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Fondo Amazonía: cooperación para combatir la deforestación

Judit Alonso
21 de noviembre de 2024

El presidente estadounidense, Joe Biden, visitó la Amazonía, donde anunció una aportación de 50 millones de dólares al Fondo Amazonía, un instrumento financiero que recopila recursos para su protección.

Helicóptero que usó el presidente Joe Biden durante su viaje a la Amazonía, que ha puesto de nuevo en la mira la situación de este vital ecosistema.
Helicóptero que usó el presidente Joe Biden durante un viaje a la Amazonía que ha puesto de nuevo en la mira la situación de este vital ecosistema. Imagen: Manuel Balce Ceneta/AP/picture alliance

El presidente estadounidense, Joe Biden , pasará a la historia por ser el primero de dicho país en visitar laAmazonía. Durante esta estancia inédita, que tuvo lugar el pasado fin de semana en Manaos (Brasil), anunció una aportación de 50 millones de dólares al Fondo Amazonía.

“El objetivo del Fondo Amazoníaes captar donaciones para inversiones no reembolsables en acciones de prevención, monitoreo y combate a la deforestación, además de promover la conservación y el uso sostenible de la Amazonía Legal”, dice a DW Christian Lauerhass, director del proyecto de financiación de la protección forestal y climática en la región amazónica de la GIZ (siglas en alemán de la sociedad alemana de cooperación internacional) en Brasil.

Alemania es uno de los dos principales donadores del Fondo Amazonía, desde el inicio de su implementación, en 2008. “El Ministerio Federal Alemán para la Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) ya ha puesto a disposición alrededor de 90.000.000 dólares a través del banco de desarrollo alemán KfW”, explica Lahuerhass.

Un proyecto de referencia para el banco gestor

Los recursos económicos del Fondo Amazonía están gestionados por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que determina los ejes que pueden ser apoyados. "Nosotros definimos nuestras demandas, que encajan dentro de esos ejes, y las presentamos al banco que las analiza”, explica a DW Francisco Piyãko, líder del pueblo ashaninka en Apiucha, en el estado de Acre, en Brasil, que reconoce la dificultad de participar en esta iniciativa por cuestiones burocráticas. 

A pesar de ello, el banco aprobó un proyecto que buscaba fortalecer la protección territorial, así como la institucional, la seguridad alimentaria y la identidad cultural de este pueblo originario amenazado por la industria maderera. “Llegamos a trabajar con 100 hectáreas de tierra construyendo sistemas agroforestales, formaciones de buenas prácticas, de cómo devolver esa producción al mercado local…”, detalla el también coordinador de la Organización de los Pueblos Indígenas del Río Juruá.

Dotado de 6 millones de reales brasileños, el proyecto llevó a cabo diversas acciones, entre el 2015 y el 2017, como la creación de una oficina, la capacitación en gestión de proyectos y la creación de una política de protección territorial. “Se convirtió en una referencia para el banco”, dice orgulloso Piyãko. Igualmente, “permitió que nadie invadiese nuestros territorios, que nuestras familias estén bien alimentadas, cuidadas y bien organizadas”, añade. 

Bomberas tratando de apagar las llamas en un incendio forestal en Brasil. Imagen: Bruno Kelly

De frenada en seco a apretar el acelerador

Pero el Fondo Amazonía fue paralizado durante el Gobierno de Jaïr Bolsonaro. “No quería aceptar que los países tuvieran algún tipo de influencia sobre la gestión política de la Amazonía”, puntualiza a DW Pedro Paulo Zahluth Bastos, profesor asociado del Instituto de Economía- UNICAMP. “Interrumpió el Plan de Acción para la prevención y control en Amazonía legal y, sin ese programa, los demás países dejaron de hacer cualquier tipo de donación de recursos”, agrega.  

Sin embargo, el año pasado se reactivó, con el cambio de Gobierno. “En 2023, Suiza, Estados Unidos y Reino Unido ya hicieron un aporte de nuevos recursos y prometieron una intención de recursos”, recuerda Zahluth Bastos. “Además, Dinamarca y la Unión Europea se comprometieron a hacer aportes y se firmó un contrato de acción con el Gobierno japonés”, agrega el profesor brasileño. “El año más importante había sido el 2017, en el que se aprobaron más o menos 670 millones de reales brasileños, pero el año pasado fue el doble: 1,3 mil millones”, subraya.

Francisco Piyãko, el líder indígena brasileño, vivió la paralización del Fondo y la reactivación del mismo. A pesar de tener que buscar otros recursos para seguir con el trabajo en el territorio, gracias a la repercusión del mismo, hace un año “se abrió la posibilidad de presentar un proyecto regional que implica 14 territorios indígenas”. “Los problemas de un territorio están en todos, entonces estamos unificando esas fuerzas y creando una plataforma para poder visualizar la región a través de un sistema de satélites y poder identificar amenazas”, subraya. 

Devastador incendio en el área de San Ignacio de Velasco, en el departamento de Santa Cruz, en Bolivia (25 de septiembre de 2024).Imagen: Bolivian Civil Defense/AFP

De Brasil a la región

Aunque el Fondo se centra en la reducción de la deforestación en Brasil, “hasta el 20 por ciento de sus recursos pueden ser utilizados para apoyar el desarrollo de sistemas de monitoreo y control de la deforestación en otros biomas brasileños y en países tropicales”, puntualiza Lauerhass.

Entre ellos está el proyecto de ‘Monitoreo de la Cobertura Forestal en la Amazonía Regional, implementado por la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OCTA) que “trabaja a nivel regional en la Amazonía coordinando acciones conjuntas entre los ocho países miembros”, recuerda a DW Frida Montalván, vocera de dicha organización.

Dotado de un importe de 11 millones de dólares, el objetivo de dicho proyecto fue contribuir al desarrollo de la capacidad de seguimiento de la deforestación, el cambio de uso del suelo y la utilización de los bosques. “El establecimiento del Sistema de Información de Bosques en Bolivia fue una de las acciones clave que contribuyó a mejorar la capacidad de los países amazónicos para monitorear los cambios en los bosques y combatir la deforestación. "No obstante, los resultados deben entenderse como parte de una cooperación regional”, puntualiza Montalván.

¿Una herramienta para Bolivia?

Sin embargo, para Bolivia sería muy útil poder contar con contribuciones de este Fondo tras los últimos incendios forestales, ya que se encuentra en la búsqueda de financiación para la reconstrucción de este desastre nacional. “Hay dos proyectos exclusivos para la atención de desastres, y, en este caso particular, de los incendios, que están en la Asamblea Legislativa Plurinacional y estamos en ese diálogo político para acelerar esta aprobación”, dice a DW, Carlos David Guachalla Terraza, viceministro de Planificación y Desarrollo de Bolivia.

Se tratan de créditos con el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Este proyecto de la CAF es el programa de apoyo para la gestión de riesgos ante eventos adversos del clima, de 75 millones de dólares, y hay un préstamo contingente para emergencias por desastres naturales y de salud pública con el BID por 250 millones. El destino es justamente construir un financiamiento contingente y de rápido acceso para cubrir gastos públicos extraordinarios dirigidos a la atención y amortiguación del impacto de desastres naturales como los incendios”, explica Guachalla. 

(ms)

 

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