Entre 2013 y 2014, 103 contenedores se exportaron a Filipinas clasificados como "material reciclable". Sin embargo, contenían basura doméstica como pañales de adultos, periódicos y botellas de plástico.
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Los 69 contenedores de basura procedentes de Canadá que llevaban seis años en puertos de Filipinas partieron hoy (31.05.2019) temprano de regreso a su país de origen después de semanas de tensión diplomática entre las dos naciones.
Tras una larga campaña para lograr que Canadá volviera a aceptar la basura, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, decidió la semana pasada ordenar el envío inmediato de la carga. "Baaaaaaaaa bye, como decimos aquí", tuiteó el ministro filipino de Relaciones Exteriores, Teodoro Locsin, con una foto del carguero navegando.
"Nos comprometimos con los filipinos y trabajamos en estrecha colaboración con ellos", declaró, por su parte, el jueves la ministra canadiense de Medioambiente, Catherine McKenna.
2.450 toneladas de basura
El buque con unas 2.450 toneladas de basura, que se exportó ilegalmente a Filipinas entre 2013 y 2014, hará una breve escala en Taiwán y está previsto que llegue el 22 de junio al puerto de Vancouver, para ser incinerada en la vecina Burnaby.
"Agradecemos al presidente Rodrigo Duterte su acción decisiva que ha logrado el cierre satisfactorio de este capítulo sórdido en nuestra historia. Este es un momento de orgullo para todos los filipinos", indicó la presidenta de la Autoridad Metropolitana de la Bahía de Subic, Wilma Eisma.
Tensión por repatriación de residuos
En el último mes, el presidente filipino elevó la presión sobre el Ejecutivo canadiense para que se ocupara de la repatriación de sus residuos e incluso les amenazó con ir a la guerra.
El pasado 16 de mayo, Filipinas llamó a consultas a su embajador y cónsules en Ottawa, un día después de que expirara el primer plazo que habían dado a Canadá para sacar la basura, y el domingo prohibió los viajes oficiales de altos cargos a Canadá.
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Un día después de esa nueva amenaza, la ministra canadiense de Medio Ambiente, Catherine McKenna, anunció que habían contratado a una empresa Bollore Logistics para extraer de los puertos filipinos de Manila y Subic los 69 contenedores que todavía permanecían allí.
Del total de 103 contenedores que se exportaron a Filipinas entre 2013 y 2014 –que entraron clasificados como "material reciclable" pero contenían basura doméstica, pañales de adultos, periódicos y botellas de plástico–, 26 fueron enterrados en el vertedero de Tarlac, al norte de Manila.
Por su parte, Malasia anunció hace unos días que devolvería 450 toneladas de desechos plásticos a varios países, incluidos Australia, Bangladés, Canadá, China, Japón, Arabia Saudita y Estados Unidos. "Malasia no será el vertedero del mundo", declaró la ministra malaya de Energía, Medio Ambiente y Ciencias, Yeo Bee Yin. "No nos dejaremos intimidar por los países desarrollados".
Durante mucho tiempo, China aceptó los desechos plásticos de todo el mundo. Pero el año pasado dejó de hacerlo repentinamente, aludiendo a preocupaciones medioambientales. Varios países del sudeste de Asia que ocuparon el espacio dejado por China están ahora echándose atrás.
FEW (EFE, AFP)
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Filipinas: así es la vida entre los muertos
El espacio habitable es escaso y caro en Manila. Unas 6.000 personas han hecho del cementerio “Norte”, en la capital de Filipinas, su hogar. Pero todos sueñan con una vida fuera de esos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Último refugio para los pobres
Las tumbas y los mausoleos han estado habitados desde la década de 1950. Sus ingresos suelen ser insuficientes para el alquiler. Es por eso hay gente que vive en las tumbas familiares: no hay que pagar por ello. Algunos residentes viven en tumbas ajenas, pero se encargan, a cambio, de cuidarlas.
Imagen: Claudio Sieber
Tres generaciones
Muchos habitantes nacieron aquí, en el cementerio. Hay familias que llevan ya tres generaciones viviendo entre estos muertos.
Imagen: Claudio Sieber
Difícil día a día
La vida es dura. No hay agua corriente. Quien quiere asearse o lavar su ropa tiene que acudir a la comunidad vecina y comprar el agua con algo de dinero.
Imagen: Claudio Sieber
Apretados
Apenas puede hablarse aquí de una esfera privada. Mucha gente vive en pocos metros cuadrados. La electricidad para ver televisión, encender ventiladores y disfrutar de videojuegos se toma, a veces de modo ilegal, de algún vecino que vive en una vivienda común.
Imagen: Claudio Sieber
Karaoke
Para celebrar un cumpleaños, los habitantes del cementerio "Norte"cantan en un karaoke. A pocos metros, la tristeza de una familia que entierra a un bebé.
Imagen: Claudio Sieber
Funerales y entierros
Cada día, varios muertos son enterrados en este cementerio. El recuerdo y la visita regular a los muertos juegan un papel importante en Filipinas.
Imagen: Claudio Sieber
Helados
El vendedor de helados Hobito no vive en el cementerio. Pero llega casi todos los días desde donde vive, a casi 3 kilómetros, para endulzarle el día a estos niños.
Imagen: Claudio Sieber
Varado
Edwin Orocoy solía trabajar como cocinero en Arabia Saudita. Tras su regreso a Filipinas, tuvo un accidente. Desde entonces, ya no puede trabajar. Vive en el cementerio desde 2005, a la espera de que Dios y su familia no lo olviden aquí.
Imagen: Claudio Sieber
Cena familiar
Esta noche hay pulpo "abodo", un plato tradicional filipino. Richard cocina para su familia de seis, que vive en una tumba. Durante el día, Richard conduce un yipnis, uno de los típicos minibuses usados como taxis colectivos en Filipinas. No sabe cuánto tiempo le durará el trabajo, pues los vienjos yipnis están siendo retirados de las calles.
Imagen: Claudio Sieber
Clases
La Fundación Metodista Kapatiran Kaunlaran imparte clases a algunos escolares del cementerio "Norte". Aprenden lectura y escritura, matemáticas y algo de inglés. La maestra tiene la esperanza de que así, al menos uno de cada diez de estos niños tenga mejores oportunidades.
Imagen: Claudio Sieber
Biblia
Hay lecciones bíblicas regulares para los habitantes del cementerio. La gente aquí es profundamente religiosa. Y todo el mundo espera dejar algún día estos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Guardianes y sepultureros
Erwin Zapata, alias "Zasho" (dcha.), trabaja desde pequeño como guardián de tumbas de niños. Él y cinco colegas ayudan en los entierros y se ocupan de que no se pierda nada. También se encargan de pagar las tasas, que se deben pagar cada tres años, para que no se reasigne la tumba.
Imagen: Claudio Sieber
El sueño de un hogar
El joven Kambal Cabaña ha vivido en el cementerio durante once años y, como todos, anhela vivir fuera, en una vivienda normal. Cría palomas de carrera y espera llegar a ganar mucho dinero en una carrera algún día. Así, él y su familia podrían cumplir su sueño.