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Friburgo - Vivir en la ciudad

14 de diciembre de 2010

Vivir en Friburgo significa estar en una pequeña ciudad y sentirse como en una gran urbe. Aparentemente minúsculo, en este lugar se consigue de todo – o casi todo.

El sol en Friburgo, casi siempre presente.Imagen: picture-alliance / Bildagentur Huber

Con alrededor de 220.000 habitantes, Friburgo es la ciudad más meridional de Alemania y la cuarta más grande de Baden-Wurtemberg. Sin embargo, en comparación con las principales urbes alemanas, Friburgo es una villa pequeña, práctica y tan fácil de recorrer como su casa de estudios superiores: los trayectos entre las dependencias de la universidad son muy cortos. Quizás por eso coincidan muchos de sus alumnos al decir que Friburgo es perfecta para estudiar.

Ambiente internacional

La ubicación de esta ciudad en el mapa geopolítico alemán le da un carácter singular. Friburgo se halla en un punto donde coinciden tres países: Alemania, Francia y Suiza. Si por la noche se quiere huir de lo habitual, en lugar de ir al bar de la esquina se puede conducir hasta Basilea, en Suiza, o hasta Estrasburgo o Mulhouse en Francia. Friburgo puede parecer una villa minúscula, pero ella tiene un aire internacional; por sus callejuelas empedradas se oyen constantemente conversaciones en idiomas de todo el mundo: español, indio, chino, inglés, ruso... Después de todo, de los 30.000 estudiantes inscritos en Friburgo para el primer semestre del período 2008/2009, aproximadamente el 17 por ciento son extranjeros.

Muchas opciones y buenos precios

Muchos jóvenes viven en pisos compartidos o en alguna de las numerosas residencias estudiantiles para ahorrar gastos. La zona residencial preferida es el barrio de Stühlinger, al oeste del casco antiguo, por su cercanía a la universidad y al hospital universitario, y por los moderados precios de los alquileres. En Stühlinger hay cafés, tabernas y pequeñas tiendas alternativas en donde se venden productos esotéricos y biológicos. Bajo el lema “El secreto está en la mezcla”, en Stühlinger se ha propiciado una convivencia armoniosa entre personas de diferentes culturas y nacionalidades, así como entre comercios e instituciones culturales de muy distinta índole, desde negocios de gastronomía hasta talleres de artesanía.

Lo difícil es elegir

Desde Stühlinger se llega al casco antiguo atravesando el “puente azul”, que a veces se asemeja al ojo de una aguja, sobre todo en las horas de mayor tráfico. Entonces se agolpan no ya los autos, sino las bicicletas, que en las horas pico circulan apretujadas las unas junto a las otras. En el mejor de los casos, quien vive en Friburgo sólo necesita de sus piernas como medio de transporte – el centro urbano está prácticamente libre de coches. Alrededor de Friburgo hay mucho campo, así que lo más difícil para los amantes de la naturaleza y los aficionados al senderismo es elegir el camino a tomar: o se dirigen a la cercana Selva Negra, o a los Vosgos alsacianos, o a las montañas suizas. La opción más sencilla y económica, además de encantadora, consiste en pasear por las serpenteantes callejuelas del casco antiguo.

Autor: Pia Gram

Editor: Rosa Macías

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