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Uno de ellos es Pascaline Cahen-Magnard, de 86 años. En 1943, encontró refugio en Dieulefit, traducido "hecho por dios”. La secretaria del alcalde falsificó miles de documentos de identidad para los refugiados escondidos en Dieulefit. El párroco también expidió certificados de bautizo falsos. Todos asumieron un gran riesgo, pues la cárcel de Klaus Barbie, alto oficial de las SS, a la que enviaban a los judíos, se encontraba a 170 kilómetros del pueblo. Cahen-Magnard lo describe hoy como un milagro. Ella fue una de las personas, gracias a la cual se dio a conocer, hace unos años, la historia de Dieulefit.