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Expectativas cubanas ante la visita del Papa Benedicto XVI

23 de marzo de 2012

“Que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba”, pidió Juan Pablo II en la habanera Plaza de Revolución en 1998. Casi 15 años después, una sociedad en transformación alimenta esperanzas diversas ante la nueva visita papal.

La Plaza de la Revolución de La Habana se prepara para la misa pública que ofrecerá Benedicto XVI.
La Plaza de la Revolución de La Habana se prepara para la misa pública que ofrecerá Benedicto XVI.Imagen: picture-alliance/dpa

El Papa polaco –al que se relacionaba con la caída del socialismo en Europa del Este– devolvió a los cubanos el feriado de Navidad, el único religioso en la isla. Apuntaló las recién restablecidas relaciones Iglesia-Estado. Condenó el embargo comercial de EE.UU. Intercedió por un centenar de presos políticos ante el entonces presidente Fidel Castro. Se reunió con intelectuales y religiosos católicos, evangélicos y judíos. Y coronó a la Virgen de la Caridad del Cobre como “Madre de todos los cubanos, sin distinción de razas, opciones políticas o ideologías”.

Excomulgado desde 1962, Fidel Castro visitó a Juan Pablo II en Roma en 1996 y lo recibió en Cuba en 1998.Imagen: picture-alliance/dpa

Benedicto XVI llegará como “peregrino de la caridad” para celebrar el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la patrona de Cuba. El Papa alemán se reunirá con un nuevo jefe de Estado, con “mejores relaciones” con la jerarquía eclesiástica nacional que su antecesor, señala Arturo López Levy, politólogo cubano-americano de la Universidad de Denver.

Con menos carisma personal pero mayor ordenamiento institucional, Raúl Castro se halla inmerso en un proceso de transformación del sistema económico y político isleño –que sus partidarios o críticos más moderados llaman “actualización”, “reformas” o “transición” y los opositores “reciclaje”.

“Transición” o “reciclaje”

Tarcisio Bertone (d), Secretario de Estado del Vaticano, primer dignatario en reunirse con el recién designado presidente Rául Castro (i) en 2008.Imagen: picture-alliance/dpa

En este contexto, la Iglesia cubana aspira a avanzar en espacios sociales claves que le habían sido negados durante décadas y ha ido recuperando, con la tolerancia del Estado: el libre espacio de culto, una red educacional y mediática paralela a la estatal –escuelas de verano, publicaciones artesanales o digitales y eventuales apariciones en los medios públicos–, así como el rol de interlocutor del Estado en temas de envergadura nacional e internacional como la reciente liberación de presos políticos.

“Entusiasmo” y “curiosidad” vuelve a despertar la visita papal en un pueblo que según el Vicario General de La Habana, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, es “muy religioso, pero minoritariamente católico, en el estricto sentido de la palabra”. Las autoridades católicas sostienen que cerca del 60 por ciento de los 11,2 millones de cubanos ha sido bautizado, pero apenas el cinco por ciento asiste regularmente a misa.

Además, protestantes, anglicanos, judíos, espiritistas, ortodoxos y hasta algunos musulmanes parecen mezclarse –en la sincrética religiosidad cubana– con religiones de origen africano como la santería, con las que se relaciona entre un 75 y 85 por ciento de la población, según diversas fuentes. Así, la mestiza patrona de Cuba, Virgen de la Caridad del Cobre, es para muchos cubanos “Cachita” y al mismo tiempo Ochún, deidad (oricha) del amor, la fertilidad, la sensualidad femenina, protectora de la familia.

Pero ninguna de estas religiones es tan institucional e internacionalmente poderosa como la Iglesia Católica. Quizás por ello, Benedicto XVI prescinde de encuentros ecuménicos; el exembajador de Cuba ante la Santa Sede insistía en la radio cubana en que los vínculos diplomáticos bilaterales nunca se han interrumpido desde su establecimiento en 1935; y “la gente quiere creer que el Santo Padre vendrá a impulsar el proceso de reformas raulistas”, escribía la internacionalmente conocida bloguera disidente Yoani Sánchez.

Cubanos de todas las religiones y hasta ateos cumplen promesas a la Virgen de la Caridad en el Santuario del Cobre, en Santiago de Cuba: "Ochún es La Caridad, Santa Bárbara es Changó...", explica un popular tema musical.Imagen: picture-alliance/dpa

“Moderación” vs. “dramatismo”

El Gobierno pondrá el transporte de la isla en función de las misas papales del 26 y 28 de marzo, y quienes quieran asistir a ellas, en Santiago y La Habana, serán liberados de trabajar para el Estado en esos días. En comparación con su anterior paso por Brasil, o ahora por México, en la isla hay menos resistencia a la visita entre sectores liberales, que critican la postura católica hacia temas sociales como los anticonceptivos, el aborto o el matrimonio gay. Aunque sí ha habido críticas desde una izquierda que se sitúa fuera del oficial partido comunista, como el grupo “Observatorio Crítico”, destaca López-Levy.

En general, la mayoría de la población, incluso los grupos opositores y la diáspora (en la isla se espera la llegada de unos 400 peregrinos), recibe con agrado la visita papal, opina López Levy; pues se la relaciona con un aumento de las libertades religiosas y una oportunidad para fomentar el pluralismo político. “Reconciliación”, “diálogo”, “moderación”, “apertura gradual” son palabras claves de las autoridades eclesiásticas, que se oponen a “actos de elevado dramatismo” o “desobediencia civil” no negociada –como han calificado la reciente ocupación de un templo habanero por opositores o la marcha de las Damas de Blanco por una ruta no programada, en reclamo de un encuentro con el Papa.

La Iglesia tiene su propia agenda

¿Recibirán tantos cubanos a Benedicto XVI como a Juan Pablo II? La agenda papal incluye misas públicas, no encuentros ecuménicos ni con disidentes.Imagen: picture-alliance/dpa

Los sectores más radicales del exilio cubano en EE.UU. han llamado a “aguar la fiesta del Cardenal (Jaime) Ortega” –líder de la Iglesia cubana. Pero, en concordancia con su doctrina social, la Iglesia cubana se considera ya articuladora de espacios de pensamiento y acción para sectores de un “nacionalismo responsable” dentro y fuera de la isla y del Gobierno, escribieron recientemente López-Levy y Lenier González, editor de la revista cubana Espacio Laical.

La moderada jerarquía eclesiástica cubana comparte con estos sectores la apuesta por “un sistema político más pluralista y una economía con mayor participación del mercado”, pero con beneficios sociales en educación y salud. Y rechaza la injerencia extranjera (que no se refiere al Vaticano, sino a EE.UU. o la Unión Europea), así como “las propuestas radicales de estatismo totalitario y capitalismo neoliberal”.

Autora: Rosa Muñoz Lima

Editor: Enrique López Magallón

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