Fiscalía peruana pide prisión para pederastas religiosos
13 de diciembre de 2017
La Fiscalía del Perú pidió nueve meses de prisión preventiva contra miembros del grupo Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), entre ellos el fundador Luis Fernando Figari, por presuntos abusos sexuales contra menores.
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"Hemos sido notificados con la resolución que formaliza la denuncia penal contra Figari y otros exmiembros y algunos incluso miembros (del SVC), por asociación para delinquir y lesiones psicológicas graves", dijo el abogado de las víctimas del grupo católico, Héctor Gadea, en canal N.
Además de Figari, actualmente radicado en Roma por disposición del Vaticano, la Fiscalía pidió ante el Poder Judicial prisión provisional contra Virgilio Levaggi, Jefrey Daniels y Daniel Murguía por peligro de fuga. Hasta el momento no se conoce la fecha de la audiencia que resolverá el pedido.
Contra otros dos miembros del SVC, Ricado Treneman y Óscar Tokumura, la Fiscalía solicitó comparecencia restringida, lo que implica que necesitan permiso de un juez para cambiar de domicilio o salir del Perú.
"Mitad monjes, mitad soldados" relata los delitos
Después de varios años de protección, el SVC culpó tras una investigación interna a la cúpula de cometer abusos de diverso tipo contra 19 menores y 10 mayores de edad, entre 1975 y 2002. El escándalo tomó fuerza en 2015 cuando el periodista Pedro Salinas, exmiembro del grupo, publicó un libro que reúne testimonios de varios hombres y una mujer que eran adolescentes cuando estaban en el SVC y que hoy pasan de los 40 años.
Según los testimonios, la cúpula del grupo, en la que había algunos sacerdotes, aunque la mayoría de integrantes no lo eran, cometió en forma reiterada abusos físicos y psicológicos.
Varios testigos narraron para el libro "Mitad monjes, mitad soldados" la forma en que Figari los obligaba a tener relaciones sexuales bajo ofrecimientos y amenazas de supuesto contenido religioso.
El SVC fue fundado en 1971 por Figari, entonces profesor de religión en exclusivos colegios limeños. La organización contó siempre con el respaldo de la Iglesia católica. A pesar de que miembros del SVC presentan la estancia de Figari en Roma como un castigo, sus críticos recuerdan que en la capital italiana vive en un departamento de lujo y cuenta con secretarios y otras comodidades.
JOV (dpa, AgenciaAndina, WRadio)
Niños rohinyá: abusados, secuestrados, huérfanos
La grave situación de los musulmanes rohinyá, obligados a escapar de las atrocidades cometidas por militantes y el Ejército en Myanmar, es difícil de digerir. Los niños son los más vulnerables, como muestran estas fotos.
Imagen: DW/J. Owens
Disparados y apuñalados
Desde agosto, más de 600.000 rohinyás han huido de Myanmar a Bangladesh. “El día que los militares vinieron, quemaron la aldea y le dispararon a mi madre cuando intentaba escapar. Mi papá no podía caminar, entonces lo apuñalaron. Lo vi con mis propios ojos”, dice Mohammed Belal, de 10 años, quien logró escapar.
Imagen: DW/J. Owens
Perseguidos por el trauma
La hermana de Mohammed, Nur, también vio la matanza. Ella y su hermano viven ahora en un refugio para niños sin compañía en Bangladesh. Ella puede jugar ahí y comer regularmente, un fuerte contraste con su viaje desde Myanmar, donde ella y su hermano casi se mueren de hambre. Pero la niña sigue siendo perseguida por el trauma de las últimas semanas. “Extraño a mis padres, mi hogar, mi país”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Conflicto de profundas raíces
El conflicto, el cual ha tenido lugar en los últimos 70 años y tiene sus raíces en la organización social del país después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado más de 2.000 víctimas desde 2016, incluyendo la madre de Rahman, de 12 años (arriba). "Incendiaron mi casa y mi madre estaba enferma, así que no pudo irse", dice.
Imagen: DW/J. Owens
Salven a los niños
Dilu-Aara, de 5 años, llegó al refugio con su hermana después de ver a los militares asesinar a sus padres. “Estaba llorando todo el tiempo y las balas volaban sobre nuestras cabezas. De alguna forma escapé”. La agencia internacional Save the Children está ayudando a los menores que llegan a Kutupalong sin sus padres. Los niños representan hasta el 60% de los refugiados rohinyás en Bangladesh.
Imagen: DW/J. Owens
Cazados como animales
Jaded Alam está entre los cientos de niños que llegan a Kutupalong sin sus padres. Afortunadamente, su tía cuida de él, y muy bien, reconoce Jaded, quien creció en una aldea llamada Mandi Para, donde le encantaba jugar fútbol. Todo cambió cuando los militares atacaron. “Nos dijeron que nos fuéramos de nuestra casa. Cuando estaba corriendo con mis padres, les dispararon. Murieron en el acto”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Secuestro de niños
No todos han sido separados durante el escape. Rahman Ali ha estado registrando el refugio por semanas después de que Zifad, su hijo de 10 años, desapareciera. Los rumores sobre el secuestro de niños ha rondado el refugio por años y Rahman teme que su hijo haya caído presa de los traficantes de personas. “No puedo comer, no puedo dormir. ¡Estoy tan enojado! Es como si me hubiese vuelto loco”.
Imagen: DW/J. Owens
"Mi mente no es normal"
Cuando comenzó el tiroteo, Sokina Khatun hizo todo lo que pudo para proteger a sus hijos, pero no pudo salvar a Yasmine, de 15 años, y Jamalita, de 20, quienes estaban en una aldea vecina en el momento. “Les cortaron la garganta en frente de sus abuelos”, dice. “Estaba paralizada, no podía sentir el dolor. Ahora mismo, mi mente no es normal”, dice. Ella logró rescatar a nueve de sus niños.
Imagen: DW/J. Owens
Atacados, violados y robados
Yasmine cree que podría tener 15 años, pero luce considerablemente más joven. En su aldea, solía jugar con canicas y correr por los campos vecinos, pero recuerdos diferentes la persiguen ahora: el ataque de las fuerzas de Myanmar, la golpiza y asesinato de sus amados padre y hermanos y la violación por parte de un grupo de soldados que también la robaron: “Sentí mucho dolor en mi cuerpo”, dice.