Filipinas eleva la alerta en el norte por el tifón Mangkhut
14 de septiembre de 2018
Las autoridades filipinas elevaron hoy el nivel de alerta en todas las regiones del norte del país, donde se espera que el potente tifón Mangkhut, de categoría máxima 5, toque tierra mañana.
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Se espera que el huracán Mangkhut toque tierra este sábado (15.09.2018) en Filipinas con posibles efectos tan devastadores como los del supertifón Haiyan de 2013.
Las nueve provincias más septentrionales de la isla de Luzón, en el norte del país, están desde esta mañana en el nivel de alerta número 3 (de un total de 5), ya que en las próximas horas se sentirán vientos de hasta 185 kilómetros por hora.
Otras diez provincias del centro de Luzón se encuentran en el nivel de alerta número 2, según el último boletín de la agencia de meteorología PAGASA.
Se espera que Mangkhut, el mayor tifón que llega a Filipinas desde Haiyan, toque tierra el sábado por la mañana en algún punto de la costa nororiental de Luzón, entre las provincias de Cagayan e Isabela, dos de las principales productoras de arroz y maíz.
Tareas de evacuación en zonas vulnerables
El Gobierno filipino iniciará hoy las tareas de evacuación de las familias que viven en las zonas más vulnerables al embate del temporal, bautizado localmente Ompong, y ha movilizado de momento unos 30 millones de dólares (unos 27 millones de euros) para la respuesta de emergencia.
A las 10.00 hora local (2 GMT), el ojo de Mangkhut se situaba a 540 kilómetros de Baler, en la costa oriental de Luzón, y arrastraba vientos sostenidos de 205 kilómetros por hora con rachas de 255.
Según los pronósticos de PAGASA, Mangkhut se fortalecerá en las próximas horas antes de tocar tierra mañana y si los vientos sostenidos superan los 220 kilómetros por hora será catalogado como un supertifón.
Las autoridades filipinas han advertido de que el impacto de Mangkhut puede ser tan devastador como el de Haiyan, el último supertifón que arrasó el archipiélago en 2013 y que causó 6.300 muertos, un millar de desaparecidos y 16 millones de damnificados.
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, se reunirá esta tarde de nuevo con el centro de mando del Centro Nacional de Reducción de Desastres (NDRRMC) para revisar la respuesta conjunta de todas las agencias gubernamentales.
Duterte ha desplegado a miembros de su gabinete por todas las provincias que se verán más afectadas por el paso del tifón, donde viven 4,3 millones de personas, para que coordinen de primera mano las labores de emergencia.
CP (efe, rtr)
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Reconstrucción de Panay – Después del tifón Haiyan
Imagen: Christian Jaburg
Peligro para la isla verde
Hubo un tiempo en el que la isla filipina de Panay estaba cubierta de bosques tropicales. Pero gran parte de ellos se despejaron para dejar espacio a la agricultura. Los últimos bosques se encuentran a menudo en los valles. Cuando hay un tifón se suelen dar deslizamientos de lodo porque la hierba que cubre las laderas de las montañas no es lo suficientemente fuerte para sostener la tierra.
Imagen: Christian Jaburg
Huellas de la destrucción
La infraestructura de Panay también sufrió graves daños, algunas calles se agrietaron, otras fueron arrasadas. Los árboles rotos arrastraron con ellos postes de electricidad. Todavía pasarán meses hasta que el suministro de electricidad por toda la isla se repare completamente.
Imagen: Christian Jaburg
Restos
“Por favor, no verter basura”, dice la señal. Una solidaria petición a la que el mar no se atiene. El tramo de playa del pueblo de Barbaza se encuentra cubierto de basura que, durante el ciclón, acabó en el mar, y ahora ha vuelto a las orillas.
Imagen: Christian Jaburg
Protección ante las olas
Las casas de los pescadores a menudo se sitúan directamente frente a la playa, y por ello se encuentran indefensas ante las grandes olas que se forman durante un tifón. Para estar mejor preparados en el futuro se va a construir un muro de protección, aunque por ahora solo se han manifestado las intenciones.
Imagen: Christian Jaburg
“Culpa del cambio climático”
Gerry C. Necor es el alcalde de Barbaza. “Haiyan fue el peor tifón que puedo recordar”, dice. “Y las tormentas siguen agravándose”. Para él, se trata de una consecuencia del cambio climático. Antes del tifón, se llevó a más de 1.000 de su pequeño pueblo a un lugar más seguro. Al principio le criticaron por ello, pero tras ver las consecuencias, ahora le están agradecidos.
Imagen: Christian Jaburg
Sin celebraciones hasta nuevo aviso
La administración central de Barbaza antes tenía un techo. Ahora, solo queda un marco de metal. El tifón desgarró las láminas de metal que lo cubrían, las destrozó, y los trozos volaron por las calles como balas. No hubo víctimas mortales, pero para la gente es un milagro que no pasara nada peor.
Imagen: Christian Jaburg
La reconstrucción se hace esperar
También otros edificios de la administración de Barbaza resultaron dañados: El Departamento de Agricultura, por ejemplo, se ha trasladado al edificio de la Administración Central hasta que encuentre un nuevo alojamiento. Su antiguo edificio ha quedado desnudo: no le quedan techos ni ventanas. Y tampoco hay dinero para su reconstrucción por ahora.
Imagen: Christian Jaburg
Ayuda para la gente
Antes de preocuparse de poner un techo sobre sus cabezas, los trabajadores de la administración se ocupan de ayudar a la gente que lo ha perdido todo. En nombre del “Departamento de Bienestar Social y Desarrollo”, trabajadores voluntarios reparten paquetes de ayuda con las necesidades básicas: alimento, bebidas y medicinas.
Imagen: Christian Jaburg
Por ahora, ni pensar en ir a la escuela
También la escuela Saint Anthony en Barbaza fue víctima del tifón Haiyan. Al principio se estableció como un refugio para los evacuados. Pero más tarde, el tifón se llevó también el techo de las aulas. La gente tuvo que huir a una iglesia cercana.
Imagen: Christian Jaburg
Futuro incierto
“Echamos de menos nuestra aula. ¡Por favor, ayúdennos!”, dice el mensaje en grandes letras en la pizarra. Es difícil saber si en algún momento se volverá a dar clases en aulas cubiertas aquí. El dinero para la reconstrucción se necesita urgentemente por todo el país. Hasta entonces, las clases se seguirán dando al aire libre… Siempre que el tiempo lo permita.
Imagen: Christian Jaburg
Desarraigado
Un edificio de una escuela en Cadiao, en el interior de Panay. Hace 15 años, los estudiantes plantaron aquí, una Gmelina, una especie de árbol no nativa de Filipinas, cuyas débiles raíces no lograron combatir la fuerza del tifón Haiyan. Acabó destrozado en el techo.
Imagen: Christian Jaburg
Uniendo fuerzas
Antes siquiera de pensar en reparar el techo, primero se debe retirar el tronco del árbol, que pesa una tonelada. Una difícil tarea que solo se puede llevar a cabo si los hombres de la región unen sus fuerzas. Pero para recibir financiación para las reparaciones, todavía tendrán que esperar mucho tiempo. Por todo el país, las escuelas han sufrido graves daños.
Imagen: Christian Jaburg
Solo escombros
En este lugar había antes un pequeño establecimiento para invitados. El tifón Haiyan no ha dejado ni una piedra en su sitio: solo quedan los cimientos. Las viviendas, el restaurante, un pequeño estanque… Todo ha desaparecido. Solo quedan restos y escombros.
Imagen: Christian Jaburg
Pensar en la reconstrucción
Eumel Ace Galuego es el dueño del establecimiento. Constaba de cinco casas de invitados, un pequeño refugio idílico en las montañas. Su padre lo construyó todo hace veinte años. Ahora, apenas le queda nada más que una pequeña cabaña. Quiere reconstruir el establecimiento junto con algunos amigos, pero le tomará al menos dos años, según sus cálculos.
Imagen: Christian Jaburg
Las consecuencias de una mala reforestación
En los años 80 y 90 se llevó a cabo en Filipinas un gran programa de reforestación financiado por el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático. Pero en su mayoría se plantaron árboles de rápido crecimiento, en lugar de las especies nativas. Estos últimos hubieran hecho una mejor labor contra las grandes tormentas, ya que están mejor adaptados al clima local.