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¡Felicitaciones Brasil!

Astrid Prange desde Río de Janeiro (HDCA)14 de julio de 2014

Muchos pensaban que las protestas políticas en Brasil ensombrecerían el Mundial de Fútbol. Pero los medios de comunicación subestimaron la madurez política de los hinchas brasileños.

Imagen: Reuters

El fútbol y la política son dos mundos distintos. Muchas veces se acercan uno al otro peligrosamente, pero luego se separan de nuevo. Parecía que el Mundial de Fútbol en Brasil sería capaz de romper esta norma no escrita. Tras las protestas masivas del año pasado, los medios de comunicación habían pronosticado un torneo políticamente explosivo.

Pero eso no se hizo realidad. La población brasileña logró rechazar la usurpación del Mundial por parte de la política y se decidió por una fiesta futbolística pacífica. Aún más: su patriotismo sirvió para asegurar la estabilidad.

El marcado orgullo de los 200 millones de habitantes de Brasil no atizó la tradicional rivalidad futbolística entre las selecciones nacionales. Por el contrario: después de la eliminación de la Seleção, aquel orgullo transformó incluso a muchos brasileños en hinchas del equipo alemán.

Los hinchas separan política y deporte

Tampoco la politización de los sentimientos patrióticos logró florecer. Los hinchas no se dejaron impresionar ni por la FIFA, ni por sus respectivos representantes políticos nacionales. Sin importar con cuánta emoción observaban las hazañas futbolísticas en las pantallas, los hinchas siempre regresaron a su día a día después de cada partido.

Astrid Prange, enviada especial a Río de Janeiro.

El Mundial de Fútbol no es adecuado como vehículo de campañas electorales. Eso ya lo habían podido comprobar los presidentes brasileños Luiz Inácio da Silva y Fernando Henrique Cardoso. Cardoso consiguió llegar al palacio presidencial porque había logrado combatir la inflación, no porque la Seleção hubiese ganado el título del Mundial de Fútbol de 1994.

La eliminación de Brasil en la final del Mundial de 1998 contra Francia tampoco tuvo influencia alguna sobre la carrera política de Cardoso. Si éste logró llegar por segunda vez a la presidencia fue gracias a su exitosa política contra la inflación.

El fútbol y la política siguieron caminos distintos también durante la histórica victoria electoral de Luiz Inácio da Silva en el año 2002. El líder sindical Lula no ganó puntos gracias a la copa que Brasil ganó ese año en Corea de Sur y Japón, sino gracias a su agenda social.

Prueba democrática aprobada

La presidenta Dilma Rousseff intentó vincular ambos mundos, pero tropezó en el intento. Rousseff descalificó los abucheos y los insultos durante el juego inaugural en São Paulo como salidas de tono de un “elite blanca”, y tildó a los críticos del Mundial de “criticones” y “pesimistas”.

Pero esta polarización se disipó. Durante el Mundial los brasileños se prescribieron a sí mismos una pausa de la campaña electoral y las protestas. Brasil aprobó no solo las pruebas impuestas por el Mundial, sino también su prueba de madurez democrática.

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