Exhumación de Franco: ¿fin de la glorificación del dictador?
Cristina Burack
24 de octubre de 2019
La exhumación del dictador español es sin duda un punto de inflexión histórico en el consenso nacional de España, que pone fin a la glorificación de su gobierno antidemocrático, dice Cristina Burack.
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Es solo ahora, 44 años después de su muerte, que el gobernante español Francisco Franco finalmente obtiene el tipo de reconocimiento nacional que merece: el de un general militar que fue responsable del primer ataque aéreo deliberado contra civiles en Guernica (con ayuda de la Luftwaffe de Hitler) durante una guerra civil brutal y sangrienta que se desarrolló entre 1936 y 1939; el de un verdugo que ejecutó sistemáticamente a cientos de miles de sus oponentes, en lo que el destacado historiador de España, Paul Preston, ha denominado el "Holocausto español"; la de un dictador que aplastó la democracia en España durante su mandato de 36 años.
La exhumación de Franco se ha retrasado en un país que nunca ha reconocido abiertamente su pasado autoritario. Francamente, es vergonzoso que haya tardado tanto en retirar sus restos del gigantesco mausoleo con cruces en el Valle de los Caídos, que se cierne sobre las colinas en las afueras de Madrid.
Construido según su deseo, en gran parte con trabajadores forzados, para supuestamente honrar a los que cayeron durante la guerra civil, el sitio ha sido durante mucho tiempo un lugar de reunión para los partidarios del fascismo y la extrema derecha. De ninguna manera es un lugar de reconciliación nacional, como Franco proclamó que sería, y como algunos políticos conservadores hoy todavía sostienen que lo es. Solo ha sido un insulto doloroso para los españoles cuyos familiares (incluidos algunos de los míos) fueron perseguidos por pensar de manera diferente, hablar libremente y luchar contra las fuerzas autoritarias nacionales y católicas de Franco, respaldadas por el partido fascista español. En muchos casos, estos oponentes fueron fusilados y arrojados de forma anónima en fosas comunes. Decenas de miles fueron desenterrados y enterrados nuevamente en el monumento.
La controvertida exhumación de un dictador
Sin embargo, la exhumación ha sido muy controvertida. Una encuesta realizada por el periódico español El Mundo encontró que uno de cada tres españoles se opuso a mover sus restos. Los descendientes de Franco intentaron en varias ocasiones detener la remoción de los restos a través de los tribunales, mientras que los políticos conservadores argumentaban que remover el pasado solo abrirá nuevas heridas. Ese argumento es un legado de la transición de España a la democracia, después de la muerte de Franco en 1975. Sus partidarios y opositores acordaron el llamado Pacto del Olvido, que incluía una amnistía política general para aquellos que cometieron crímenes en masa. Fue un intento de mirar hacia el futuro.
Si bien la transición de España a la democracia fue elogiada en todo el mundo, el resultado del pacto a largo plazo fue afianzar una profunda división social que hizo aceptable la simpatía autoritaria. Durante demasiado tiempo, la España democrática ha sido un lugar donde el símbolo de las flechas fascista, que utiliza la Falange, todavía se puede ver en las fachadas de las casas, donde la gente cuelga descaradamente la bandera nacional franquista desde sus balcones, donde las calles se llaman "Calle del Generalísimo", "calle del Gran General ", y donde existe una fundación para honrar su memoria y supuestos logros. Tal aceptación pública de las manifestaciones autoritarias es inimaginable en Alemania, pero la sociedad española nunca ha accedido realmente a denunciar la dictadura de Franco.
Cerrando un capítulo sobre glorificación
Mientras que un gobierno socialista anterior en 2007 aprobó una medida que reconoce oficialmente a las víctimas de Franco y condena su dictadura, el mausoleo en el Valle de los Caídos ha sido, hasta ahora, el mayor símbolo de España, en el mejor de los casos, de ambivalencia hacia un gobierno antidemocrático y, en el peor, adoración a un dictador. La exhumación de Franco hace más que solo abrir su tumba y transferir sus restos a un lugar de descanso discreto y privado. Cierra un capítulo sobre su glorificación y marca un punto de inflexión histórico en la memoria histórica nacional de España.
Por supuesto, la medida no convertirá inmediatamente en demócratas a los partidarios del dictador. Las protestas planificadas, y posteriormente prohibidas, en el proceso de expulsión lo atestiguan. Pero la exhumación finalmente lleva a España como Estado a un punto en el que oficialmente rechaza por completo el legado de Franco, cambiando fundamentalmente el marco histórico del país y proporcionando un punto de partida para que las divisiones sociales comiencen a sanar.
No será un proceso agradable: construir consenso histórico sobre épocas oscuras de división y pérdida nunca lo es. Pero es un proceso necesario, y uno que España ha necesitado durante demasiado tiempo. La era de Franco finalmente se acabó.
(mn/jov)
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Las huellas del franquismo en Madrid
Los cuarenta años del gobierno de Franco dejaron muchas huellas en la capital de España, muchas de ellas todavía visibles. Aunque no siempre identificables.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
El Cuartel de la Montaña
La rebelión militar en Madrid se limitó al conocido como Cuartel de la Montaña, donde hoy se encuentra el Templo de Debod. El pueblo armado lo asaltó matando a todos los sublevados concentrados allí. Una gran escultura de Vaquero Turcios, situada en 1972 en la escalinata de acceso al montículo recuerda a los caídos. La inscripción en el suelo así lo indica, aunque pocos visitantes recaen en ello.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
La monarquía
Franco restauró la Monarquía en España, dando continuidad a su régimen en la persona del rey Don Juan Carlos I. El Rey inició unas reformas dirigidas por Adolfo Suárez que, sin quebrantar la legalidad establecida, instauraron la democracia, dejando la monarquía como una institución arbitral no partidista. La extrema derecha lo consideró por ello un traidor.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
El balcón de los discursos
Desde el balcón del Palacio Real dirigió Franco algunos de sus más importantes discursos. Eso convirtió la Plaza de Oriente en uno de los símbolos del régimen. Hoy día es uno de los grandes atractivos turísticos de la capital, aunque la plaza fue remodelada. Sin embargo, Franco eligió desde el principio como residencia el Palacio de El Pardo, en una zona boscosa del noroeste de la capital.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Ministerio del Aire
Fue construido por Franco siguiendo el estilo de Juan de Herrera, el arquitecto de Felipe II. El mero hecho de que el Ejército del Aire, un cuerpo militar, se constituyera como Ministerio, así como los demás cuerpos, indica ya el importante papel que en la política tenían los militares. Si de la Prusia alemana se decía que era un Ejército con un Estado, y no al revés, lo mismo se podía decir aquí.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Espacio reciclado
Cerca de allí se empezó a proyectar en 1949 una construcción monumental "a los caídos por Dios y por España" en la batalla por Madrid. El edificio, que incluye una plazoleta circular cubierta por una cúpula, paso por diversos problemas en su construcción, quedando inacabado. Actualmente alberga la Junta de Distrito de Moncloa. Es decir, oficinas del actual Ayuntamiento.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Arco de la Victoria
Erigido para homenajear la victoria de Franco, está en una de las entradas por las que llegaron sus tropas a la ciudad y donde se libraron algunos de los más duros combates. Tiene 49 metros de altura. Detrás, el actual Ayuntamiento de Distrito y el edificio Galaxia, en cuya cafetería se gestó un intento de golpe de Estado en 1978 por Antonio Tejero, que volvería a intentarlo tres años después.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Línea del frente
La actual Ciudad Universitaria fue la línea del frente cuando las tropas franquistas cercaron la capital. La artillería y la aviación bombardearon esa entrada a la ciudad. Pocas huellas son ya visibles de aquellos enfrentamientos, como un rudimentario mirador construido en semicírculo sobre el hueco de una explosión, o este agujero, que los vecinos identifican como el cráter dejado por un obús.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Búnker restaurado
En los alrededores de Madrid quedan búnkeres de la contienda, algunos restaurados. Sobre todo en la zona sureste, escenario de la Batalla del Jarama, o la noroeste, como este de la Dehesa de Navalcarbón. Cerca de allí se libró la Batalla de Brunete, en la que murió la fotógrafa alemana Gerda Taro, autora junto a su socio y pareja Robert Capa de algunas de las más famosas instantáneas de la guerra.
Imagen: Juan Aranaz
Calles sin nombre
A Gerda Taro está previsto dedicarle una calle en la capital. Una comisión de expertos ha señalado más de cincuenta calles por vulnerar la Ley de Memoria Histórica. Sus nombres deberán ser cambiados, aunque la medida ha sido recurrida por la Fundación Franco. La de Juan Vigón (en la imagen) debe su nombre al general que Franco envió en su nombre al cumpleaños de Hitler y que llegó a ministro.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Fundación Nacional Francisco Franco
En un austero edificio de viviendas sociales precisamente construidas por Franco se encuentra, sin distintivos exteriores, la Fundación Nacional Francisco Franco. Se trata de una entidad privada sustentada por las cuotas de sus afiliados y cuyo principal activo historiográfico era el archivo personal del dictador, digitalizado gracias a una subvención del gobierno de Aznar en el año 2000.
Imagen: DW/L. G. Casas
Pisos militares y viviendas sociales
Franco construyó en España más de cuatro millones de viviendas sociales, muchas de ellas en Madrid. También edificó barrios enteros de pisos para alojar a militares y sus familias. En muchos casos, no eran mucho mejores que las viviendas sociales. Pero, en otros, se construían para albergar a militares de alta graduación y estaban ubicadas en zonas caras de la capital. Como estos en Moncloa.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Nuevos Ministerios
Otro de los grandes complejos ministeriales construidos por Franco fue el de Nuevos Ministerios, que actualmente alberga al Ministerio de Fomento, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social y el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Desde estos edificios se dirigieron los esfuerzos modernizadores del régimen franquista.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Estatua de Franco
En uno de los flancos de ese gran complejo se levantó el mayor monumento que había a la persona de Franco en la capital: una estatua ecuestre de bronce que fue retirada en 2005, antes incluso de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica. Una sentencia declaró en 2009 nula la retirada de la escultura, pero rehusó volver a colocarla en virtud de esa nueva ley aprobada con posterioridad.
Imagen: AP
El Alcázar de Toledo
La columna que dirigía Franco contra Madrid se detuvo en Toledo para socorrer a los sublevados en la ciudad, sitiados en el Alcázar. Estratégicamente, hubiera sido innecesario, según autores como Jorge M. Reverte, para quien fue una estrategia de Franco para alargar la guerra y erigirse como líder de los generales sublevados convirtiéndola, al mismo tiempo, en una guerra de aniquilación.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Museo del Ejército
El Alcázar alberga hoy día el Museo del Ejército. Pero allí se encontraba la Academia de Infantería, en la que Franco ingresó al Ejército. Además, la ciudad es famosa desde la Edad Media por sus espadas, fabricadas con la técnica del acero templado. Junto al Alcázar, como se ve en este escaparate, proliferan las tiendas en las que hasta hace poco se podían comprar también estatuillas de Franco.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Valle de los Caídos
A unos cuarenta kilómetros de Madrid, cerca de El Escorial, se encuentra el Valle de los Caídos, donde estuvo enterrado Franco. Fue un mausoleo monumental excavado en la montaña y coronado por una gran cruz, construido para honrar a los caídos del bando franquista. Allí se enterró inicialmente al líder de Falange, Primo de Rivera. Y a miles de presos republicanos usados como trabajadores forzosos.