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¿Fracasó Guardiola al frente del Bayern Múnich?

Enrique López Magallón (PK)4 de mayo de 2016

Sus detractores no resisten la tentación de calificar como un fracaso la era del entrenador catalán al frente del club bávaro, luego de la eliminación ante el Atlético de Madrid. Pero el balance no es tan sencillo.

Imagen: Reuters/K. Pfaffenbach

La palabra "fracaso“ tiene una connotación especialmente fuerte en nuestro idioma. Según la Real Academia de la Lengua, puede significar “malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”, “suceso lastimoso, inopinado y funesto”, o “caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento”. Desde el 24 de junio de 2013, cuando Pep Guardiola fue presentado con bombo y platillo como técnico del Bayern Múnich, los críticos peor intencionados del catalán redoblaron sus ataques, haciendo burla de su perfectible uso del idioma alemán en vez de alabarle el esfuerzo de hablar la lengua del país anfitrión. Muchos de ellos no resisten hoy la tentación de calificar como fracaso la gestión de Guardiola en el club bávaro, por no haber ganado la Champions League.

Pero vista con más calma, la amarga situación que viven el Bayern y su técnico es algo distinto. No alcanzar las metas no es lo mismo que obtener un “resultado adverso”. Tampoco el empate a goles en la serie semifinal, con todo y la victoria pírrica en el Allianz Arena, pueden ser calificados como un “suceso lastimoso” o como estrepitosa ruina. Caracterizar como “fracasado” a Guardiola por no haber podido alzar la orejona con el Bayern suena, en este contexto, más como un desfogue injusto y visceral que como un análisis equilibrado.

Dolorosas lecciones

Al mismo tiempo, la tercera eliminación del Bayern en semifinales de la Champions deja muchas conclusiones tanto para el técnico como para los jugadores y la institución del Bayern Múnich. Como apunta hoy un editorial del medio especializado Kicker, a Guardiola se le contrató no para ganar solo la Bundesliga y la Copa Alemana, sino sobre todo, para refrendar la Champions que había logrado el gran Jupp Heynckes. La Champions League “es la vara con la que se mide el Bayern Múnich como potencia global en el fútbol”, apunta con razón el editorialista.

En la conferencia del 24 de junio de 2013, el entonces presidente del club bávaro, Uli Hoeneß, fue claro al indicar para qué contrató hace casi tres años el club a Guardiola. “Es bueno llegar a lo más alto, pero lo más difícil es mantenerse”, dijo Hoeneß, y agregó de modo categórico: “Creemos que Pep Guardiola es el hombre indicado para lograrlo”.

En el Bayern fue enorme la decepción tras ser eliminados por el AtletiImagen: Reuters/R. Orlowski

En este afán, el Bayern Múnich se plegó totalmente a los deseos de Guardiola. El club vivió un brusco cambio de cultura y de personal. Su llegada forzó la salida de jugadores estrellas como Toni Kroos y, más tarde, el icónico Bastian Schweinsteiger. Las diferencias con el entrenador le costaron el puesto a quien durante décadas ocupó el puesto de médico general del equipo. Campeones del mundo como Mario Götze fueron condenados a la banca. Son solo algunos ejemplos.

¿Fracaso?

Pero nada bastó. El Bayern quería hacer historia repitiendo dos veces consecutivas cono monarca de la Champions, y al no lograrlo, por lo menos quería hacerse con dicho título en posteriores ocasiones. Además, la misión consistía en refrendar la de por sí aplastante hegemonía del Bayern y nivel nacional. Tampoco esto se logró del todo, al ser eliminado el Bayern por su archirrival Dortmund en el torneo anterior de Copa.

Del lado positivo, Guardiola podría anotarse aún un título histórico: el tetracampeonato de la Bundesliga, logro sin precedente desde que fue fundado el circuito en 1963. Pero aún con éste, el panorama dista bastante de ser lo que tanto el club como el técnico se habían propuesto en cuanto a resultados deportivos. ¿Fue fracasada la gestión de Guardiola en el Bayern debido a esto? A la vista del partido que jugó el multicampeón este martes en el Allianz Arena, afirmar tal cosa no solo sería injusto sino temerario. Pero las expectativas del equipo crecieron de manera exponencial con la llegada de Guardiola, hasta estrellarse este martes por la noche en las manos del arquero madrileño Oblak al minuto 35 del partido en el estadio muniqués. Y en esa misma medida, la gestión del catalán deja una secuela monumental: la decepción.

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