El nuevo proyecto de acelerador de partículas del CERN se llamará Future Circular Collider. Con una longitud de 100 km, los físicos esperan lograr colisiones más eficientes con el actual colisionador de hadrones.
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El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) es conocido en todo el mundo. Este anillo acelerador de protones es el más potente del mundo en términos de energía y cantidad de colisiones de partículas. Con él los físicos consiguieron descubrir el Bosón de Higgs en 2012, pero ahora, la ciencia aspira a ir aún más allá con un acelerador todavía más grande. Como primer objetivo: lograr colisiones entre electrones y positrones. Posteriormente, podría ser reformado para acelerar protones tal y como hace el LHC.
Entre Ginebra y Francia
Con un recorrido de 100 km, el proyecto Future Circular Collider (FCC) sería tres ves más largo que el actual LHC (27 km). Prácticamente toda el área metropolitana de Ginebra encajaría dentro del círculo. Además, aún quedaría sitio para encajar una pequeña parte de Francia.
El concepto del FCC fue publicado por los físicos del CERN este15 de enero y el proyecto forma parte de la Estrategia Europea de Física de Partículas, responsable de determinar la próxima hoja de ruta si, finalmente, el LHC termina cerrándose en 2035.
Todo depende de la luz
En los últimos años, físicos, ingenieros y técnicos han tratado de mejorar el LHC para conseguir más energía raíz de las colisiones de partículas. Todo esto ha sido posible gracias a una tecnología por la que los paquetes de partículas se guían con mayor precisión, consiguiendo así colisiones más exactas. Entre los físicos, esto se conoce como luminosidad o aumento de la luminosidad.
Para que los detectores, que prácticamente son enormes cámaras digitales, puedan soportar esta cantidad energía, tienen que ser continuamente mejorados, además de optimizar sensores y electroimanes.
Una decisión de futuro
Como segunda opción a la hora de buscar sucesor para el LHC, se baraja la posibilidad de diseñar un acelerador de partículas lineal compacto (CLIC). Al final, la decisión sobre qué proyecto será viable recaerá en última instancia en los 22 Estados miembros del CERN. En caso ser aprobado y construirse, el sistema circular FCC podría alcanzar cotas de energía de hasta los 100 Tera-electronvoltios (TeV), algo difícil de imaginar. A modo de comparación, el LHC logró una energía de 13 TeV y, tras la última modernización, debería alcanzar hasta los 14 TeV.
En el anillo acelerador, los protones casi llegan a alcanzar actualmente la velocidad de la luz. Eso significa que la mayor energía liberada en la FCC apenas podrá aumentar la velocidad, pero sí optimizaría el número de colisiones. Por lo tanto, también la probabilidad de detectar partículas raras en descomposición. Dichas partículas apenas eran visibles para los detectores actuales. Ahora sería posible detectar procesos de descomposición con mayor precisión y, por lo tanto, identificar posibles desviaciones del modelo estándar de física.
En busca de los protones
Los físicos del CERN estiman que el coste del enorme anillo ascenderá a los 9.000 millones de euros. 5.000 millones estarían destinados a la construcción del túnel y el nuevo anillo podría entrar en funcionamiento como muy pronto en 2040 con electrones y positrones. Debería servir a la la ciencia durante un periodo de entre 15 y 20 años.
Anticipándose al futuro, los físicos también han proyectado una idea sobre qué hacer cuando este acelerador haya cumplido su misión: en el mismo túnel podría instalarse acelerador superconductor de protones, similar al LHC actual. Este proyecto costaría unos 15.000 millones de euros y podría entrar en funcionamiento a finales de la década de 2050.
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Cámaras gigantes para micropartículas
Aquí se demostró la existencia del bosón de Higgs: en el acelerdor de hadrones (LHC), los iones colisionan entre sí a la velocidad de la luz. Así surgen las partículas elementales más pequeñas.
Imagen: DW/F.Schmidt
Premio Nobel de Física 2013: la partícula de Dios
Hace casi 50 años, el físico Peter Higgs describió una partícula de importancia decisiva. Es la que mantiene unidas a las partículas elementales que componen la materia. Peter Higgs y su colega François Englert solo predijeron teóricamente su existencia. Recién en 2012 fue comprobada en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN).
Imagen: 2012 CERN
El microcosmos
Aquí se demostró la existencia del bosón de Higgs, con el detector Atlas del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). ATLAS es una gigantesca cámara digital, capaz de fotografiar las partículas más pequeñas del universo. Este mural da una idea solo aproximada del tamaño de ATLAS. El original se encuentra a una profundidad de unos 90 metros y es un poco más grande.
Imagen: DW/F.Schmidt
Casco obligatorio
Cuatro cámaras-detectores se encuentran a lo largo del LHC, el acelerador de partículas del CERN. Sus nombres son ALICE, ATLAS, CMS und LHCb. Quien quiera verlas, debe descender a las profundidades de la Tierra en los Alpes. Allí es obligatorio el uso de cascos.
Imagen: DW/F.Schmidt
Imágenes del mundo del big bang
Así se ven las imágenes captadas por los detectores. Al colisionar protones o iones de plomo a la velocidad de la luz, se liberan las partículas elementales más pequeñas. Así se encontró el bosón de Higgs. Se trata de las partículas que conformaban nuestro universo en el primer billonésimo de segundo tras el Big Bang.
Imagen: 2011 CERN
A la velocidad de la luz
En este tubo se aceleran iones de plomo y protones de hidrógeno, a través de un canal al vacío. La fuerza electromagnética los mantiene en su curso. El tubo tiene 27 kilómetros y está ubicado bajo tierra, entre Suiza y Francia. Los cuatro grandes detectores dan acceso al sistema de tuberías. Allí se producen las colisiones de partículas.
Imagen: DW/F.Schmidt
El mayor refrigerador del mundo
Los imanes que mantienen al haz de partículas en su curso constan de bovinas de supraconductores. Los cables son enfriados a -271,3 grados Celsius, de modo que ya no tengan resistencia eléctrica. Para eso se requiere helio líquido, que fluye por las cañerías. El CERN tiene así el mayor refrigerador del mundo.
Imagen: DW/F.Schmidt
Precisión magnética
El LHC no es un círculo preciso sino que consta de tramos rectos, interrumpidos por curvas en las que el haz se desvía de forma electromagnética. Los magnetos son muy precisos y dirigen el haz de manera que con gran probabilidad dos protones puedan chocar. La colisión se produce justo en medio del detector.
Imagen: DW/F.Schmidt
8000 imágenes por segundo
El detector ALICE, abierto: cuando está en funcionamiento, colisionan en su centro haces de iones. Las partículas que así se generan vuelan en diversas direcciones a través de varios chips de silicio, a semejanza de los sensores de las cámaras digitales. Los chips y otros sensores registran la trayectoria de las partículas.
Imagen: DW/F. Schmidt
A la caza de muones
El detector Atlas tiene sensores muy especiales, como el espectómetro de muones. Como grandes alas, se encuentran fuera del núcleo del detector. Con ellos se puede capturar muones, unas partículas que son muy difíciles de detectar porque solo existen durante dos millonésimas de segundo.
Imagen: DW/F.Schmidt
A prudente distancia
Todos los detectores tienen salas de control como ésta, de ATLAS. Cuando el acelerador de partículas está funcionando, nadie puede permanecer en las instalaciones subterráneas.Un rayo de protones fuera de control podría derretir 500 kilos de cobre. Una fuga de helio podría causar congelamiento o ahogo. Además, el haz de partículas puede generar radioactividad.
Imagen: DW/F. Schmidt
Marea de imágenes
Los cuatro detectores entregan datos 40 millones de veces por segundo. Dado que no todas las colisiones son de interés para los científicos, los datos se filtran; quedan unas 100 colisones relevantes por segundo. Y eso equivale a unos 700 Megabytes por segundo. Todos los datos van a parar primero al centro computacional del CERN.
Imagen: DW/F.Schmidt
Veinte kilómetros de CDs
El CRN produce al año tantos datos, que formarían una torre de CDs de 20 kilómetros de altura. Los archivos no dan abasto. Por eso, los datos se distribuyen por todo el mundo. Más de 200 universidades y centros de investigación han formado con el CERN una enorme red computacional.