Son amados u odiados, pero no dejan a nadie indiferente, tampoco en las redes sociales. Los colosos de hormigón crudo son objeto de una exitosa campaña dirigida a revalorar el brutalismo.
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SOS para la arquitectura brutalista
El brutalismo es probablemente el estilo arquitectónico más odiado del siglo XX. Pero son cada vez más los que quieren preservar a los colosos de concreto de la demolición. Por ejemplo, con el proyeto #SOSBrutalismo.
Imagen: CC BY-NC 2.0/Glasgowfoodie
Un manifiesto de hormigón crudo
La arquitectura brutalista se caracteriza, sobre todo, por grandes cantidades de hormigón crudo a la vista. El nombre de este estilo se deriva del francés "béton brut". Su precursor fue nada menos que el famoso arquitecto Le Corbusier. Hoy en día, muchos edificios que se inscriben en esta tendencia se ven amenazados por la ruina o la demolición.
Imagen: CC BY-NC 2.0/Glasgowfoodie
Brutalismo en el mundo entero
El brutalismo tuvo su apogeo entre las décadas de 1950 y 1970. En el mundo entero se levantaron colosos de hormigón, que dieron pie a discusiones por doquier. En India fue Le Corbusier quien inspiró nuevas corrientes arquitectónicas en 1951 con dos edificios imponentes en Chandigarh y Ahmedabad.
El "Helicoide de la Roca Tarpeya", en Caracas, iba a ser un gigantesco centro comercial, pero la construcción se paralizó en 1960 por falta de financiamiento y conflictos políticos. En los años 70, el edificio fue ocupado ilegalmente. Más adelante fue utilizado por el servicio de inteligencia der Venezuela, y terminó siendo usado como cárcel de presos políticos.
Imagen: Imago/A. Sosa
"The Egg" tiene su público
Estas moles grises son especialmente polémicas en Estados Unidos y en Gran Bretaña. El príncipe Carlos, por ejemplo, es un vehemente detractor del brutalismo. Pero no todos los edificios de este estilo son controvertidos. "The Egg", ubicado en Albany, Nueva York, goza de gran popularidad como Centro de Artes Escénicas.
Imagen: CC BY Paul Sableman
Clásicos derribados
Durante años se libró una batalla para preservar el complejo habitacional "Robin Hood Gardens", en el este de Londres, construido por la pareja de arquitectos formada por Alison y Peter Smithson. Pero todo fue en vano. A fines del verano de 2017 se inició la demolición.
Imagen: DW/J. Jitz
Una batalla ganada
Algunos edificios brutalistas han sido declarados monumento y por lo tanto gozan de protección. No serán demolidos, pero su uso puede resultar problemático. La estación rodoviaria de Preston, en Gran Bretaña, por ejemplo, es demasiado grande para la cantidad de buses que llegan o salen de allí. Una oficina de arquitectos de Nueva York planea darle parcialmente un uso recreativo.
Imagen: picture-alliance/Arcaid/A. Haslam
Brutalismo alemán en peligro
También en Alemania corren peligro algunas construcciones brutalistas. El proyecto #SOSBrutalismus del Museo Alemán de Arquitectura (DAM), en colaboración con la fundación Wüstenrot, se propone llamar la atención sobre la decadencia de algunos edificios. Entre ellos se cuentan unos laboratorios de la Universidad Libre de Berlín.
Imagen: picture-alliance/akg-images/J. Raible
Galería de arte
Cuando falta el dinero para la mantención y el saneamiento, los edificios se ven en peligro. Ese fue el caso de la iglesia de Santa Agnes, de Berlín, de estilo brutalista. Pero en 2011 fue arrendada por el galerista berlinés Johann König, que la refaccionó. Ahora es la sede de la galería König.
En los últimos años se han publicado muchos libros de fotografías sobre la variedad de expresiones de arquitectura brutalista en Europa del Este. En la República Checa, la familia de sus arquitectos lucha por la preservación del "Hotel Thermal", construido en la década del 60.
Imagen: wikimedia.org/Daniel Šebesta
Otra visión del brutalismo
El Habitat 67, en Montreal, Canadá, se cuenta entre los complejos brutalistas más conocidos. El arquitecto Moshe Safdie lo diseñó para la Expo 1967 y en el fondo lo entendió como una reacción al brutalismo. En 2009 fue declarado monumento.
Imagen: picture-alliance/Arcaid/M. Harding
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"Brutalismo; no hay ningún otro estilo arquitectónico con un nombre más desafortunado", opina Catherine Croft, directora de la Twenthieth Century Society de Gran Bretaña, que hace campaña a favor del reconocimiento y la protección de ese estilo modernista.
El tema se ha impuesto entretanto en internet. Los edificios brutalistas colman las redes sociales. Cerca de 40.000 miembros tiene la "Brutalism Appreciation Society" en Facebook.
Aprovechando este interés, el proyecto #SOSBrutalism, del Museo Alemán de Arquitectura (DAM), con la colaboración de la fundación Wüstenrot, se propone dar visibilidad a estas edificaciones y, de ser necesario, salvarlas de la destrucción. Más de 1.000 edificios –desde Londres hasta Caracas– figuran ya en el sitio web sosbrutalism.org.
A partir de este 9 de noviembre, una exposición del DAM ofrecerá además una panorámica de esta época arquitectónica, con fotografías de todo el mundo.
El brutalismo quiso ser una alternativa a la arquitectura de la posguerra. Algunos arquitectos ven también en él una forma de digerir traumas de guerra. "En una sociedad pobre en cosas revolucionarias, nos conmueve esta arquitectura de ideas revolucionarias", señala Philip Kurz, de la fundación Wüstenrot, explicando las razones del éxito de la campaña en internet.