Los nuevos estados alemanes tienen serios problemas con la extrema derecha. Un informe del Gobierno habla de ello con nombres y apellidos, pero el análisis llega demasiado tarde, opina Jens Thurau.
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Nunca se había visto. El informe oficial del Gobierno sobre el desarrollo en los estados federados de la antigua Alemania del Este no se dejó nada en el tintero. Habla del extremismo de derecha como amenaza seria para el desarrollo. También menciona el peligro de dejar pueblos y ciudades en manos de la fantasmagórica "masa marrón" y de todo lo que se juega el este de Alemania. La encargada para asuntos del Este, Iris Gleicke, reconoce abiertamente que, cuando viaja al extranjero, le preguntan sobre si se puede invertir en los nuevos estados o si no son bienvenidos los extranjeros allí. Gleicke responde claramente que es incapaz de quitar el miedo a los que preguntan.
Economía, la última razón
Está claro que el este todavía tiene que recuperarse 26 años después de la reunificación alemana. La economía sigue renqueando y mucha gente joven abandona la región. La economía está desmenuzada y pocos consorcios grandes tienen su sede allí. Por eso, el paro y la falta de perspectivas son más altos que entre sus vecinos del oeste. Esta situación sería suficiente para explicar el aumento de la fuerza de la extrema derecha en el este.
El problema se negó durante mucho tiempo. Kurt Biedenkopf, ex presidente de Sajonia, de la CDU, hizo una declaración legendaria cuando dijo que su estado era inmune a la ultraderecha. Otros políticos hablaban de un problema difuso tanto de la derecha como de la izquierda, como si el extremismo de izquierda fuese realmente relevante en el este.
Jens Thurau
Ahora, el informe lo dice claramente: allí donde hay más xenofobia, por ejemplo contra los hogares de acogida de refugiados, falta la protesta ciudadana del centro. Por el contrario, se silencian los ataques a migrantes o, a veces, hasta se apoyan abiertamente. También se dice abiertamente que el aumento de la xenofobia en los últimos años se debe, sobre todo, a la crisis de los refugiados. Y el informe tampoco olvida mencionar que el porcentaje de extranjeros en el este es realmente bajo.
Peligro identificado
Hablar con claridad es bueno, pero queda mal sabor de boca por el hecho de que este análisis se haya hecho ahora, cuando los partidos de la coalición actual se ven presionados por el avance de la derecha populista del este y pierden elecciones. A partir de este momento habrá que convertir las palabras en hechos: más dinero contra iniciativas contra la derecha, más policía y una mayor transparencia entre Parlamentos y presidentes regionales, que a veces tienden a banalizar la situación real de sus estados por temor a sus propios ciudadanos. El primer paso está dado: reconocer que la extrema derecha es una amenaza grave para la sociedad en el este de Alemania. El siguiente y decisivo paso será hacer algo en contra.
¿Por qué toda Alemania habla tanto de AfD? (15.03.2016)
El partido de extrema derecha apeló a un discurso antiinmigración y obtuvo excelentes resultados en las últimas elecciones regionales alemanas.
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Al comienzo era el euro
En abril de 2013 se realizó en Berlín el primer congreso del partido Alternativa para Alemania (AfD), que acababa de ser fundado en febrero. Bajo el liderazgo del profesor de Economía de la Universidad de Hamburgo Bernd Lucke, el partido surgió como una variante un poco a la derecha de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y tuvo como principal tema la crítica a la política de rescate del euro.
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Los "euroescépticos"
El objetivo de AfD era convertirse en una alternativa real a los partidos de centro. Numerosos militantes de la Unión Cristianodemócrata (CDU), del partido liberal FDP e incluso de La Izquierda se plegaron a la propuesta, que buscaba el fin de los millonarios rescates financieros, el retorno de las monedas nacionales y la disolución de la eurozona. La prensa empezó a llamarlos "euroescépticos".
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Los tres presidentes
Lucke compartió la presidencia del partido con la empresaria Frauke Petry y Konrad Adam, un reconocido periodista que había trabajado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Con las bases listas para competir, se presentaron en las elecciones federales de 2013 con Lucke como principal rostro. Obtuvieron el 4,7 por ciento, muy poco por debajo del 5 por ciento necesario para ingresar al Bundestag.
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Los primeros éxitos electorales
Tras un fracaso en las elecciones regionales de Hesse, AfD comenzó a dar sus primeros golpes electorales en 2014, cuando obtuvo el 7 por ciento en las elecciones al Parlamento Europeo, lo que permitió que Lucke y otros seis militantes se convirtieran en eurodiputados. Luego obtuvo asientos en los parlamentos de Sajonia, Turingia y Brandeburgo, donde alcanzó un 12,2 por ciento de la votación.
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Las dos almas se separan
Pese a nuevos éxitos en Bremen y Hamburgo, las dos almas del partido poco a poco empezaban a chocar. Por un lado, los liberales económicos capitaneados por Lucke, y, por el otro, los ultraconservadores tutelados por Frauke Petry. En el congreso de julio de 2015, Petry fue elegida presidenta y se produjo un cisma. Cinco de los siete europarlamentarios dejaron el partido, entre ellos Lucke.
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Giro a la derecha
Lucke se llevó consigo a unos dos mil militantes de AfD, algo así como el 10 por ciento del total. Con muchos de ellos fundó ALFA, Alianza para el Progreso y el Resurgir. Petry organizó el giro hacia la derecha de Alternativa para Alemania. Hubo reuniones con los islamófobos de Pegida e incluso Petry dijo que la policía debería usar armas de fuego, como último recurso, para proteger las fronteras.
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Discurso antiinmigración rinde frutos
El discurso contra la política de refugiados propugnada por la canciller Angela Merkel, así como la radicalización en distintas áreas, las soflamas nacionalistas y la cercanía con la ultraderecha rindió sus frutos. En las elecciones regionales de Baden-Wurttemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt (13.03.2016), la AfD obtuvo sus mejores resultados históricos.
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El tiempo hablará
Nadie quiere negociar con ellos. Pero la AfD se ha convertido en un actor de la política alemana, sin que le afectaran las críticas por la cercanía con Pegida o las apariciones de miembros del partido en manifestaciones junto a neonazis.