En 2017, cuando la criptodivisa cotizaba a una fracción de su precio actual, unos 900 dólares, Didi Taihuttu, su mujer y sus tres hijos vendieron todo lo que tenían y pusieron todo su dinero en bitcóin. Hoy, años después y considerablemente más ricos, Taihuttu afirma haber escondido la mayor parte de sus posesiones en lugares secretos de todo el mundo.

Fortuna en almacenamiento "frío"

En su última entrevista con la CNBC, Taihuttu dijo que había almacenado casi tres cuartas partes de las tenencias de criptomonedas de la familia, que también incluían ethereum y algo de litecoin, en carteras de hardware en almacenamiento "frío"–pequeños dispositivos USB con contraseñas almacenadas en ordenadores que no están conectados a Internet– en seis lugares: dos en Europa, dos en Asia, uno en Australia y uno en Sudamérica.

El resto de las criptomonedas de la familia se almacenan en los llamados monederos "calientes" –en dispositivos conectados a Internet– a los que Taihuttu puede acceder más fácilmente para operar en el día, dijo a CNBC.  

"He escondido las billeteras de hardware a lo largo de varios países para no tener que volar nunca muy lejos si necesito acceder a mi billetera fría, con el fin de saltar fuera del mercado", explicó Taihuttu, patriarca de la llamada Familia bitcóin.

Ningún "tesoro enterrado"

Según reveló al medio estadounidense, Taihuttu aclaró que la fortuna no es ningún "tesoro enterrado" y que las seis carteras de hardware están escondidas de diferentes maneras y en una variedad de lugares, que van desde apartamentos de alquiler y casas de amigos hasta sitios de autoalmacenamiento. 

"Prefiero vivir en un mundo descentralizado donde tengo la responsabilidad de proteger mi capital", dijo Taihuttu, quien no quiso decir cuánto tiene la familia en criptomonedas.

Desde su apuesta, la familia ha viajado por el mundo de manera minimalista, sin bienes de lujo. Han vivido en más de 40 países, no tienen casa ni cuentas bancarias, y se refieren a su estilo de vida como el de "nómadas descentralizados".

Editado por Felipe Espinosa Wang.