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Frank Castorf: “Mi trabajo es un atentado contra lo aprobado”

Hans Christoph von Bock (ERC)27 de julio de 2013

Para el célebre director de teatro alemán Frank Castorf, el petróleo es el oro de nuestra época. De ahí que su versión de la ópera “El oro del Rin” está escenificada en una gasolinera de la Texas de los años cincuenta.

Imagen: picture-alliance/dpa

Deutsche Welle: Señor Castorf, usted es conocido por contar historias con muchas rupturas temporales y especiales. Pero, al dirigir de “El oro del Rin” de Richard Wagner, debe apegarse a la partitura y al libreto original. ¿Cómo maneja esa limitación a la hora de crear?

Frank Castorf:Yo me comprometí por contrato a serle fiel a la partitura y al libreto original. Pero eso no me impide contar historias que marchen en direcciones opuestas y que, de esa manera, quizás, expresen mejor el contenido de la obra. Eso se puede lograr mediante pequeños trucos que hacen del teatro y la ópera experiencias más emocionantes.

¿Por qué escenifica “El oro del Rin” en una gasolinera de la Texas de los años cincuenta?

Yo me pregunté: ‘¿Qué puede representar para nosotros, hoy día, el “oro del Rin”? ’ Y llegué a la conclusión de que, en nuestros tiempos, el petróleo juega un papel tan importante como el que jugó el oro en la época en que Wagner compuso el ciclo El anillo del nibelungo. Al petróleo le debemos nuestros avances técnicos, nuestros lujos, nuestra economía. Y, además, el también destruye…

Eso suena como una lección de historia…

¿Por qué no? Uno no puede explicar exactamente lo que la obra de Wagner significa. Pero uno puede presentar los sucesos de sus óperas en diferentes contextos y crear nuevas expresiones, nuevos significados. Y eso es lo que el arte es para mí. Yo creo. Por cierto, que esa noción de arte no le era extraña o ajena a Wagner. Él quería crear dramas que contrastaran con lo que usualmente se veía en las óperas españolas, italianas y alemanas. A mis ojos, Wagner era un revolucionario.

Castorf: “En nuestros tiempos, el petróleo juega un papel tan importante como el que jugó el oro en ‘El anillo del nibelungo’ ”.Imagen: Bayreuther Festspiele/Enrico Nawrath

Muchos se empeñan en ver solamente al Wagner antisemita y el pasado nacionalsocialista del Festival de Bayreuth. ¿Le interesan a usted estos aspectos?

No puedo oír más esa historia. Es por eso que las directoras del festival, Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier, estaban tan contentas de saber que yo no había incluido alusiones a Hitler o a los nazis en mi puesta en escena. Eso de ‘¡Heil, Hitler!’ y ‘¡Heil, Wagner!’ es aburridísimo. A mí me interesan los rastros de sangre que ha dejado el petróleo en donde se cruzan los intereses de los estadounidenses y los rusos.

¿Puede uno interpretar a Wotan, dios supremo, y a Alberich, el enano nibelungo, como metáforas de esos dos extremos que nosotros conocimos en la Guerra Fría, el bloque occidental y el bloque oriental?

Yo no quisiera explicar al detalle por qué yo hago las cosas como las hago. El arte es un estado de excepción. Y ese estado de excepción suele ser adulterado mediante excesivos intentos de explicar las cosas en los programas y en las conferencias de prensa. Eso le roba sensualidad al momento en que surgen cosas inesperadas…

Usted usa muchos videos, muchas cámaras y otros elementos técnicos en sus montajes. ¿Qué tan importantes son estos factores para usted?

En la República Democrática Alemania (RDA), a finales de los ochenta, ya yo había empezado a trabajar con proyecciones de video. En aquel momento, ese era un recurso subversivo porque me permitía mostrar cosas que no habían sido acordadas con las autoridades que controlaban los contenidos de las piezas. Todo mi trabajo es un atentado contra los acuerdos previos, contra lo aprobado. Yo siempre he odiado todo lo que implica hacer concesiones y convenios. Ya lidié suficiente con eso en la RDA. El uso de cámaras me ofrece la posibilidad de crear efectos sorpresivos, inesperados.

Autor: Hans Christoph von Bock (ERC)

Editora: Rosa Muñoz Lima

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