“Por un mundo sin muros” fue parte del lema del III Foro Social Mundial de las Migraciones que acabó en Madrid el 14 de septiembre. Respecto de las conclusiones de este encuentro al que asistieron 3200 delegados de más de 90 países, Iván Forero, uno de sus organizadores, habló con DW-WORLD. En Porto Alegre en 2004 en el marco del Foro Social Mundial se decidió dedicar un capítulo especial a los migrantes como realidad social en el planeta, que ascienden a los 200 millones de personas a los que suman otros 50 millones en calidad de refugiados.

¿Cómo cataloga usted los resultados de este Foro?

Son satisfactorios ya por el simple hecho de que se juntasen muchísimas realidades diversas en defensa de sus derechos y denunciando los muros que impiden la libre movilización de las personas, unos físicos como en el caso doloroso de Palestina o entre México y Estados Unidos. O el caso europeo que construye muros impidiendo que de Ceuta y Melilla la gente pueda venir a trabajar y a reconstruir su vida.

Uno de los puntos llamativos de las conclusiones es la oposición rotunda a la directiva del retorno aprobada este año por la Unión Europea. ¿Cuáles son los puntos criticables de esta directiva?

Consideramos que el sólo hecho de plantear la directiva del retorno es una realidad negativa no sólo para el migrante sino para el sentimiento de una Europa que históricamente ha estado a la avanzadilla de la construcción de nuevos marcos jurídicos garante de la justicia y los derechos humanos.

La directiva del retorno pone una serie de condicionantes a la libertad de las personas: permitir que por una falta administrativa -como la de no tener papeles- una persona sea encarcelada hasta por 18 meses en unas condiciones realmente indignas sin ningún tipo de asistencia jurídica, es una clara violación de los derechos humanos y al pacto de libertades civiles y políticas. La directiva europea está planteada en un marco de incremento de las políticas represivas de fortalecimiento de la fortaleza que en tiempo de crisis económica como ahora lleva a plantearse seriamente la expulsión de cerca de ocho millones de personas que son las que han permitido el crecimiento económico de Europa.

La feminización de la migración es otro de los puntos de denuncia de las conclusiones. ¿En qué medida se opone el Foro a este fenómeno?

El sistema de globalización capitalista neoliberal fundamenta estas migraciones contemporáneas, profundizando las históricas asimetrías en la historia de la humanidad. Relación patriarcal de dominio del hombre sobre la mujer. Ahora son las mujeres que no tienen alternativa a dejar sus relaciones familiares, a desgarrar sus afectos y poner de lado su libertad personal, pues terminan en muchos trabajos domésticos que no permiten avanzar en niveles de bienestar.

Denunciamos también que no hay liberación de las condiciones de la mujer porque son trabajos precarios en donde se las explota; que generan mayores asimetrías que rayan en un tratamiento violatorio de los derechos fundamentales de las personas.

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Y en este asunto, ¿por dónde va el camino a la solución?

El mensaje central de este Foro es que tienen que ser las mismas asociaciones de migrantes las que tienen que crecer, empoderarse y ser capaces de hablar en igualdad de condiciones que cualquier otro ciudadano. Es necesario que se redoblen los esfuerzos de la sociedad civil para lograr pequeños pasos que permitan soñar una alternativa global.

Se oponen también a la solución de ofrecer contratos temporales a los migrantes…

Este Foro Social Mundial nos recuerda una verdad fundamental: los cambios en la historia nunca han venido de arriba; los cambios han venido de abajo hacia arriba y de dentro hacia fuera. Creo que lo que nos ha mostrado este Foro es precisamente un fortalecimiento muy importante de ese crecer desde dentro hacia fuera. Hemos constatado el liderazgo de mujeres de Argentina y Boliva; de Nepal y Filipinas. Las realidad de los campesinos en el Congo; la construcción de sindicatos para trabajadoras del empleo doméstico…

Repito, el conjunto es satisfactorio, pues todas esas voces juntas serán capaces de transformar la historia. Quizá no cambiemos grandes dimensiones del espacio institucional, pero vamos cambiando la vida de las personas. Como decíamos en la consigna en la manifestación de Madrid: “autóctona o extranjera, es la misma clase obrera”.