una crisis social y política, gatillada por la posibilidad de exportar gas por puertos chilenos, generaron su salida. Carlos Mesa, su vicepresidente, lo reemplazó. Grupos cercanos a Evo Morales convocaron a nuevas manifestaciones que forzaron la renuncia de Mesa. En su lugar asumió Eduardo Rodríguez Veltzé, que llamó a elecciones. Evo, el líder opositor, el amante de los partidos de fútbol, el cocalero, ganó esas elecciones con el 53,7 por ciento de los votos.

De "Somos presidentes” a "Evo o ninguno”

"Somos presidentes”, decían los indígenas bolivianos al ver a uno de los suyos asumir el mando, el 22 de enero de 2006. Orgullo puro por lo que se veía como un cambio de paradigma, uno que se extendió a otros ámbitos. Por ejemplo, dicen que Morales no duerme. Bueno, duerme, pero poco. Sus ministros suelen contar que los llama después de la medianoche para exigirles informes y ya a las 5 de la mañana está encabezando reuniones. "No seas flojo” es uno de los principios andinos que Morales prometió cumplir al pie de la letra, incluso a costa de su propia salud. Sus médicos le han ordenado que descanse más tiempo, algo que Morales tiende a pasar por alto.

Bajo el mandato de Morales Bolivia ha vivido un auge económico cuyas cifras son indesmentibles. Los índices del país han mejorado en varios aspectos (alfabetización, acceso a agua potable, disminución de la pobreza extrema) y las tasas de crecimiento han superado largamente al promedio de la región. Sin embargo, el hecho de que la frase "Somos presidentes” se haya convertido en otro llamado electoral, "Evo o ninguno”, muestra que la figura del mandatario es tan poderosa que ha impedido el surgimiento de nuevos liderazgos y ha agotado su propia imagen, al punto de que una oposición disgregada y confundida, después de años de derrotas electorales, podría aguarle la fiesta en las votaciones del 20 de octubre.

Las protestas contra la reeleción de Morales han aumentado en los últimos meses.Imagen: Reuters/D. Mercado

Las críticas contra Morales por su personalismo, por el sometimiento de los otros poderes del Estado, por la construcción de una casa de Gobierno exagerada y ostentosa, por su derrota en la demanda marítima contra Chile y, muy especialmente, por no haber acatado (intervención judicial mediante) el resultado del referéndum que rechazó una reforma constitucional para permitir su reelección, han golpeado su credibilidad incluso a nivel internacional. Serán los electores bolivianos los que juzguen si el hombre que ha ganado todas sus reelecciones con más del 60 por ciento de los votos debe seguir al frente del país o si ya llegó la hora de que duerma más tiempo y juegue fútbol como un ciudadano más. 

(jov)

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