Hace siete años, el fotógrafo alemán Holger Stork sobrevivió a un asalto en Caracas, y aún así decidió quedarse. Sin embargo, ahora está pensando en dejar atrás ese país que tanto ama.
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El fotógrafo alemán Holger Stork celebra dos veces su cumpleaños. Uno, cuando nació, en Dortmund, el 2 de septiembre de 1967, y el segundo, cuando sobrevivió milagrosamente a un asalto en Venezuela, el 15 de febrero de 2012. El fotógrafo se encontraba en su casa frente a la computadora cuando dos asaltantes ingresaron a su vivienda, le dispararon con una escopeta y lo apuñalaron.
"Estuve tres días tendido en un charco de sangre, hasta que recuperé la conciencia”, dijo Stork a DW. "Los médicos no podían creer que hubiera sobrevivido”. Durante dos semanas permaneció en cuidados intensivos; meses después, sigue sordo, y no puede mover varias de sus extremidades. Muchos tomarían esta experiencia como una oportunidad para abandonar el país y buscar la felicidad en otro. Sin embargo, él decidió quedarse.
Solidaridad luego del asalto
"Lo que sucedió luego del asalto es algo normal en este país”, explica Stork, "después de lo que pasó recibí mucha ayuda”. Sus amigos limpiaron las huellas de sangre, otros juntaron dinero para pagarles a los albañiles, y sus clientes le dijeron que no se preocupara por su trabajo. "Y una buena amiga me transfirió una suma de dinero y me dijo: ‘Esto es para que te recuperes'”.
Hasta el día de hoy, Holger Stork sigue conmovido por toda la ayuda que recibió. Pero ahora, luego de siete años, parece que para él ha llegado el momento de abandonar Venezuela. No se debe al asalto, sino a la lucha diaria por sobrevivir, y eso lo tiene agotado. "Esto ya no puede seguir así. No sé cómo voy a pagar todas las cuentas. O pasa algo en algún momento de este año, o realmente me tendré que ir”, explica.
Los encargos disminuyeron
Stork llegó a Venezuela en 1991 como mochilero. Se enamoró de este país y decidió quedarse en Caracas. Durante muchos años se dedicó a la fotografía publicitaria. Pero, cuando la economía empezó a tambalear, hace 10 años, los encargos disminuyeron rápidamente.
"El número de clientes disminuye cada vez más. Cuando la economía entra en recesión, una de las primeras cosas de las que se puede prescindir es de la fotografía”, explica Holger Stork. En 2016 no recibió ningún pedido, y para sobrevivir tuvo que comenzar a dar clases de alemán. De vez en cuando recibe alguna oferta, pero las condiciones laborales han cambiado drásticamente debido a la inseguridad.
"Tuve que hacer una campaña acompañado de guardaespaldas, que estaban armados y todo el tiempo estuvieron junto a mí”. Si el presupuesto no es suficiente para contratar a un servicio de seguridad, muchos proyectos fotográficos no se llevan a cabo. Especialmente si el trabajo dura hasta altas horas de la noche, "porque ya no se puede estar solo en la calle debido a la alta criminalidad reinante”.
La lucha por sobrevivir
Al miedo a la criminalidad se suma la escasez de alimentos. "Todo el dinero que hay a disposición es destinado a la comida”, describe Stork. Además, enfermedades como la difteria y la fiebre tifoidea han vuelto a surgir.
En 2013, por ejemplo, los productos de limpieza eran escasos en los supermercados, en 2014 y 2015 comenzó la falta de medicamentos. Desde el 2016 hay escasez de alimentos. "Pero, ¿qué viene después?”, se pregunta el fotógrafo alemán. "La muerte. Uno puede vivir durante años sin productos de limpieza, quizás un tiempo sin medicamentos, pero no sin comida”.
Entre la esperanza y el miedo, Holger Stork observa el desarrollo político actual. Confía en que la comunidad internacional haga algo, porque Venezuela es simplemente muy importante a nivel geopolítico. Sí para fin de año la situación mejora, se quedará y ayudará en la reconstrucción del país. "Entonces, nos espera el mejor momento de nuestras vidas. Ese es el gran estímulo”.
(BT/CP)
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Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Antes eran los colombianos quienes cruzaban el puente Simón Bolívar en Cúcuta para conseguir trabajo o hacer compras. Ahora son los venezolanos los que cruzan el puente por necesidad de sobrevivir.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Manuel, esperaba en la fila de la Cruz Roja. Su hermana menor necesita medicinas.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
La masiva inmigración en los últimos años, dío lugar a un mercado informal en las casas aledañas al puente. Ahora, el mercado se extiende a todas las calles del barrio.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
El 20 por ciento de los venezolanos que cruzan el puente hacia Colombia lo hacen para buscar nuevas oportunidades.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Las llantas gastadas se compran en las ciudades principales de Colombia y se venden en Cúcuta a unos 20 dólares cada una.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Raul vive de vender las llantas a sus compatriotas. El precio no incluye el costo de pasarlas por las trochas "Si la Guardia Nacional de Venezuela se las ve, se las roban".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Muchas de las llantas que se venden en la frontera son de segunda mano o ya desechadas en Colombia. Algunas han sido reparadas con parches, sus cubiertas están gastadas y son inseguras en condiciones de lluvia.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy Hurtado es enfermero, sus conocimientos para apoyar la labor médica en los quirófanos en Venezuela le ayuda ahora a hacer curaciones a domicilio.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy Hurtado elige las mejores llantas usadas del puesto callejero de Raúl. Elige las dos con más perfil, pero le preocupa que una de ellas tenga una marca de desgaste muy fuerte en el interior “yo creo que el rin va a cubrir esa parte".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
En los tiempos en que la economía de Venezuela era estable y próspera Rangy compraba llantas nuevas cada año. “Antes con unas llantas así de gastadas uno se arriesgaba a una multa". Ahora, desde que no tengan alambres saliendo están como nuevas.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy pagó por dos llantas usadas 60.000 pesos (unos 16 euros ó 20 dólares). “Casi dos meses de mi salario”.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Los venezolanos que cruzan la frontera dependen de carreteros que les ayuden a llevar el peso de las maletas. Pagan 5.000 pesos (€ 1,40) por viaje.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
El mercado ilegal de medicinas no es una novedad en la frontera, pero lo que ha sucedido es una verdadera explosión de informalidad.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique trabajaba antes como fabricante de zapatos. Ahora los arregla en la frontera porque no tiene la documentación suficiente para conseguir un trabajo estable en Colombia.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique afirma que para los venezolanos hasta arreglar los zapatos es un lujo. “Cobrarles 2.000, 3.000 pesos (menos de un euro) es casi un mes de salario para muchos en Venezuela".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique arregla cualquier tipo de zapato. “la técnica depende del daño y del presupuesto del cliente, muchas veces habría que cambiar la suela, pero no les alcanza. Entonces la cosemos”.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Tanto pastillas de uso casero, como medicinas especializadas, se pueden encontrar en las calles de Cúcuta a un precio menor que en Venezuela.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Los controles migratorios de ambos países detienen mucha mercancía que se considera prohibida, como los repuestos para vehículos. “Toca cruzar por el puente y pagarles, o por la trocha”, dice un venezolano.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Tanto la guardia venezolana, como la policía colombiana vigilan el puente. Pero el contrabando de mercancías es casi tradicional en la frontera.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
No todos los venezolanos que cruzan lo hacen para emigrar. Gran parte de ellos lo hace para comprar alimentos para sus familias.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Jerry sostiene que la corrupción de alto y de bajo nivel fue lo que arrastró a Venezuela a esta crisis. "Yo podría vender esta medicina más cara en Venezuela y me la comprarían, pero eso sería hacerle daño a los que la necesitan".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
La falta de atención médica, de comida y de recursos básicos dañó radicalmente el estilo de vida de los venezolanos.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Entre los productos que más compran los venezolanos en Colombia están el aceite de cocina, productos de aseo y harina.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Quienes se arriesgan a cruzar mercancía regulada, como las llantas de vehículos, se arriesgan a que la Guardia Venezolana les quite los productos.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Al menos unas 60.000 personas cruzan a diario el puente Simón Bolívar. Este sería uno de los pasos obligados en la estrategia del gobierno de Guaidó para llevar ayuda humanitaria a su país.