"Güeros", en la Berlinale
9 de febrero de 2014 “Güeros” alude a como se llama en México a la gente de piel blanca, que contrasta con la mayoría, de piel morena. La cinta comienza explicando el significado de esa palabra que se escucha a lo largo del recorrido que hacen los protagonistas en un coche sin lograr salir de la Ciudad de México. El largometraje de Alonso Ruizpalacios es una de las 53 películas que se exhiben en la selección Panorama, que compite por el premio a la mejor ópera prima.
DW: ¿Cómo llegó usted a la idea de filmar un “road movie”, en el contexto de una huelga universitaria en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)?
Alonso Ruizpalacios: Yo iba a entrar a la UNAM y justo empezó la huelga. Muchos amigos se vieron afectados, no hacían nada de sus vidas, un poco como los personajes de la película, otros se unieron al movimiento, y otros más buscaron clases extramuros. Fue una huelga que marcó a mi generación. La huelga de 1999 duró más de 10 meses, casi un año. Yo me fui a estudiar a Londres, estudié teatro y cuando regresé estaba desempleado y empecé a escribir este guión como terapia ocupacional. Me centré sobre la ansiedad de la inactividad. Eso me llevó de regreso a la huelga y empecé a recolectar información sobre ella con mis amigos. Les pedía que me escribieran qué era lo que hacían en un día normal durante la huelga. Uno de mis mejores amigos aprendió trucos de cartas, se volvió un supermago. Otro daba vueltas por la ciudad. Se subían al coche para ir a un lugar nuevo, a ver adónde llegaban. Eso fue uno de los puntos de partida. La idea era hacer un road movie dentro de la Ciudad de México.
¿Por qué comienza desde Veracruz? ¿Cuál es el vínculo? ¿Es algo autobiográfico?
Cuando llegué a la idea del road movie sabía que si no iba a salir de la Ciudad de México tenía que empezar fuera. Tenía que ser como entrar al laberinto. Pasé los veranos de mi niñez en Minatitlán, Veracruz, con mis primos, entonces para mí Veracruz es un recuerdo nostálgico. Era importante ver la ciudad desde afuera primero. Como un niño que entra, que viene desde afuera para que el contraste fuera más grande.
La película comienza con un globo lleno de agua que lanza desde una azotea el protagonista, Tomás. El globo le revienta a un bebé, cuyos llantos llenan la pantalla los primeros segundos de la cinta, un momento lleno de estrés, con una madre al borde de la histeria…
“Güeros” es una película sobre contrastes. Por eso la cinta es en blanco y negro, y tematiza los términos “güeros” y “nacos”, como la gente se llama una a otra, hay un asunto de contrastes, entonces era importante que comenzara con algo que contrastara en la película. Quería empezar por la puerta trasera, no contar la historia frontalmente sino empezar por una historia que no fuera la historia misma. Por eso empiezo la película con esta mujer que no se vuelve a ver en toda la historia. Me gusta mucho esa manera de contar. Es un detonador, pero no es más que eso. Siempre me han gustado los cuentistas que empiezan contando el cuento por la puerta trasera.
Ese globo que cae tiene un paralelismo con un ladrillo que lanza un niño desde el puente de una avenida. Dos objetos que caen y que rompen el curso de los acontecimientos.
Cuando llegamos a ese punto de la historia, mi guionista Gibrán Portela y yo no sabíamos cómo solucionar la historia, cómo iban a encontrar a Epigmenio, entonces me gustó mucho la idea de que la solución les cayera literalmente del cielo. Además, amarraba muy bien con el principio de la historia. Son dos objetos que caen y que cambian el curso de la historia, es como un elemento del azar. A mí me ocurrió, eso sí es autobiográfico. Yo venía en un coche de una filmación y al pasar por un puente en una avenida grande de repente nos cayó una piedra enorme que dio al cristal y casi chocamos. He oído de muchas personas a las que les ha pasado eso, entonces me parecía una buena solución.
La búsqueda de Epigmenio Cruz es lo que mantiene el road movie. Usted mencionó que admira a Bob Dylan, en la cinta se dice que la música de Epigmenio hizo llorar a Bob Dylan. ¿Existe Epigmenio Cruz?
No, es un personaje ficticio. Es como el deseo de que existiera un Bob Dylan mexicano. Para mí no lo hay. Me gustan algunos cantantes, me gustan algunas canciones de Rockdrigo, pero no hay uno que haya cautivado a tantas generaciones seguidas. Rockdrigo casi no es recordado ya. Siento que es como un deseo de que hubiera un Bob Dylan en México. Podría haberlo habido y no lo sabemos porque siempre el azar juega una parte importante en quién tiene éxito y quién no. Seguramente hay mucha gente talentosa que nunca llegó a ser conocida.
Su ópera prima fue recibida con una ovación. ¿Cómo sabe cuándo una historia cuaja? ¿Es algo intuitivo? ¿Un misterio?
Es un misterio, pero también es ensayo y error. Seguir tu intuición siempre. No hicimos proyecciones públicas para saber si funcionaba o no, sino que la vimos muchas veces. Le fuimos quitando cosas, el corte original duraba como tres horas. Fue un trabajo de síntesis y de prueba y error.
¿Cómo llegó su cinta a la Berlinale?
Pues aplicamos y fue elegida. Estoy muy contento, me encanta la Berlinale. Me gusta sobre todo que atraiga al gran público, a diferencia de otros festivales como Cannes, creo que es un festival alternativo y en donde la sociedad civil está muy involucrada. Las salas están llenas, no de representantes de la industria, sino de berlineses que compraron su boleto y vienen a ver la película.
¿Hay suficientes apoyos a la producción de películas mexicanas?
No, creo que el problema del cine mexicano sigue siendo la distribución. El problema es que muchas de las películas que llegan a los festivales no llegan a las salas o los distribuidores no quieren apostar porque son muy condescendientes con el público. Las sacan de cartelera, muchas ni siquiera llegan a estrenarse. Muchas de las mejores películas mexicanas la gente ni siquiera se entera de que existen.
¿Hasta que punto influye en México la cercanía con Estados Unidos y su poderosa industria cinematográfica?
Muchísimo. Dicta nuestros gustos. Es determinante de los gustos que tiene el grueso de la población y también de los cineastas. Nosotros crecimos con Volver al futuro, con Indiana Jones y demás. Los que dicen que crecieron con Tarkovsky y con Bergman están mintiendo. También hay una responsabilidad de los cineastas que no han sabido cómo hablarle al público. Pero creo que es mutuo. El público tiene que aprender a ver otro tipo de películas.
Pero el Estado también es corresponsable, el Estado francés e incluso el alemán protegen mucho su industria cinematográfica, ¿México hace lo mismo?
A nosotros nos produjo el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) que hace una gran labor. Es el último bastión que sostiene el cine cultural en México. Realmente creo que el Imcine es algo imprescindible, pero no es suficiente. El propio Imcine necesita un apoyo más grande, sobre todo en la distribución. Porque producen estas películas y luego no tienen cómo distribuirlas.