El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, anunció que tropas gubernamentales estacionadas en el bosque de Sambisa habían ahuyentado a la milicia islamista Boko Haram y tomado por completo el último de sus refugios.
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Este viernes (23.12.2016), con talante victorioso, el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, anunció que Boko Haram había huido y que ya no tenía lugar en el que esconderse. Según el Ejecutivo de Abuya, tropas gubernamentales habían ahuyentado a la milicia islamista y tomado por completo el bosque de Sambisa, el último de los territorioa controladoa por la secta fundamentalista en la parte nororiental del país.
Separado por 60 kilómetros de Maiduguri, capital del Estado de Borno, el bosque de Sambisa tiene una superficie de unos 60.000 kilómetros cuadrados, dieciocho veces más grande que la mayor ciudad de Nigeria, Lagos. Desde que empezara su actividad terrorista hace siete años, Boko Haram ha matado a más de 20.000 personas y ha provocado el desplazamiento de más de dos millones.
Nigeria: huyendo del terror de Boko Haram
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La milicia controlaba hasta hace poco vastas áreas del noreste de Nigeria, en las que aspiraba a crear un califato regido por la sharia como el que sus aliados de Estado Islámico han implantado en Oriente Medio. Por su parte, Buhari llegó al poder en mayo de 2015 con la lucha contra Boko Haram como una de sus prioridades. Desde entonces, el Ejército nigeriano ha conseguido hacer retroceder a los islamistas radicales.
En esas operaciones, Nigeria ha contado con el respaldo de las tropas de Camerún, Níger, Chad y Benín; pero no siempre ha podido evitar que Boko Haram continúe su campaña de terror contra la población civil. Ese grupo provocó una ola de indignación en todo el mundo al secuestrar, en abril de 2014, a 276 estudiantes de una escuela secundaria femenina ubicada en la ciudad de Chibok, en el estado de Borno.
Unas 200 menores siguen en manos de la secta y, según testimonios de algunas víctimas, son utilizadas como sirvientas y esclavas sexuales. Además, con frecuencia, los terroristas obligan a niñas a inmolarse en mercados y a arrastrar consigo a la muerte a quienes frecuentan otros lugares públicos.
ERC ( EFE / Reuters / AP )
Exrehenes de Boko Haram: "Todavía duele"
Casi 300 mujeres que fueron liberadas de las garras de Boko Haram viven por ahora en campamentos para refugiados, pero su sufrimiento aún no terminó. Desde Nigeria, Jan-Philipp Scholz nos ofrece estas imágenes.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Sonrisas ausentes
“Aquí uno enseguida se da cuenta de una cosa: los niños no sonríen”, cuenta un ayudante en el campamento de refugiados de Malkohi, cerca de la ciudad nigeriana de Yola. Allí viven cerca de 300 personas que fueron liberadas la semana pasada de las garras de la organización terrorista Boko Haram. Casi la mitad de ellas es menor de 18 años. Uno de cada tres niños está subalimentado.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
"Solo pude abrazar a mi hija"
Lami Musa es la madre de la habitante más joven del campamento. La semana pasada dio a luz a una niña, y unos días más tarde fue rescatada por soldados. Durante la liberación, los terroristas mataron a varias mujeres. “Solo pude abrazar a mi hija contra mi pecho y cubrirla para protegerla”, recuerda Lami Musa.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Halima perdió un hijo
Halima Hawu tuvo menos suerte: uno de sus tres hijos fue atropellado y murió mientras los terroristas la secuestraban. Durante la liberación de los rehenes, un soldado le disparó en la pierna mientras un miembro de Boko Haram la usaba –como a tantas otras mujeres- como escudo humano. “Todavía duele, pero tal vez ya pasó lo peor”, espera Halima.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Casi no hay alimentos para los niños
Durante seis meses, Babakaka, de tres años, tuvo que vivir con los miembros de Boko Haram. Solo algunas veces había suficiente comida para los niños, cuentan las madres. Cuando lo liberaron, el niño estaba por morir de inanición, y ahora sigue estando muy débil. En el campamento no se le pudo dar el tratamiento médico adecuado.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Escapar a pesar de todo
La madre de Babakaka fue transportada con cerca de otros 20 heridos graves al hospital cercano, en Yola. Uno de los rehenes que caminaba delante de ella pisó una mina terrestre. La explosión fue tan fuerte que la mujer perdió al bebé que traía amarrado a su cuerpo y sufrió heridas de gravedad
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Falta personal médico
A excepción de algunas donaciones de ropa usada, aún no ha llegado demasiada ayuda internacional para las mujeres y niños en el campamento de Malkohi. Les falta de todo, especialmente personal médico. No hay ningún médico, sino solo dos enfermeras y una partera que tratan de ayudarlos en lo que pueden.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
Importante ayuda de voluntarios
“No entiendo por qué nuestras autoridades responsables de casos de emergencia no hacen nada”, se queja la trabajadora social Turai Kadir, que logró que una especialista en niños subalimentados se hiciera cargo de ellos en el campamento. “En realidad, es tarea de NEMA, la oficina nigeriana para ayuda en casos de catástrofe, pero sus capacidades han sido superadas”, explica.
Imagen: DW/Jan-Philipp Scholz
"Resistencia increíble"
Regina Musa volvió hace poco de EE: UU. para enseñar Psicología en la Universidad de Yola. Ahora ayuda a asesorar a mujeres y niños. “Las mujeres han demostrado una resistencia increíble a la adversidad”, dice Musa, y cuenta que muchas incluso se ocuparon de niños de otras mujeres durante su cautiverio. “Tenemos que lograr que entiendan lo que fueron capaces de hacer”.