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Fortalecer el club de los pueblos

24 de septiembre de 2004

La prensa europea se ocupa hoy de las exigencias de Alemania, subrayadas por su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, el jueves de noche en Nueva York, de ocupar un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de ONU.

El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, habla a la Asamblea General de la ONU.Imagen: AP


"Lo que les importa a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad no es el todo, sino la defensa de esferas de influencia global", escribe DER STANDARD, de Viena. Y agrega: "¿Son las Naciones Unidas un baluarte de la defensa de intereses particulares? Sin duda. Ejemplos hay de sobra. En los casos de Irán (el último) e Irak (el más conocido) quedó claro que lo que les interesa a muchos de los 191 Estados miembros es sobre todo defender sus propios intereses y no el todo. Ello es legítimo. Pero en una organización como la ONU ello no fomenta justamente la eficiencia y la capacidad de reacción a sucesos de importancia global. Ello se refleja asimismo en la estructura relativamente poco democrática del Consejo de Seguridad. Por otra parte, los temas que se tratan no son los de la población en los países miembros. En otras palabras: los grandes debates del pasado –protección ambiental, derechos de la mujer, globalización– no fueron impulsados por los Estados en la ONU, sino por la sociedad civil. Otra prueba de ello es la actual discusión en torno a una eventual reforma. De lo que se trata es en última instancia de la distribución de poder en el Consejo de Seguridad y no de cuáles son las verdaderas tareas de la ONU en el siglo XXI.

Por ello es de temer que, también de una eventual aprobación de reformas próximamente, se cumpla lo que el International Herald Tribune escribe ya ahora: la ONU es una organización útil, pero muy deficiente e incompleta.

Por su parte, el SUEDDEUTSCHE ZEITUNG, de Múnich, Alemania, escribe: "Todos los años se repite siempre lo mismo en la sede de la ONU en Nueva York. Siempre en septiembre, cuando se reúnen los presidentes, primeros ministros y ministros del exterior para su reunión anual, se juran unos a otros: tenemos que reformar la ONU. Luego cabecean, sabios, y envían el asunto a una comisión, que se ha ganado el nombre de "grupo de trabajo sinfín". Así sucede desde hace más de diez años. Pero este año es diferente, si se cree a los augures. De una "ventana de oportunidad" hablan los diplomáticos. El conflicto de Irak, con sus dañinas consecuencias, dejó claro a muchos gobiernos que así no puede seguir. Simultáneamente, el año pasado quedó claro también de la ONU se puede prescindir. Hasta George W. Bush se dio cuenta. Pero hoy apuesta –y no sólo en Irak– por la organización mundial a menudo objeto de escarnios. En realidad, la ONU es hoy más importante que nunca. Pero justamente su corazón, el Consejo de Seguridad, flaquea. Con sus cinco miembros permanentes –EE.UU, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña– refleja el mundo de 1945.Ni el Sur –América Latina, África, el sudeste de Asia– ni países industriales como Japón y Alemania, tienen un lugar permanente. ¿Pero por qué, preguntan no sólo los italianos, necesita Alemania un lugar en la acera soleada? ¿No sería más adecuado reclamar un lugar para Europa? La objeción es noble, pero excesivamente idealista. Por un lado, la UE no está todavía en condiciones de llevar a cabo una política exterior unitaria. Por otro, la ONU es una organización de Estados y lo seguirá siendo por mucho tiempo. Europa estará entonces mejor representada por varios Estados que por una sola voz. Y por último, Alemania es un país modelo: cultiva el multilateralismo, fomenta el equilibrio de intereses y aboga por la vigencia el derecho internacional. Y Alemania aporta no poco dinero a la ONU. Por ello, un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU no sólo fortalecería al gobierno de Schröder, sino también el corazón del club de los pueblos.

El semanario DIE ZEIT, de Hamburgo, Alemania, opina: "El mundo quiere reordenarse. Por lo menos en el escenario político mundial, en Nueva York. El título oficial es: reforma de las Naciones Unidas. Y no es una pequeñez que Brasil, India, Japón y Alemania hayan conformado una especie de unión informal. Su objetivo es lograr para cada uno de ellos un lugar permanente en el Consejo de Seguridad, actualmente de quince miembros en total. África se quiere unir al grupo, como quinto en cuestión. No viene al caso preguntarse aquí si el objetivo es realista. Tampoco es seguro que se llegue a una reforma profunda de la ONU. Pero estamos en el año 3 después de los atentados del 11 de septiembre y del año 1 después de la guerra de Irak, que terminó en una calamidad. Algo no está bien en el paralelogramo de fuerzas que se expresa en el Consejo de Seguridad. Y la ONU tiene motivo para tomarse más en serio de lo que lo hacen los EE.UU. Nuevamente se impone la convicción de que el mundo es multilateral. Pero quienes tienen mayor influencia piensan estrictamente en forma unilateral: los EE.UU. Pero los países en ascenso, verdaderos gigantes como India y Brasil, quieren tener derecho a opinar. Y los ex Estados enemigos, Alemania y Japón, se cuentan entre los países más comprometidos con la ONU, con dinero y también con soldados. Tensos siguen los medios alemanes el "legítimo" deseo de Berlín, con el que el ministro de Exteriores, Fischer confrontó el jueves a la Asamblea General. Pero Fischer sabe que no se trata de una cuestión de prestigio alemán. También sabe que hay quienes lo causan de excesivo nacionalismo. Quizás haya que hacer menos bulla por el lugar permanente en el Consejo de Seguridad y en su lugar impulsar con mayor impulso la reforma misma".

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