Expresidente alemán, en el banquillo de los acusados
14 de noviembre de 2013El expresidente alemán Christian Wulff enfrenta desde este jueves, 14 de noviembre, un juicio ante un tribunal regional. Algo sin precedentes en Alemania. Se lo acusa de cohecho, delito penado con multas o, en el peor de los casos, con penas de hasta tres años de cárcel.
Este proceso vuelve a poner en el candelero todo aquello que finalmente condujo a la renuncia de Wulff en febrero de 2012: su afición por el glamour, el polémico crédito privado que recibió para comprarse una casa, las vacaciones en residencias veraniegas de acaudalados amigos. Se hablará de cenas de gala y fiestas; y también del vergonzoso llamado que efectuó amenazando al redactor en jefe del periódico Bild, que puso en entredicho su relación con la libertad de prensa.
Cuestión de honor
El presidente en retiro podría haberse evitado todo esto. La Fiscalía le había propuesto desistir de un proceso, a cambio del pago de una multa. Se hablaba de unos 20.000 euros, una suma que no excede las posibilidades de este abogado de 54 años que, al igual que sus antecesores, cuenta con una pensión anual estimada en 200.000 euros.
Pero Wulff rechazó la oferta y sus abogados manifestaron la intención de luchar por “el honor y los derechos” del expresidente. Fracasado como político, humillado por la prensa y a estas alturas compadecido por muchos alemanes, Wulff quiere al menos liberarse de la impronta de haber delinquido.
Sus abogados, Bernd Müssig y Michael Nagel, calculan que tienen buenas posibilidades de ganar. De todas las sospechas de corrupción que pendían sobre su cliente, solo ha quedado una que amerite un juicio y se refiere a algo ocurrido antes de que Wulff asumiera la presidencia alemana, cuando era primer ministro del Estado federado de la Baja Sajonia. Por eso el proceso tiene lugar en el tribunal de Hannover.
El caso en discusión
En la mira de la Fiscalía está una visita de Wulff a la Oktoberfest (Fiesta de la Cerveza) de Múnich en 2008, ocasión en la que el productor cinematográfico David Groenewold cubrió parte de sus gastos y pagó su alojamiento. Se trata de una suma de aproximadamente 750 euros.
Lo que se le reprocha a Wulff es haber correspondido a las atenciones de su amigo haciendo una llamada al entonces jefe de Siemens para pedirle que respaldara financieramente un proyecto cinematográfico de Groenewold. Una gestión que, como entretanto se sabe, no rindió fruto. Los abogados de Wulff rechazan cualquier vinculación entre esos hechos, pero la severa legislación anticorrupción alemana podría poner en aprietos al expresidente, pese al pequeño monto de dinero involucrado y a las dificultades probatorias. Ya el solo “cultivo de un ambiente” en que impere un acuerdo tácito de intercambio ocasional de favores es punible.
La fiscalía se propone, por lo mismo, analizar todo el entramado de relaciones entre Wulff y Groenewold en este juicio, que se prolongará hasta abril de 2014. Los magistrados tendrán que juzgar hasta dónde llega la amistad y dónde comienza el cohecho.
Wulff espera una absolución. Pero aunque gane el proceso, difícilmente eso modifique la generalizada opinión de que no era la persona adecuada para el cargo de jefe de Estado.